Federación Obrera Regional Peruana

La Federación Obrera Regional del Perú fue una federación de sindicatos, gremios y sociedades de resistencia de tendencia anarquista y anarcosindicalista fundada en 1912 en el Perú. Se destacó en la lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas. Fue continuada por la Federación Obrera Regional Peruana (FORP).

Primeras organizaciones obreras

A fines del siglo XIX se fundan los primeros sindicatos en el Perú, algunos con marcadas influencias anarquistas. Sin embargo el anarquismo permanecería sin organización y disperso hasta recién comenzado el siglo XX. En 1904 Manuel Caracciolo Lévano, Delfín Lévano, Fidel García Gacitúa y Urmachea, todos militantes anarquistas, fundaron la Unión de Trabajadores Panaderos. , promoviendo la primera huelga. El 1 de mayo de 1905 celebraron por primera vez un acto en homenaje a los Mártires de Chicago.[1]

En 1907 los anarquistas impulsaron la huelga de estibadores en el puerto de El Callao, donde la represión terminó con la muerte de Florencio Aliaga, primer mártir del movimiento obrero peruano.[2]

En 1911 se inicia la publicación de La Protesta, que será el periódico que impulsará y fomentará la organización sindical de estilo anarquista, propugnando el exitoso modelo de la FORA. Desde la central sindical argentina se envió a José Spagnoli y Antonio Gustinelli, dos militantes italianos, para ayudar en la organización de una federación anarquista.[3] Este estilo de gremialismo tenrá una fuerte influencia en el ramo textil, donde en 1911 realizarán un paro general del ramo.

Fundación

En 1912 se fundó la Federación Obrera Regional del Perú, en Lima. De inmediato inició una campaña por la jornada laboral de ocho horas. La Federación estaba integrada por la Sociedad de resistencia de los obreros galleteros y anexos, la Federación de Electricistas, la Federación de Obreros Panaderos «Estrella del Perú», la Unificación Textil de Vitarte, la Unificación Proletaria de Santa Catalina, y otros gremios anarquistas. También la Federación recibía el apoyo de grupos específicamente anarquistas como «Luz y Amor» y «Luchadores por la Verdad» y diversas publicaciones libertarias.

En noviembre de 1912 en el Teatro Municipal de El Callao y el la Unión Local de Jornaleros se iniciaron la primeras reuniones, finalizando en una asamblea general. También participó la reformista «Confederación de Artesanos Unión Universal», opuesta a las medidas de acción directa, con la que entrarían en conflicto los anarquistas. El 15 de dicembre se realizó la segunda Asamblea, y se impuso realizar una campaña por la jornada de 8 horas. El 28 de diciembre se concluyó el pliego de reivindicaciones, durante la tercera asamblea.[4

La lucha por la 8 horas

El 5 de enero de 1913 la Unión General de Jornaleros exigió la jornada laboral de 8 horas, , aumento salarial, cobertura médica en accidentes de trabajo, y otras reivindicaciones, dando un plazo de 24 horas, antes de iniciar una huelga general por tiempo indeterminado. El día 7 estalló la huelga, luego de rechazar la propuesta patronal. La huelga alcanzó en El Callao el paro total, adhiriendo gasistas, molineros, tipógrafos, panaderos y otros gremios.

El 9 de enero el presidente de la República exhortó a los obreros a levantar el paro y envió tropas para retomar el orden; los obreros rechazaron el exhorto y continuaron el paro. La empresa del muelle tuvo que ceder y concedió las reivindicaciones, con un aumento salarial del 10%. Este ejemplo fue seguido por otros gremios, que iniciaron sus campañas por la jornada laboral de 8 horas en todo el territorio del Perú. El 12 de enero la FORP y el periódico La Protesta organizaron en El Callao un mitin para festejar la reivindicación obtenida y continuar la lucha; luego de pronunciar la palabra destacados militantes, la multitud recorrió las calles de la ciudad festejando el triunfo obrero.[5]

La lucha por la jornada laboral de 8 horas se extendió a otras partes del país, desatándose una ola de huelgas. Hubo conflictos en Talara, Lagunitas, Loritos y Negritos. La FORP también llevó adelante un paro contra la Fox Duncan y Cía, para la reincorporación de 60 obreros despedidos, que terminó dando marcha atrás con los despidos.

La implantación de la jornada laboral de 8 horas en todo el país recién se lograría en 1919, y la FORP fue la fuerza obrera con principal protagonismo en esta conquista. Sin embargo, según sostienen algunos historiadores, la FORP fue disuelta y reemplazada en diciembre de 1918 por la Federación Obrera Local de Lima (FOLL).[6

El Comité Pro-Abaratamiento

La Primera Guerra Mundial generó a la clase empresarial del Perú grandes beneficios en la exportación de materias primas, pero a la vez hubo un aumento en los precios locales debido a la especulación en los productos básicos. Los magros salarios no aumentaban, lo que provocó que en abril de 1919 los sindicatos anarquistas iniciaran una campaña para el abaratamiento de los bienes escenciales, creando el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias.

El 13 de abril publicaron un manifiesto que exigía el abaratamiento de los alimentos y artículos básicos de primera necesidad, transportes y alquileres, pero el gobierno se negó a escucharlos. El 1 de mayo declararon la huelga general, y el 4 de mayo se reprimió violentamente una manifestación en Lima. En El Callao, que sufrió un paro total, hubo serios enfrentamientos entre el ejército y los obreros, con alto número de muertos y saqueos; los principales dirigentes obreros y anarquistas fueron detenidos, como Gutarra, Fonkén y Barba. En Chosica hubo también dos muertos y varios heridos.[7]

El gobierno impuso la Ley Marcial, y allanó domicilios particulares, locales anarquistas y sindicales; creó un nuevo fuerza antimotines, debido a la renuencia a reprimir de algunas tropas, denominada Guardia Urbana. Pero el movimiento popular no se retrajo y el 4 de julio el presidente de la República José Pardo y Barreda fue depuesto. El 12 de julio fueron liberados los detenidos y hubo manifestaciones populares de júbilo.

El 4 de julio, Augusto B. Leguía aprovechó la situación para hacerse con el poder en medio del entusiasmo popular. Ese mismo día, el Comité Pro-Abaratamiento ocupó el local de la CAUU para transformarlo en la sede de la segunda Federación Obrera Regional Peruana, constituida el 8 de julio de 1919 en base a los principios de 1913.

Joel Delhom

El 22 de julio del Comité Pro-Abaratamiento se derivó una nueva central sindical: la Federación Obrera Regional Peruana (FORP), de corte anarcosindicalista, continuadora de la anterior Federación.[8

Represión y decadencia

El gobierno de Leguía buscó modernizar el modelo capitalista peruano, para lo que impulsó la mediación en los conflictos obreros. Esta medida fue rechazada deplano por los anarquistas, que comenzaron a perder terreno frente a los reformistas sindicalses y a los socialistas, que prefereían la «política obrera» a la acción directa de los anaqruistas.

En el Primer Congeso Local Obrero de Lima y El Callao, organizado en abril de 1921 por la FORP, fue planteada la cuestión de la acción política de los trabajadores. Parece ser que los anarquistas lograron declararla incompatible con el sindicalismo pero que no pudieron obtener del Congreso que se pronunciara en favor del comunismo libertario como objetivo de los trabajadores organizados. Las ideas socialistas, divulgadas desde 1918, empezaban ya a cundir en el proletariado: los sindicatos del textil fueron los que abogaron por la “política obrera”.

Joel Delhom.

Los miembros de una segunda Federación Obrera Local de Lima (FOLL), adhirieron al aprismo y al marxismo, y finalmente rompieron tácitamente con los sindicatos y grupos libertarios en 1925, al no invitarlos a la celebración del Celebración del 1 de mayo. De todos modos, la FORP se disolvió en los hechos al poco tiempo de su relanzamiento, y los esfuerzos para relanzarla no fructificaron.

Los sindicatos anarquistas no solo se limitaron al mundo urbano, sino que tuvieron participación en los movimiento rurales, en especila los obreros azucareros. En 1923 los anarcosindicalistas trataron de formar una Federación Regional de Obreros Indios, rápida y vigorosamente reprimida por el gobierno.[9]

Durante la década de 1920 la represión del gobierno del presidente Augusto Leguía fue incrementándose. Urmaechea, el director del periódico El Proletariado y otros militantes fueron obligadoa a exiliarse. Luego de que fue derrocado Leguía, se creó la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) (integrada por apristas y marxistas) en la cual los anarcosindicalistas casi no tuvieron intervención.

Bibliografía

Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990.

Referencias

  1. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. XCIX.
  2. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. XCIX.
  3. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. CI.
  4. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. C.
  5. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. CI.
  6. El movimiento obrero anarquista en el Perú (1890-1930), por Joël DELHOM Université de Bretagne-Sud
  7. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. CII.
  8. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. CIII.
  9. Angel Cappelletti y Carlos Rama, El anarquismo en América Latina, Edit. Ayacucho, Caracas, 1990; pg. CIII.
extraido de: Wikipedia
link: http://es.wikipedia.org/wiki/Federaci%C3%B3n_Obrera_Regional_Peruana
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Obreros e historiadores: Problemas y posibilidades en la investigación histórica del mundo obrero en el Perú [1]

La historia obrera o del mundo obrero en el Perú ha dejado de ser un tema predilecto para los historiadores. Con pocas excepciones, las investigaciones históricas han dejado de lado a la temática obrera. El porqué de este hecho es un tema central en esta breve presentación y esta íntimamente ligado al tema principal que quiero tratar: la importancia de la recuperación o rescate de la documentación obrera, y en particular la de organizaciones sindicales.

La perspectiva aquí presentada sobre lo que he llamado el mundo obrero se limita al período histórico comprendido entre 1900 y 1930, es decir el que corresponde a mi investigación, y el que conozco. Para las décadas subsiguientes es posible que mis comentarios dejen de tener validez.

En el Perú, a mi parecer, se sabe relativamente poco sobre el mundo obrero de comienzos de siglo. En comparación con la historia obrera de Argentina o México, y en particular con la de Europa y Estados Unidos, en el Perú casi no se ha estudiado al mundo obrero. Evidentemente, esto se debe a que hay mucho menos que estudiar que en esos países. Pero las diferencias no son únicamente cuantitativas. Son pocos los estudios que intentan presentar una visión de conjunto de la realidad obrera. Poco se sabe sobre, por ejemplo, como vivían los obreros y las obreras, qué comían, cómo se divertían. Al leer la historiografía actual, uno se queda con la impresión de que los obreros sólo se divertían una vez al año, el día de la Fiesta de la Planta. El resto del tiempo, o por lo menos así pareciera, se dedicaban a luchar contra el capital, yendo de huelga en huelga, de lucha en lucha, incansables. En general, la imagen que se presenta del obrero peruano es bastante maniquea: o es un genial luchador, vencedor de las huestes del capitalismo, o un pobre derrotado, aplastado por el sistema que lo oprime. En ambos casos se presenta una visión simplista, homogénea e inamovible de la realidad obrera, prácticamente congelada en el tiempo. Son pocos los investigadores que han sabido estudiar al mundo obrero en su verdadera diversidad y complejidad.

Es innegable que la historia obrera en el Perú se ha escrito principalmente desde una perspectiva progresista o izquierdista. Pocos son los historiadores de derecha que se han preocupado por esta temática. En el Perú, como en otros países, ha existido una virtual simbiosis entre la investigación histórica sobre el llamado movimiento obrero y la política. En particular, en la década de los setenta, varios investigadores se volcaron hacia la problemática obrera. Si bien algunos lo hicieron con fines heurísticos, la mayoría lo hacía con fines eminentemente políticos. Los debates entre diferentes grupos de izquierda sobre el papel de la clase trabajadora, y en particular de los obreros, en una revolución aparentemente inminente se reflejó en las investigaciones históricas.

El resultado fue una serie de estudios de diversa calidad, pero casi todos escritos desde una perspectiva similar. Se privilegió una historia desde la organización sindical. La historia obrera se convirtió en una historia de siglas: la FOL, la FORP, las UPGP, la CGTP, la CTP… y de categorizaciones apresuradas: panaderos anarquistas, textiles y choferes apristas, petroleros socialistas. Al mismo tiempo, se aplicaron las tesis darwinistas sobre la evolución de las especies. Dependiendo de la perspectiva ideológica de cada investigador, el obrero y sus organizaciones habrían evolucionado desde el mutualismo, atravesando el anarquismo, al anarco-sindicalismo, y otros ismos para llegar al inevitable e irrenunciable fin: el clasismo, el socialismo, el aprismo, o el comunismo. Evidentemente, estos investigadores se veían forzados a reconocer que algunos obreros, cual ovejas separadas de sus rebaños, no habían seguido esta vía. Al no poder cambiar la teoría para que corresponda a la realidad, por razones eminentemente políticas, fue necesario cambiar la realidad para que corresponda a la teoría. Así apareció la ‘falsa conciencia’, y otros categorías o instrumentos cuya validez científica deja mucho que desear. En resumen, si bien algunos investigadores de este período hicieron un trabajo propiamente histórico, de recopilación de fuentes, de análisis y de síntesis, otros se limitaron a usar lo poco que se conocía sobre el mundo obrero para llevar a cabo debates ideológicos que al final poco tenían que ver con los obreros de los que se hablaba.

Quisiera que quede claro que no es la finalidad de este trabajo criticar a estos investigadores. Es evidente que esa historiografía o cuerpo de investigación, en sus alcances y limitaciones, debe de ser ante todo comprendida, y si se desea, juzgada, desde la perspectiva en que ella misma se ubicaba, es decir ese contexto altamente politizado de los años setenta y comienzos de los años ochenta. No está de más especular que lo que voy a exponer ahora pueda parecer, de aquí a unos veinte anos y en un contexto hipotético nuevamente politizado, como algo frívolo e irrelevante.

Sin embargo, es innegable que hoy día, en la era post-Muro de Berlín, la revolución, y el papel de la clase trabajadora en ella, es un tema bastante demodé. Y es en parte por esta razón que el tema del mundo obrero ha perdido su atractivo para muchos historiadores. Sin embargo, subsiste un pequeño grupo dedicado a la temática obrera. En la mayoría de los casos, estos historiadores han importado o adaptado las técnicas de investigación desarrolladas tanto dentro de otras especializaciones históricas como dentro de las otras ciencias sociales, en particular la antropología.

Desgraciadamente, mucho de la llamada Nueva Historia Obrera o New Labour History, desarrollada a partir de la obra seminal de E. P. Thompson en las universidades de Gran Bretaña y Estados Unidos, ha tenido escasa acogida en el Perú, donde ha dominado la tradición historiográfica francesa. Entre muchos otros aportes, la obra de Thompson sirvió para desmentir la centralidad del modo de producción en la determinación de las clases, tal como sostenían Althusser y Balibar, entre otros. Thompson supo moderar el determinismo económico por un análisis que recogía y resaltaba las tradiciones pre-industriales y pre-capitalistas en la constitución de las clases, y en particular en la de la clase obrera. Las teorías postmodernistas han añadido una nueva vertiente a las calificaciones de Thompson. En particular se pretende negar del todo el origen económico de las clases y remplazarlo por una categorización de orden cultural. En este sentido, las clases serían, ante todo, construcciones culturales. Pero la revisión teórica va incluso más allá. Anteriormente, se solía discutir sobre la definición y descripción de las clases sociales, y en particular de la clase obrera. Pero nadie negaba la centralidad de las clases sociales como unidades de análisis. Actualmente, la categoría ‘clase social’ ha perdido esta centralidad[2].  Mientras algunos descartan su utilidad por completo, otros la complementan con análisis que introducen elementos como el género o lo étnico, entre otros. El resultado aún está por conocerse del todo.

Desde mi perspectiva, la validez de una teoría reside esencialmente en si es adecuada o no para una investigación particular. No creo que en el ámbito de las ciencias sociales existan teorías correctas o erróneas, sino simplemente más o menos adecuadas, o, para decirlo de otra manera, más o menos útiles. En lo que se refiere a la historiografía del mundo obrero en el Perú, delinearía cuatro avenidas obvias de posible investigación: lo económico, lo social, lo cultural, y lo político. Es evidente que estas cuatro avenidas no son paralelas, ni deben serlo en las investigaciones históricas. Al contrario, es a partir de los puntos de encuentro que se puede construir una historia ‘global’ del mundo obrero. Quisiera enumerar una serie de temas de investigación. Por supuesto esta lista no es exhaustiva.

En lo económico:

En un primer tiempo se trataría de investigar lo que correspondería a los indicadores económicos usuales, entre éstos, sueldos, salarios, ingresos, consumo, gastos en vivienda, etc. También podrían incluirse indicadores de carácter social, como natalidad, mortalidad, mortalidad infantil, esperanza de vida… Al mismo tiempo, sería necesario investigar lo económico en su manifestación cualitativa, es decir en lo que se refiere a condiciones y calidad de vida y de trabajo. Se podrían tocar temas como saneamiento, higiene, composición de la canasta alimenticia; pero también alfabetización, grado de instrucción, entre otros. Evidentemente todos estos aspectos tendrían que investigarse a lo largo de períodos para percibir los cambios.

En lo social:

Se trataría de investigar las relaciones y comportamientos sociales de los obreros y obreras tanto a nivel familiar como extra-familiar. En lo familiar, cabrían temas como las modalidades de matrimonio, incluyendo edad de matrimonio, frecuencia de separación, número de hijos, relaciones de pareja, condición de la mujer obrera, machismo, infidelidad… En lo extra-familiar, habría que distinguir dos terrenos de interacción social, el trabajo y lo que podríamos llamar la calle. Incluiría temas como la división sexual del trabajo, la solidaridad, el compañerismo, el deporte obrero, pero también temas como criminalidad obrera, drogadicción y prostitución.

En lo cultural:

Habrían dos campos de investigación. Por un lado las manifestaciones culturales: literatura, teatro, música, deporte (de nuevo). Por otro lado, se trataría de investigar lo que vendría a ser la cultura obrera, es decir una visión del mundo propia del mundo obrero, o en otras palabras el proceso por el cual los obreros hacen inteligible el mundo que los rodea. Incluiría un necesario debate sobre si el mundo obrero debe de ser definido en términos de clase o no, es decir en oposición a la clase burguesa. Aquí cabrían muchos de los temas desarrollados por la Nueva Historia Obrera y por el postmodernismo. Pero sería necesario ver hasta qué punto convienen para interpretar la realidad peruana. Es el caso de un tema tan central a la Nueva Historia Obrera, o en todo caso a su primera ola, como la proletarización, el proceso por el cual los artesanos y jornaleros agrícolas pasaron a transformarse en obreros de fábricas en Europa y Estados Unidos[3].  En el caso peruano, por lo menos hasta la década del treinta, habría que calificar este paradigma: por un lado, los mineros de la sierra central mantenían vínculos estrechos, tanto materiales como culturales, o incluso espirituales, con la tierra; por otro lado, y de manera general, eran pocos los obreros que trabajaban en fábricas.

En lo político:

A mi parecer, habría por lo menos dos horizontes de estudio. El primero concierne la experiencia de lo político a nivel individual o personal. No se trata únicamente de ver cómo votaban los obreros. Lo que nos interesa también es estudiar cuál era la percepción de la política. ¿Con que ojos veían, interpretaban y comprendían los eventos políticos locales, nacionales o incluso internacionales? Es evidente que a este nivel la unidad de análisis puede y debe expandirse desde el obrero o la obrera a la familia obrera.

El segundo horizonte concierne la política al nivel colectivo. Es decir la actuación y participación política de organizaciones obreras. Es a este nivel que la documentación de las instituciones obreras es particularmente útil para el investigador. En un trabajo que realicé el año 1995, intenté estudiar cómo el mundo obrero vivió y enfrentó la crisis de los años treinta[4].  Para este fin, acudí a las actas de la Federación de Panaderos Estrella del Perú, que se encuentran, en formato de fotocopias, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Utilicé a la Federación de Panaderos como un lente a través del cual intenté percibir cómo la crisis económica y política de los inicios de la década del treinta afectó a las organizaciones colectivas obreras. Privilegié un momento particular, la huelga general del año 1931. Originalmente una huelga de transportistas, se transformó en huelga general a raíz de la adhesión de varios grupos gremiales, incluida la Federación de Panaderos. Los panaderos se declararon en huelga por solidaridad con los choferes, pero sobre todo porque sintieron que podrían enmarcar sus propios reclamos ante los industriales de panadería en la huelga general. Desde algún tiempo, los industriales habían dejado de respetar las cláusulas del pacto firmado con la Federación en 1920. Desde la perspectiva de la Federación, los industriales aprovechaban la situación de crisis para contratar a obreros panaderos no federados, en clara contravención de los acuerdos, para rebajar sueldos y para romper la ley de ocho horas de trabajo. Tras acudir, sin resultado, a la Sección de Trabajo del Ministerio de Fomento y al Prefecto de Lima para encontrar una solución, la Federación decidió declararse en huelga. Pero aún así, esa decisión fue tomada tras múltiples debates entre los miembros de la Federación. La huelga fue prácticamente impuesta por el secretario general. La mayoría de panaderos o simplemente no querían participar en la huelga, o temían las posibles consecuencias.

La Federación de Panaderos tenía dos funciones básicas: la de una organización mutualista, algo así como un fondo de pensiones, que se financiaba con contribuciones diarias de 10 centavos, y la de una organización sindical, que luchaba por mejorar las condiciones de trabajo de sus miembros. Con la crisis económica, los federados dejaron de pagar sus contribuciones, lo que hizo que la Federación perdiera progresivamente su capacidad para actuar como una organización mutualista. Las viudas de los federados dejaron de recibir las pensiones, y los enfermos dejaron de ser atendidos. Pero los problemas de la Federación iban mas allá de lo simplemente presupuestal.

La crisis permitió a los industriales, propietarios de panaderías, actuar de manera arbitraria frente a los obreros, exigiéndoles más horas de trabajo y despidiendo a los que no aceptaban. El desempleo había creado un ejercito de reserva dispuesto a trabajar por menos sueldo y más horas. Entre 1920 y 1931, el numero de obreros panaderos en Lima aumentó en un 100 por ciento. Mas aún, la crisis agudizaba los conflictos entre los obreros panaderos sujetos a una estricta división del trabajo en la preparación del pan. Como los debates de la Federación demuestran, muchos maestros panaderos aceptaban trabajar más de ocho horas para no perder el trabajo. Era la falta de compañerismo, según los federados, lo que los conducía a la crisis. En momentos de crisis, el patrón podía aprovechar de las diferencias de intereses entre los maestros y los operarios, por ejemplo, para exigir que se trabaje más de ocho horas diarias o bajar los sueldos.

Para la Federación, al problema de los industriales se le añadía otro: el de las panaderías japonesas. Estas utilizaban una mano de obra japonesa no federada. La Federación exigió al Prefecto de Lima que obligara a las panaderías japonesas a que utilicen una mano de obra compuesta en un 50 por ciento por obreros panaderos nacionales.

Al poco tiempo quedó claro que la Federación no estaba en condiciones de manejar la huelga adecuadamente. No podía impedir que muchos obreros sigan trabajando y en las negociaciones en la Sección de Trabajo, no tenía como imponer sus reclamos a los propietarios de las panaderías. Después de tres semanas se vio obligada a suspender la huelga. Quedaba claro que tanto sus funciones mutuales como sindicales estaban comprometidas. Es por esta razón que la Federación tuvo que recurrir a otro tipo de solución.

La Federación de Panaderos ha sido caracterizada como una organización anarquista. Esto se debe en parte al hecho de que dos de los anarquistas más famosos, Manuel Caracciolo Lévano y Delfín Lévano, fueron miembros de este gremio. Sin embargo, para los inicios de la década del treinta, la Federación poco tenía de anarquismo aunque, como repetidamente se nota en los debates, mantenía, como la mayoría de sindicatos de la época, una posición sólidamente apolítica. Por esa razón, la oposición a la CGTP, y la decisión de no adherirse a ella se dio porque esta central era percibida como, y era, controlada por el Partido Comunista. Sin embargo, la crisis y la derrota en la huelga llevó a muchos de los federados a buscar otro tipo de soluciones. Durante casi toda la huelga general el APRA se mantuvo relativamente alejado del mundo sindical. Se preparaba para las elecciones de octubre de 1931, y quería presentarse como un partido moderado. Tras la derrota en las elecciones y la victoria de Sánchez Cerro, el APRA comenzó a incursionar en el mundo sindical. Propuso la creación de una central sindical alternativa, lo que tuvo alguna acogida dentro de la Federación de panaderos. Pero la acogida no fue total. En abril de 1932 un grupo de panaderos se separó de la Federación para formar el Sindicato Aprista de Obreros Panaderos. En la Federación, la separación fue motivo de intensos debates. Finalmente llegaron a la conclusión de que debían establecerse como grupo sanchezcerrista para crear una alianza con el gobierno y de esa manera acabar con el grupo aprista.

En síntesis, las crisis económicas y políticas de los inicios de la década del treinta, al reducir la capacidad de la Federación a actuar como una entidad mutualista y sindical, llevaron a los obreros panaderos a abandonar el apoliticismo tradicional para establecer alianzas con grupos políticos, alianzas que podrían calificarse de micro-populistas. Estas alianzas correspondieron al abandono de un discurso, en el sentido postmoderno, apolítico y a la adopción de dos discursos políticos diferentes. Al contrario de lo que esperaban los comunistas de entonces y algunos historiadores de los años setenta, a pesar de las condiciones objetivas creadas por las crisis, en ningún momento se planteó algo remotamente cercano a la revolución dentro de la Federación, y cuando los federados optaron por el aprismo o el sanchezcerrismo, no lo hicieron por falsa conciencia, sino para sobrevivir como entidades colectivas. La razón por la cual unos optaron por el aprismo y otros por el sanchezcerrismo no es fácilmente deducible de las fuentes que he podido consultar. Sin embargo, hay indicadores de que existió preferencia entre los más jóvenes por el aprismo, mientras que los federados con más trayectoria, y en particular la cúpula, optaron por el sanchezcerrismo.

Esta breve narrativa fue construida a partir de una lectura detenida de los libros de actas de la Federación de Panaderos. Fue complementada con una serie de documentos, en particular periódicos como El Comercio, La Crónica y La Prensa, periódicos obreros, El Obrero Textil y otros, periódicos y panfletos políticos como La Tribuna, Hoz y Martillo, la documentación del Ministerio del Interior, que se encuentra en el Archivo General de la Nación, los testimonios orales de obreros que se encuentran en CEDHIP, y otros documentos, incluyendo la correspondencia de los cónsules británicos. El trabajo histórico consiste en comparar y contrastar fuentes para construir una narrativa, de la cual se pueda desprender un análisis. Este análisis, a su vez, debe ser comparado y contrastado con la historiografía vigente, y situado dentro de debates teóricos. Pero sin el punto de partida, en este caso sin la documentación obrera, es muy difícil construir una historia en la que las voces obreras se puedan oír. Y hasta cierto punto es en este sentido que se siente con mayor fuerza la deficiencia de la historiografía a la que aludí hace unos momentos: es una historiografía construida en su mayoría sin tomar en cuenta la documentación obrera y que se basa a veces exclusivamente en documentos políticos como los recopilados en el trabajo de Ricardo Martínez de la Torre. He aquí, a mi parecer, la razón por la cual es imprescindible rescatar la documentación obrera en general, y la de organizaciones sindicales en particular. La ausencia de fuentes propiamente obreras lleva a la simplificación y a la vulgarización de lo que en definitiva es una historia compleja y muy rica.

La información contenida en los libros de actas, tal como descubrí al trabajar sobre los obreros panaderos, es muy valiosa y completa. Como todas las fuentes históricas, los libros de actas tienen que ser estudiados con cierta precaución. Pero por lo general es a través de esos documentos que el historiador puede aproximarse mejor a lo que el antropólogo estadounidense James Scott ha llamado el transcripto escondido: es decir ese texto o discurso auténtico, que refleja la visión ‘real’, o no adulterada, de los grupos subalternos, o en nuestro caso, de los obreros.  Es interesante contrastar tanto el lenguaje como el contenido de los libros de actas, el transcripto escondido, con la correspondencia que sostenían los obreros con entidades oficiales: la Sección de Trabajo, el Prefecto de Lima, el Director de Gobierno, lo que según Scott correspondería al transcripto oficial. Si un historiador se limitara a estudiar la correspondencia, o los transcriptos oficiales de manera general, su comprensión de la visión del mundo de los obreros sería bastante limitada. Los obreros peruanos, como los esclavos norteamericanos, entre otros grupos subalternos estudiados por Scott, utilizaban un lenguaje oficial, aceptado y sobre todo, en el peor de los casos, neutro, en su correspondencia y demás tratos con las autoridades. Era una manera obvia y sin costo de protegerse de represalias. Los libros de actas también contienen un elemento de lenguaje oficial o construido: el lenguaje de las organizaciones sindicales. Sin embargo se trata de un texto que se aproxima más al transcripto escondido. Este transcripto suele encontrarse igualmente en las manifestaciones culturales subalternas. Es el caso de las canciones de esclavos norteamericanos: según Scott, el contexto musical permitía la introducción de temas —la violencia de los capataces, el anhelo por la libertad— que fuera de tal contexto hubieran conllevado represalias. En el caso del mundo obrero peruano, estos transcriptos escondidos pueden hallarse igualmente en canciones, poemas y otras manifestaciones culturales, como en panfletos y la prensa obrera.

Otro aspecto de la documentación de las organizaciones sindicales de gran utilidad para el historiador es la información sobre los miembros de esos gremios. Es decir, sus nombres, dónde trabajaban, dónde vivían, etc. Mientras más información de este tipo se encuentre a la disposición del historiador, mejor podrá éste comprender e incluso visualizar a los protagonistas de los debates relatados en los libros de actas.

Quisiera terminar cambiando el sentido de mi argumentación. Hasta ahora he presentado las razones por las cuales los historiadores necesitan y dependen de los obreros de ayer como sujetos de estudio y de los de hoy como proveedores de fuentes históricas. A mi manera de ver, y creo que hasta cierto punto esto justifica en algo el trabajo que hago, tanto los obreros de ayer como los de hoy pueden beneficiarse del trabajo de los historiadores. Los obreros de ayer se benefician porque sus historias son rescatadas del olvido y de las garras de la mediocridad a la que he aludido. Los obreros de hoy se pueden beneficiar porque esas historias pueden ser utilizadas como herramientas para enfrentar sus realidades actuales.

(1)  Este articulo es una versión algo modificada de la conferencia ofrecida el 8 de mayo de 1997 en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Mantiene el carácter oral del original. Agradezco a los asistentes por sus comentarios.
(2)Lenard R. Berlanstein, ‘Introduction’, en Lenard R. Berlanstein ed. (1993): Rethinking Labor History: Essays on Discourse and Class Analysis, University of Illinois Press, Urbana and Chicago, 5.
(3)Ver los ensayos en Ira Katznelson y Aristide R. Zolberg eds. (1986): Working-Class Formation: Nineteenth-Century Patterns in Western Europe and the United States, Princeton University Press, Princeton.
(4)Ver Paulo Drinot De Echave (1996): The 1931 General Strike in Lima: Organised Labour, Mass Politics and the Great Depression, Tesis de Maestría, Universidad de Oxford, Inglaterra
(5)Ver James C. Scott (1990): Domination and the Arts of Resistance, Hidden Transcripts, Yale University Press, New Haven and London, 1990.

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Afiche: 1 de Mayo de 1907

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Himno del Panadero ”Estrella del Peru” (FOPEP)

Letra: Enrique Ramírez Pérez
Música: Jorge Huirse Reyes

Coro

Levantemos las manos hermanos
amasando valientes el pan,
y calmemos del pueblo su hambre
que sus manos pidiéndolo están.

Solo

Que el pan no se niega en la vida,
y por un pan sabremos luchar,
y porque el pan es la riqueza del mundo
aunque muchos lo quieran negar.

Estribillo

Trabajadores de sangre y harina
sudando en el horno de nuestro dolor,
siempre horneamos la pieza divina
que se vá llevando nuestro amor.

Rebeldes obreros eternos del pan
alentemos la fuerza a la humanidad
para que atentos a nuestro afán
seamos panaderos de la libertad.

Coro (Bis)

Rechacemos altivos el hambre,
la miseria y el abuso vil;
y que en lugar de nuestra quejumbre
escuchen nuestro grito viril.

Solo (Bis)

Cantemos panaderos peruanos
nuestro himno que es noble emoción
porque allá en el zenit ya se vislumbra
la luz de la Reivindicación.

Bis Estribillo.

FIN

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MOVIMIENTO SINDICAL EN HUACHO AÑO 1916-1917 (Parte 2)

Sociedad Unión de Jornaleros de Hualmay:

Fue fundado el 15 de junio de 1916 por un grupo de trabajadores del campo domiciliados en la campiña de Hualmay, siendo su primera directiva:

Herculano Vargas: Secretario General
Adolfo Canales: Secretario de Actas
Lucio Guerrero Loza: Secretario de Organización
Adolfo Quichiz: Contador
Bernardino Nicho: Tesorero
Félix Manrique: Bibliotecario

Vocales: José Santos Romero, Casimiro Manrique, Adolfo Díaz, Santiago Torres, Florencio Ruiz y Francisco Yontop.

Sociedades de Resistencias:

Ante las constantes persecuciones en contra de los trabajadores del campo sobre todo en sus principales dirigentes en cada barrio de nuestra campiña querida se forman las llamadas sociedades de Resistencias, uniéndose para formar el frente amplio en defensa de los intereses de los trabajadores del campo agrupados en la “Unión de Jornaleros de Huacho” Representados por:

Sociedad de Resistencia de Hualmay: Lucio Guerrero Loza.
Sociedad de Resistencia de Amay: Fermín Chirito
Sociedad de Resistencia de Chonta: Glicerio Grados
Sociedad de Resistencia de San Lorenzo: Dionisio Hunge
Sociedad de Resistencia de Luriama: Manuel Ramírez
Sociedad de Resistencia de Tomaycalla: Claudio Lino.

Andahuasi en pie de Lucha:

El 07 de junio de 1917 los trabajadores de la hacienda Andahuasi, se unen a la huelga en señal de protesta y solidaridad con sus compañeros en pie de lucha, y ante la abusiva presencia del señor subprefecto de la provincia que con una gran dotación de militares logro amedrentar a los huelguistas, provoca en la clase trabajadora la ira y el deseo de hacer respetar sus derechos a la libre manifestación amparados en la ley de huelgas del año 1913. Se unen a los protestantes de Andahuasi los trabajadores de las haciendas San Miguel y Humaya.
Agrupados en la “Central de Jornaleros” presentan al señor Manuel Domingo Torero Arrieta subprefecto de la provincia de Chancay un memorial donde pedían su mediación con los hacendados, el señor Manuel Domingo Torero Arrieta desconoce por completo la personería de la Central de Jornaleros y con el apoyo de los militares hostiliza a los protestantes demostrando con sus acciones su parcialidad con los hacendados.
Los jornaleros decidieron radicalizar sus medidas de fuerza uniéndose todos los jornaleros del valle Huaura – Sayán en la “Unión de Jornaleros de Huacho” fijando como puntos de concentración la plaza de Santa María y el colegio estatal de Luriama.

Sociedad de Panaderos de Huacho:

Otra importante y poderosa fuerza sindical de Huacho, presidida por el señor Isaac Díaz con mas de 300 representantes panaderos afiliados en el gremio de panaderos en la cuidad de Huacho. Su adhesión a la huelga de los jornaleros fue de mucha importancia, prepararon un paro total en todas sus industrias panificadoras como medida de presión en apoyo a la huelga de los jornaleros.

Sindicato de Peluqueros de la Provincia de Chancay:

Importante base sindical de la Provincia presidida por el señor Teófilo González, se unió a la protesta en solidaridad de sus compañeros del campo, conjuntamente con la sociedad de Panaderos organizaron una marcha pacifica por las calles de Huacho, días después el mencionado dirigente sufrió una tenaz persecución de parte de las autoridades de la Provincia.

Represión en la ciudad de Lima por Huelga general en Huacho:

El 8 de junio de 1917 los jornaleros en conflicto en la ciudad de Huacho entregaban sus pliego de reclamos a los hacendados, mientras en la capital de la Republica, los principales dirigentes sindicalistas son apresados acusándolos de agitadores del movimiento huelguístico en la ciudad de Huacho estos fueron: Delfín Lévano, Isamael Gacitua. Carlos Barba y Francisco Sánchez.
Díaz después fueron apresados en la ciudad de Huacho los huelguistas Francisco Yontop, Alejandro Chumbes. Rufino Changana, Teofilo Quichiz, Pedro Díaz, Buenaventura Nicho, Aurelio Guerrero, Florentino Malasquez, Juan López, Francisco Lino y Carlos Rivadeneira.

Paro total en la ciudad de Huacho:

El 13 de junio de 1917 la huelga se traslada de la campiña a la ciudad, Huacho amanece totalmente paralizado, el mercado de abastos cierra sus puertas, no había pan, la asociación de Peluqueros se plegó a la huelga, los trabajadores de la empresa de tranvía también se unieron al reclamo, los trabajadores municipales, los bancos, las escuelas, los despachos judiciales, la paralización fue total en nuestra ciudad.
El señor Lucas Garbín alcalde del Consejo Provincial de Chancay al ver la radicalización del paro propicia una sesión extraordinaria con la presencia de comerciantes, industriales y vecinos notables, en la oficina del Subprefecto de la Provincia para tomar medidas pertinentes al caso acordando:

a) Solicitar una tregua a los huelguistas, para permitir el ingreso de víveres al mercado de abastos.
b) Citar a los señores hacendados a una reunión para el día siguiente a las 4.00 p.m. después del arribo del tren de Sayán.
c) Terminar con las protestas de los jornaleros llegando a un dialogo entre los huelguistas y los hacendados.

Mujeres de la Sociedad de Resistencia de Huacho:

El 14 de junio de 1917 la ciudad de Huacho amaneció con sus calles completamente paralizada, existía mucha tensión y preocupación por la soledad existente.
En horas de la mañana llegan a Huacho el prefecto de Lima señor Edgardo Arenas acompañado de su secretario señor Oscar Baca Carranza y su ayudante don Pedro Lozada, con un contingente de 80 gendarmes al que se le unieron 150 uniformados mas haciendo un total de 230 militares, que se acantonaron en la ciudad de Huacho.
No había visos de solución a los problemas que generaba esta huelga, los manifestante al enterarse de la presencia del coronel Edgardo Arenas prefecto de Lima y de los militares fuertemente armados decidieron tener una entrevista con la mencionada autoridad, siendo las protagonistas de esta manifestación las mujeres de la sociedad de resistencias de Chonta, San Lorenzo, Tomaycalla, Luriama, Santa María, Amay, Tambo Blanco y Hualmay pidiendo a las autoridades su intervención y buenos oficios para dar por terminado la huelga lo mas pronto posible.

Marcha Pacifica de las Mujeres de la Sociedad de Resistencia de Huacho:

Ante la negativa de los hacendados por dar solución a los problemas de los jornaleros, las mujeres agrupadas en la sociedad de resistencia de Huacho, marchan en señal de protesta valientemente por las calles de nuestra ciudad, desde la campiña llegaba un contingente de mujeres valientes y decididas a ser escuchadas por las autoridades la señorita Juana Grados La Rosa del barrio de Santa Maria, portando el estandarte junto a Irene Salvador Grados quien lideraba el movimiento feminista de Tomaycalla, cuando se encontraban a la altura de las calles “Cocharcas” y “Malambo” (Mariscal Castilla y 28 de Julio) son interceptadas por los gendarmes produciéndose un enfrentamiento entre ambos grupos. Los gendarmes al no poder resistir la arremetida de las mujeres, por órdenes del subprefecto de la provincia Manuel Domingo Torero rastrillan sus armas de reglamento y empiezan a disparar contra las indefensas mujeres originándose un combate desigual por espacio de 15 minutos aproximadamente.

Muerte de Irene Salvador Grados de Lino:

En este fatal enfrentamiento murieron heroicamente Irene Salvador de Lino, nacida en el barrio de Tomaycalla y Manuela Díaz Chaflojo, nacida en el barrio del Molino.
Hubieron muchos heridos más, luego de este brutal suceso realizado por los gendarmes el sepelio de las víctimas se realizaron en condiciones difíciles, llegándose al colmo de los extremos de no permitir el velatorio ni el acompañamiento de los familiares hacia el cementerio general de Huacho.
Durante el enfrentamiento del 14 de junio de 1917 también fallecieron: Filiberto Cherrepano Chaquilano, Ceferino Ramírez Conde, Manuel Lino Morales y Anselmo Mendoza.

x Julio Solorzano Murga

web: http://juliosolorzano.blogspot.com/

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MOVIMIENTO SINDICAL EN HUACHO AÑO 1916-1917 (Parte 1)

Unión de Jornaleros de Huacho:

El 28 de agosto de 1916 en la hacienda “Chacaca” se inicia una huelga general por parte de los jornaleros de dicha hacienda solicitando mejoras salariales y la eliminación de los monopolios en la venta de víveres de primera necesidad.
El reclamo de los trabajadores del campo se fue agudizando cada día mas, ya al 31 de agosto del mismo año se unieron los trabajadores de las haciendas: Mazo, Ingenio, Loza, Humaya y Vilcahuaura, haciendo un total aproximado de 3000 jornaleros en pie de lucha.
La situación se fue agravando cada vez mas pues la huelga se estaba generalizando en todo el valle de Huaura y Sayán, el temor y el pánico en los hacendados se acrecentaban por lo que se ven en la imperiosa necesidad de buscar apoyo y protección en la ciudad de Lima.
El 01 de setiembre de 1916 llega a la ciudad de Huacho un tren con 170 militares armados al mando del prefecto de Lima coronel Edgardo Arenas.
El señor Loli Arnao subprefecto de la provincia de Chancay se compromete con los jornaleros a tener una reunión urgente con los hacendados para el día sábado 02 de setiembre a las 09. 00 a.m. donde solo se presentaron los representantes de los jornaleros, mas no los señores hacendados burlándose de la convocatoria de la máxima autoridad de la provincia.
Los jornaleros estaban presentados por los siguientes delegados: Lorenzo Inocente y Pablo Fernández por la hacienda Chacaca, Manuel Grados y Tomás Loza por la hacienda Loza, Félix de la Cruz y Manuel Collantes por la hacienda el Ingenio, Apolinario Saénz y Blas Maturrano por la hacienda Capellanía, Santos Romero y Octavio Aparicio por la hacienda Mazo.

Muerte de Ernesto Villanueva Maturrano y Cayetano Romero Chinga:

Como se puede apreciar gran parte de los jornaleros en pie de lucha eran oriundos de nuestra campiña Huachana, aproximadamente a las 2.00 p.m. los jornaleros exasperados y burlados por los hacendados protestan enérgicamente frente a la oficina del subprefecto donde después de casi una hora de protesta un contingente de militares al mando del alférez Ayarza, intenta reprimir a los manifestantes haciendo uso de sus armas de reglamento se enfrentaron a la masa trabajadora muriendo dos jornaleros campiñeros don Ernesto Villanueva Maturrano de Luriama y don Cayetano Romero Chinga de Hualmay.

Negociaciones entre los Hacendados y Jornaleros en conflicto:

El 16 de septiembre de 1916 en el local de la Liga Agraria, las partes en conflicto representados por parte de los hacendados los siguientes propietarios: Demetrio Aspiazu, Luís Fumagalli, Guillermo Salinas Cossio, J.W.Stockes, José Francisco Crousillat, con sus respectivos abogados. Por parte de los jornaleros estuvieron presente Manuel Collantes. Desiderio Santos, Emiliano Manrique, Manuel Pérez Chumbes y José Santos Romero, acompañados del Dr. Juan C. López Abogado de los Jornaleros.
Luego de un largo debate y vencido el plazo de ley al no ponerse de acuerdo los hacendados nombraron como arbitro al Dr. Manuel Vicente Villarán y los Jornaleros al Dr. Arturo Osores. Luego de 10 días de difícil tensión el 02 de octubre de 1916 se da a conocer el fallo de los árbitros Villarán y Osores, donde se estableció lo siguiente.

a) Ocho horas efectivas de Trabajo
b) Trabajo de tareas sin límite de tiempo
c) Supresión del monopolio del comercio en los fundos y abstenciones del abuso de fichas
d) Ventas de azúcar a sus jornaleros a 0.10 centavos la libra en tanto su precio no se modifique en el mercado
e) No hay lugar a innovación a las multas por faltas en el trabajo
f) Aumento de Salarios en un 10 % pagado a partir del 11 de septiembre.

Al no ponerse de acuerdo en él último punto, Ambas partes designaron un arbitro dirimente siendo este el Dr. Guillermo Seoane, quien se desempeñaba como Fiscal de la Nación. Sentenciando el aumento del salario al 10 % en forma uniforme, cosa que no aceptaron los Jornaleros, pero como se habían comprometido aceptar el fallo arbitral y en cumplimiento al artículo tercero de la ley de huelgas deberían esperar seis meses para presentar su nuevo pliego de reclamos. Asesorados por el Dr. Manuel Quinper y Secada, diputado de la república, denuncian el silenciamiento de la prensa y la censura a las autoridades por la cobarde matanza de dos jornaleros campiñeros Cayetano Romero Chinga y Ernesto Villanueva Maturrano, durante la marcha de protesta del día 02 de setiembre a manos de los Gendarmes que defendían los intereses de los hacendados.
Como es de suponer las autoridades en vez de hacer las investigaciones respectivas y hallar con los responsables de la muerte de los dos jornaleros huachanos, por el contrario se desata una casería contra los líderes sindicales en Huacho y en Lima, acusándoles de autores intelectuales de los alzamientos en nuestra ciudad recluyéndolos en la cárcel pública de Huacho.

Amnistía para los Presos Sindicales:

Como parte estratégico en su medida de lucha los Jornaleros remiten sendos memoriales al parlamento Nacional solicitando una ley de amnistía como única medida de encontrar la libertad de sus presos, contando con el apoyo del Senador General Cesar Canevaro y del Diputado Manuel Quinper, después de 40 días de constante apremio el 22 de setiembre de 1916, el señor Presidente de la República José Pardo y Barreda, firma la ley de amnistía a favor de los presos de la Huelga de Huacho. El 28 de noviembre de 1916 en el diario oficial El Peruano se publica la ley Nº 2320, que en su artículo único decía: concédase amnistía a todos los enjuiciados de las huelgas producidas en Huacho y Sayán, procediéndose luego por parte de los juzgados militares y comunes a cortar los juicios iniciados por motivo de las huelgas en nuestra ciudad. Fue así pues como después de 67 días de encarcelamiento logran su libertad los Jornaleros huachanos:

Manuel Lucho, Antonio Ramos, Desiderio Salvador, Teófilo González, Benito Marqués, Timoteo Champa, Pedro Arévalo, Manuel Marques, Pedro Conde, Nicolás Gutarra, Víctor Serna, Pedro Ulloa, Roberto Torres y Rómulo Suarez, siendo estos los últimos en recobrar su libertad injustamente arrebatada.

x Julio Solorzano Murga

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Poesía Proletaria y Conciencia Social

por Alfredo Portal Eyzaguirre

La crítica oficial en el Perú ha soslayado o simplemente ignorado la creación poética hecha por escritores de extracción proletaria, fundamentalmente porque su temática está centrada en la denuncia sobre la explotación y las condiciones de postergación en que viven. También se trata del prejuicio arraigado y alimentado por la burguesía, de que un obrero, un trabajador de extracción social proletaria o un trabajador de la cultura popular, está excluido, marginado, ausente, del exclusivo predio de la literatura, al que sólo una privilegiada elite puede llegar. La luz de la ilustración, entonces, sólo alumbra a los elegidos, ungidos por un privilegio de clase que quieren perpetuar en la literatura.
Sin embargo, en la historia de la poesía peruana, corre esta vigorosa corriente de la creación clasista, sobre todo luego de la consolidación de la organización del proletariado y a la orientación que Mariátegui, con su docencia intelectual, impartiera, interesado en el crecimiento cultural de la clase trabajadora. En los años aurorales de las primeras organizaciones de trabajadores, a inicios del siglo veinte, en los que el poeta y político anarquista, Manuel Gonzalez Prada, ejerció una gran influencia en los gremios artesanales del Perú, quienes en 1904, ya se constituyen en la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú. Surgen entonces publicaciones como El Oprimido, en 1907, dirigido por los hermanos Manuel y Delfín Lévano, el portuario Romilio Quesada, el obrero textil de Vitarte Luis Felipe Grillo, creando el Centro de Estudios Sociales Primero de Mayo. Luego, en 1910, los dirigentes Manuel Caracciolo Lévano y su hijo Delfín, publicaron La Protesta, que durante 15 años fue el principal medio de información y de propaganda del movimiento obrero.

Al calor del combate por las reivindicaciones sociales, y contando con una publicación para la clase obrera, surgen los poetas que usarán sus versos para extender la toma de conciencia de una realidad lacerante, producto de la explotación capitalista. La importancia que estos trabajadores le dieron a la cultura, tradicionalmente en manos de la burguesía, fue determinante para que se forjara la poesía proletaria, como expresión de una literatura clasista.
Muestra de poesía proletaria en el Perú.
Tu eres el brazo
de la riqueza
¿por qué…?
Porque eres el productor,
pero la clase,
rica y burguesa
se lleva el fruto
de tu sudor.
Tú que trabajas
humildemente,
que no eres pillo
ni eres ladrón;
pasas la vida
miserablemente
y eres esclavo
de un vil mandón.
Quieres obrero
sobre el planeta
cambiar de suerte
de condición
¡entonces canta
con el poeta!
¡viva la huelga
viva la unión!
A. Hekshen «El Obrero Hambriento» Lima, 1 de mayo de 1920 Publicado en «El Obrero Textil» en la primera quincena de julio de 1920.

EL GRUPO INTELECTUAL PRIMERO DE MAYO
El día 7 de julio de 1956, en Chosica, un grupo de trabajadores empeñados en la creación poética, lanzan un manifiesto en el que anuncian la constitución de un movimiento cultural de raíz eminentemente clasista a nivel nacional, para difundir la creación artística de la clase trabajadora, subrayando el punto de vista, la emoción estética y la conciencia de clase del proletariado. Este fue el nacimiento del Grupo Intelectual Primero de Mayo , cuya acta de fundación suscribieron entre otros, Víctor Mazzi, Leoncio Bueno, Eliseo García, José Guerra y Carlos Loayza, que fueron los impulsores de este movimiento. Luego se sumarían poetas de todo el país, como Algemiro Pérez Contreras de Jauja, Miguel Carrillo Natteri de Chincha, Jorge Sosa de Arequipa, Martín Parodi, de Tacna, Eduardo Ibarra de Lima, Teodosio Olarte, ayacuchano, Eusebio Arias Vivanco, de Talara y muchos más que se fueron incorporando para darle consistencia y calidad a este movimiento de clase.
Este grupo logra integrar por primera vez a los poetas clasistas de extracción proletaria de todo el Perú, para impulsar la poesía popular, y la discusión en torno al arte y la literatura. Otra tarea importante que se impuso el Grupo Intelectual Primero de Mayo fue el del trabajo editorial, para publicar la obra de los poetas proletarios, como una respuesta a la indiferencia de la cultura oficial.
En el documento de fundación de este movimiento, se afirma:
«…constituir un movimiento cultural de raíz eminentemente clasista, a escala nacional, en el cual nos agruparemos todos los proletarios amantes del arte y la cultura, resueltos a plasmar un medio propio de expresión, una presencia inconfundible de la conciencia, el punto de vista y al emoción estética de la clase trabajadora en el campo de la creación estética.»

Leoncio Bueno, poeta fundador de este movimiento, nació en la Hacienda La Constancia, en Trujillo, el año 1921. De extracción obrera, trabajó en la industria textil y luego fue mecánico durante muchos años. Su singular talento como poeta autodidacta, ha sido reconocido con las menciones honrosas en el Premio Nacional de Poesía en 1971 y en el premio Casa de Las Américas de 1975. Es el poeta proletario de mayor talento en la poesía peruana.

Canto Del Poblador de la Barriada
Pampa de Comas, diciembre de 1959
Aquí estamos
los desterrados;
aquí estamos
en medio del páramo;
bajo el golpe vital de nuestros picos
la tierra moribunda resucita.
Somos los desahuciados de la urbe.
Aquí estamos
junto a los temporales,
refritos bajo la inclemente canícula,
de pie, en la última trinchera de la inopia.
Eramos los herederos de Huayna Cápac,
hoy somos los despojados de la tierra;
aquí estamos, comiéndonos los rústicos peñascos
abriendo las entrañas al cerro con las uñas.
Somos los explotados,
los sin tierra, sin sol y sin oxígeno;
somos los que en la urbe
erguimos los rascacielos
e inflamamos
la cósmica elocuencia de las usinas.

Hemos venido en éxodo hasta los cerros áridos
nosotros los eternos combatientes de la bruma,
los siempre defraudados,
los nunca bien pagados,
los que hemos transpirado sangre y hierro
para que los patrones tengan ocio, oro, orgías
y lujosas mansiones con muñecas
Aquí estamos en el páramo,
hemos marchado como un gran ejército
palas en alto en pos de esos eriazos.
Aquí estamos en el páramo,
sedientos de bravísimas faenas,
más fuertes que el dolor, más duros que el flagelo.
(De «Al Pie del Yunque»)

Víctor Mazzi Trujillo, poeta nacido en Junín el año 1925, fue el motor de la gesta del Grupo Intelectual Primero de Mayo. De extracción obrera, tuvo la visión de compartir su pasión por la literatura con otros compañeros, para pisar con seguridad el antes exclusivo campo de la cultura, en el que la poesía proletaria era marginada.

CANCION PARA EL PUEBLO DE CHILE
Con odio matador
El fascismo suena
Por tierra chilena
A muro y tambor.
Cayó el poblador,
El minero yerto;
Mas queda despierto
El viento rugidor.
Cayó el labrador
Y el estudiante,
Mas va adelante
El río atronador.
Cayó frío el cantor,
Muerto el albañil;
Mas vive el fusil
Del franco luchador.
Anda, ve y dile
Al mundo entero
Que aún sangra fiero
El pueblo de Chile.
Víctor Mazzi ha publicado: «Reflejos del Carbón»en 1947; «A Lengua Viva», editado en Buenos Aires en 1975 y «Poemas de Vecindad», en 1975.

Carlos Loayza Gómez, nació en Sullana, Piura, el año 1925, albañil de oficio y poeta de verso natural e intenso. Publicó su único libro en la editorial del Grupo Intelectual Primero de Mayo: «Tomos del Alba»(1947)
DE OFICIO Y BENEFICIO.
Por mi sudor sé lo que soy,
lo que ejerzo, lo que vivo
y cual el fin de mi sino.
El dolor es la instrucción
conque hablo, con que escribo,
me apasiono y me sublevo.
Sólo el cantar me concede
la satisfacción de ser esto,
que de mi esfuerzo queda.
Y con ello rumorosamente
iré desbrozando congojas
para darle tiempo al tiempo…
Al tiempo grávido de futuro
que se anuncia en las hojas
renacientes de mi calendario

extraido de:

http://www.hacialaemancipacion.org/cultura/Revista%202/cultura_proletaria_portal.htm

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Manuel González Prada – Anarquía

Manuel González Prada – Anarquía

Edición de formato por La abeja rebelde

Lima , Set. 2001

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