Movimiento feminista en el Perú

Luis Pedro Menacho Chiok

Introducción

El Movimiento femenino «moderno» nació en los albores de la lucha por la igualdad y la emancipación, inmediatamente después de la independencia de los EE.UU (1776) y de la Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal – burguesas que plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos.

Pronto surgió la gran contradicción que marcó la lucha del primer feminismo: las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de las revoluciones liberales no afectaron a la mujer. Los «Derechos del Hombre y del Ciudadano» que proclamaba la revolución francesa se referían en exclusiva al «hombre» no al conjunto de los seres humanos.

A partir de aquel momento, en Europa Occidental y Norteamérica se inició un movimiento, “el Feminismo”, que trabajó por la igualdad de la mujer y su liberación. Durante ese período, el principal objetivo del movimiento de las mujeres fue la consecución del derecho de voto. Nacía así el movimiento sufragista.

El Presente trabajo de investigación tiene como objetivo difundir el “Movimiento Feminista en el Perú”, temática muy poco conocida entre los peruanos y en mayor porcentaje entre las peruanas.

La monografía se divide en tres capítulos: el primero desarrolla el Marco conceptual, el segundo enfoca el Movimiento feminista, y el último, trata de los Enfoques o puntos de vista sobre el Movimiento Feminista Peruano

Para la elaboración de este documento se ha visitado la Sala de Enciclopedias de la Biblioteca Nacional del Perú, el Centro de Documentación del Ministerio de la Mujer y se ha consultado publicaciones de la biblioteca familiar.

Deseamos expresar nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que nos han apoyado para culminar exitosamente esta investigación.

CAPÍTULO I

MARCO CONCEPTUAL

A continuación expondremos los conceptos más importantes relacionados con el Movimiento Feminista.

1.1. Feminista

Según el Diccionario de la Lengua Española (Real Academia Española, 2001), Perteneciente o relativo al feminismo o partidario del feminismo.

1.2   Feminismo

La Real Academia Española, plantea que el Feminismo es la Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.

El Diccionario de Sociología (Theodorson, 1978), expone que Feminismo es el Movimiento social originado en Inglaterra, durante el siglo XVIII que tiene como objetivo el logro de ciertos derechos sociales, políticos y económicos para la mujer e intenta otorgarle la igualdad en relación al hombre. El movimiento feminista, en general, ha sido paralelo a la difusión de la Revolución Industrial, al deterioro concomitante de las normas tradicionales y al logro de la independencia económica de la mujer. Actualmente, en occidente, al haber logrado sus objetivos originales el feminismo se ha transformado más en un estado psicológico que es un movimiento social. Continúa siendo un movimiento social en ciertas naciones que se encuentran en proceso de industrialización, en particular, en aquellas en las que las mujeres han sido relegadas por tradición aun aposición subordinada.

Asimismo, el Feminismo (Creatividad y Cambio, 1994), es un Movimiento Social y Político que supone la toma de conciencia de las mujeres, como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación y subordinación de que han sido objeto por el Patriarcado. Esta toma de conciencia las mueve a la acción para su liberación y para la transformación de la Sociedad en su conjunto.

Además, el Feminismo (Garzaro, 1997), es un Movimiento político – social que propugna la concesión a la mujeres de las mismas condiciones, los mismos derechos y las mismas obligaciones que tienen los varones en las esferas económica, social y política.

También, el Feminismo (Warren, 1996), es un Movimiento social a favor del progreso de la mujer, especialmente en las esferas políticas y económicas.

El Feminismo es para nosotros, como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo. Este último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a veces, contempla el voto, pero que, en otras ocasiones, también exige demandas sociales como la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas o el acceso a la educación, al trabajo remunerado.

1.3 Feminidad

El Diccionario de la Lengua española (RAE, 2001; tomo I), cita que es el estado anormal del varón en que aparecen uno o varios caracteres sexuales femeninos.

En este sentido el Diccionario crítico del feminismo (Hirata, 2002), explica que este término designa características y cualidades atribuidas social y culturalmente a las mujeres. La masculinidad y la feminidad existen y se definen para su relación. Son las relaciones sociales entre los sexos marcadas por la dominación masculina, las que determinan lo que se considera como “normal” para los hombres y las mujeres.

CAPÍTULO II

MOVIMIENTO FEMINISTA

2.1 Historia

Los primeros ensayos sobre ‘la cuestión de la mujer’ criticaban el rol restrictivo de la mujer, pero no señalaba culpables de las desventajas de la mujer ni sobre los hombres. El trabajo de Mary Wollstonecraft Una vindicación de los derechos de la mujer, es uno de los pocos escritos antes del siglo XIX que puede ser llamado feminista sin temor a una ambigüedad. Bajo estándares modernos, su metáfora de la mujer como nobleza, élite de la sociedad, mimada, frágil y tendiente a la pereza intelectual y moral, suena como un argumento masculino. Wollstonecraft creía que ambos sexos contribuyeron a esta situación y tomaba por sentado que la mujer tenía poder considerable sobre el hombre. En 1791 Olympe de Gouges hizo la «Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana»

A menudo se afirma que el feminismo nació a fines del siglo XVIII y principios del XIX, cuando la gente comenzó a percibir que la mujer es oprimida en una sociedad machista (ver patriarquía). El movimiento feminista tiene sus raíces en Occidente y especialmente en el movimiento de reforma del siglo XIX. El movimiento organizado data de la fecha de la primera convención por los derechos de la mujer, en Nueva York en el año 1848. Más de un siglo y medio más tarde, el movimiento ha crecido y ha adoptado diversas perspectivas en cuanto a lo que constituye la discriminación contra la mujer. Los primeros feministas son a menudo llamados ‘la primera ola’ y, luego de 1960, ‘la segunda ola’.

2.2 Definición

Es un movimiento social originado en Inglaterra durante el siglo XVIII que tiene como objetivo el logro de ciertos derechos sociales, políticos y económicos para la mujer e intenta otorgarle la igualdad en relación al hombre. El movimiento feminista, en general, ha sido paralelo a la difusión de la Revolución Industrial ( ), al deterioro concomitante de las normas tradicionales y al logro de la independencia económica de la mujer. Actualmente, en occidente, al logrado sus objetivos originales el feminismo se ha transformado más en un estado psicológico –una constelación de ciertas actitudes mantenidas por mujeres individuales – que es un movimiento social. Continúa siendo un movimiento social en ciertas naciones que se encuentran en proceso de industrialización, en particular, en aquellas en las que las mujeres han sido relegadas por tradición a una posición subordinada.

Hablar de “movimientos feministas” permite designar bajo la misma denominación las diversas formas de los movimientos de mujeres; el feminismo liberal o “burgués”, el feminismo radical, las mujeres marxistas o socialistas, las mujeres lesbianas y las mujeres negras y todas las modalidades de movimientos actuales. La expresión “movimientos de mujeres” representan pues las movilizaciones de mujeres con un objetivo único, como los movimientos populares las mujeres en América Latina o los movimientos de paz en Irlanda o en Medio Oriente.

2.3 Movimientos Feminista y su relación con otros movimientos

Los feministas en general tienen un acercamiento holístico hacia la política, creyendo en las palabras de Martin Luther King, «una amenaza a la justicia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar». Siguiendo dicha creencia, los feministas usualmente apoyan otros movimientos como el movimiento por los derechos civiles y el movimiento por los derechos de los homosexuales. Al mismo tiempo muchas feministas negras, como Angela Davis, critican que el movimiento feminista es dominado por mujeres blancas.

Sin embargo, en ocasiones las feministas muestran su preocupación por el movimiento transexual, ya que desafía las distinciones entre el hombre y la mujer.

La transexualidad es rechazado por el feminismo radical, que considera que la masculinidad y la feminidad son construcciones socio – culturales, y por tanto, sentirse hombre o mujer carece de sentido y contribuye al sexismo.

2.4 Impacto del movimiento feminista en occidente

El feminismo ha producido muchos cambios en la sociedad occidental, incluyendo el sufragio femenino, el empleo igualitario, el derecho de pedir el divorcio, el derecho de la mujer de controlar sus propios cuerpos y decisiones médicas (incluyendo el aborto), y muchos otros. Muchos feministas discuten, sin embargo, que todavía resta mucho por hacer. Dado que la sociedad occidental se ha vuelto a favor de muchos principios feministas, muchos de estos han dejado de ser considerados feministas para convertirse en principios generales de la población.

Muchas creencias consideradas radicales en el pasado forman ahora parte del pensamiento político común. Casi nadie en las sociedades occidentales de hoy cuestiona el derecho de la mujer al voto o la propiedad, conceptos que eran vistos con gran extrañeza hace 200 años.

En algunos casos (en particular la igual paga por igual trabajo) se han alcanzado grandes avances, pero los feministas aún pelean para conseguir sus objetivos completos.

2.5 Estadísticas mundiales

A pesar de los avances realizados por la mujer hacia la igualdad en Occidente, queda aún mucho por hacer, de acuerdo a las estadísticas internacionales.

Las mujeres poseen nada más que el 1% de la riqueza del mundo, y ganan cerca del 10% de los ingresos, a pesar de conformar más del 51% de la población.
Cuando se consideran el cuidado de los hijos y el hogar, como ama de casa la mujer trabaja durante más tiempo que el hombre tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo.

Las mujeres tienen una representación legislativa mucho menor en comparación a la de los hombres: Suiza posee el mayor número de mujeres con un 42%, mientras que el promedio mundial es del 9%.

En promedio la mujer gana un 30% menos que el hombre, incluso en tareas iguales.

CAPÍTULO III

MOVIMIENTO FEMINISTA PERUANO

3.1 Definición

Es el movimiento que tiene propósito luchar por la autonomía, igualdad y diversidad de los derechos de la mujer peruana. Uno de los desafíos para la mujeres en los últimos años es exponer los vínculos de cómo se estructura el sistema global de dominación, de una sociedad machista peruana, que se sostiene a través de la violencia cotidiana hacia las mujeres en sus diversas manifestaciones.

Uno de los temas que más se ha trabajado es el de la mercantilización, por ejemplo, la forma en que los cuerpos de las mujeres son convertidos en instrumentos de políticas comerciales. Los cuerpos femeninos son vistos como mercancía; entre otras, como figuras de publicidad en la televisión, en la calle, en cualquier lado. Con ello ha crecido también la industria de la prostitución y el tráfico sexual.

Enfoques sobre el movimiento feminista peruano
El Movimiento de mujeres en el Perú se desarrollará desde tres puntos de vista: el político, el feminista y el urbano popular.

3.1.1 Enfoque Político

Es aquella ligada a los movimientos políticos que desde comienzos del presente siglo se adscribieron a la gama de la izquierda, es decir aquellos de carácter reformista o revolucionario, antiimperialistas y anticapitalistas, que movilizaron a las mujeres hacia sus proyectos políticos de cambio social.

Desde los grupos políticos conservadores no ha habido un intento orgánico y permanente por movilizar a la s mujeres, salvo en dos ocasiones para contrarrestar la protesta popular; la primera de ellas fue en 1930 bajo el régimen militar dictatorial de Luis M. Sánchez Cerro y la segunda en la década del 50 durante el gobierno del general Manual A. Odría de características semejantes a las del primero.

Las anarquistas

El desarrollo del anarquismo sindicalista en nuestro país alcanzó su mejor momento entre 1911 y 1924, período que coincidió con la salida de su publicación “La Protesta”. Dicha corriente desplazó al mutualismo que hasta entonces había sido hegemónico en el ambiente obrero pero recogió los hábitos y las costumbres de la cultura obrera fomentada por esta corriente, cuyo rasgo central fue asumir la problemática de la clase obrera en su doble aspecto productivo y reproductivo, es decir, no se centraba parcialmente en el obrero como trabajador individual, ni las reivindicaciones giraban exclusivamente en torno al salario. El sujeto social de sus acciones fue la familia obrera –conviviente o cónyuge, hijos, abuelos o parientes que conformaban cada unidad familiar- por tanto las necesidades que se aspiraban satisfacer eran aquellas que se recogían en cada uno de sus miembros: niños, jóvenes, mujeres, ancianos, etc., envolviendo por tanto temáticas diversas como la educación, la salud, y los “males sociales” que amenazaban a cada uno de sus integrantes, entre ellos: la explotación sexual, la prostitución, el aborto, etc.

Además, el conjunto de esta problemática era asumida colectivamente como clase de allí que bajo el mutualismo (régimen de prestaciones mutuas que sirve de base a determinadas asociaciones) y el anarquismo (doctrina política que propugna la desaparición del estado y de todo poder) sindicalismo (sistema de organización obrera por medio del Sindicato = Asociación de trabajadores constituía para la defensa y promoción de interese profesionales, económicos o sociales de sus miembros), se impulsaron organizaciones femeninas. Se auspiciaron secciones femeninas en los Comités Obreros, para que desarrollen actividades educativas dirigidas a la juventud obrera a fin de brindarles profesionalización y capacitación para el trabajo industrial y comercial. De esta manera por iniciativa propiamente obrera, se crearon las primeras “Escuelas técnicas para mujeres” 1

De otro lado, el papel de las mujeres en las asociaciones obreras era el de canalizar ayuda entre sus miembros en caso de enfermedad y muerte. Estas organizaciones tenían un fondo económico para atender estos casos pero sucedía también que frente a eventualidades mayores ellas se encargaban de recolectar dinero, y en caso necesario, asistir directamente a las familias afectadas.

Con el advenimiento del anarquismo estas prácticas se redimensionaron recreando sus jerarquías bajo la lógica de los nuevos elementos doctrinarios que trajo las contradicciones de clase entre el proletariado (obreros campesinos explotados) y los capitalistas (empresarios dueños de los medios de producción, fábrica o explotadores) que se observaban en la explotación económica y se reflejaba en los pobres salarios. Lo que generó la organización del sindicato y la huelga para luchar contra esta situación.

La creación de los sindicatos tuvo un efecto de exclusión para las mujeres, porque su composición se limitó a los trabajadores directos siendo éstos en su mayoría varones, también porque venían cargados de elementos ideológicos determinantes (las mujeres no podían participar en hechos de violencia); y por último, porque al ser gestado como un medio de gestión política pública en la sociedad, lo que estaba reservado para los hombres.

Las obreras fueron excluidas del sindicato aunque trabaran en la misma fábrica o quizá debido a ello pues el poder masculino que se afianzó en el sindicato les sirvió también para enfrentar el temor que les inspiraban sus compañeras por ser consideradas como una amenaza a su estabilidad laboral. Sin embargo, las mujeres de esta clase social enfrentaron la discriminación haciendo uso de la experiencia ganada en sus asociaciones mutualistas.

Cuando los sindicatos obreros entraron en huelga 2 las redes establecidas por las mujeres para el socorro mutuo fueron utilizadas para sostener la huelga no sólo en la recolección de dinero sino en múltiples actividades para sacar exitosamente las demandas de sus compañeros: ellas en comisiones acudieron a otros sectores populares en busca de solidaridad y a los círculos de las clases políticas dirigentes de la misma burguesía para que intercedan antes sus patrones.3

En este sentido, el papel de las mujeres fue sumamente importante en la popularización de las luchas sindicales. Sin embargo, su participación también se amplió hasta la acción directa en la lucha, organizaron la “olla común” 4 y desplegaron acciones defensivas frente a la represión policial 5.

El carácter de su participación en estos momentos cruciales y dramáticos produjo en sus compañeros un cambio de actitud. Ya que en algunos sindicatos aceptaron la participación femenina en las asambleas e incluso en algunos llegaron a ocuparon cargos dentro de la estructura dirigencial.

Las mujeres fueron las fundadoras de los centro culturales y las bibliotecas obreras de Lima y provincias; mantuvieron su funcionamiento y a través de ellas establecieron una red orgánica de relación entre diversos núcleos obreros. Del mismo modo incursionaron en la prensa obrera llevando la reflexión sobre la problemática femenina y llamando a las mujeres a la movilización.

El análisis sobre la condición femenina que elaboraron los anarco – sindicalistas partieron de los principios y supuestos que compartían con sus compañeros y por tanto también en su aspecto general convergieron en las mismas propuestas; la diferencia radicó en que las temáticas que ellas abordaron, involucraron siempre a las mujeres bajo un enfoque que auspiciaba el protagonismo femenino. De allí que el discurso de los anarco – sindicalistas hiciera alusión permanente a la utopía de la “libertad e igualdad entre los sexos” que ofrecía este proyecto y desde esa perspectiva elaborara sus análisis y su reflexión sobre la situación de la mujer de clase obrera.

Por esta razón, además de denunciar la condición de objeto en que el capital y la iglesia colocaban a la mujer, advirtieron sobre sus manifestaciones entre los obreros. Sacaron a la luz, por ejemplo, la violencia hacia las mujeres existente entre las parejas obreras. También se encargaron de desmitificar la imagen idealizada que los anarquistas habían construido sobre el concubinato o convivencia sin lazo matrimonial, muy común en los medios obreros de Lima.

La mayor expresión de los anarquistas la tuvieron a través de la prensa con “La Crítica”, periódico editado y dirigido por Dora Mayer 6 y Miguelina Acosta Cárdenas, la originalidad de los planteamientos y acciones de la primera, la acercó estrechamente a las anarquistas, especialmente a Miguelina Acosta, reconocida líder de ese movimiento.

Hacia sus postrimerías, el anarco – sindicalismo abrió un debate con las feminista autónomas. La discrepancia fue en torno al sufragio femenino, al cual se oponían las anarquistas como a cualquier otro tipo de participación en la política formal. Sin embargo, esta diferencia particular, es uno de los antecedentes en la brecha política entre políticos y feministas especialmente cuando se formaron los primeros partidos políticos modernos.

B. Las apristas

La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) fundada como frente político continental fuer convertida en partido político 7 peruano en 1928 por obra de su fundador y líder, Víctor Raúl Haya de la Torre. Hasta ese momento la generación intelectual que surgió con la reforma universitaria de 1919 se había mantenido unida pero la fundación del Partido Aprista abrió la brecha entre ellos y con la creación del Partido Socialista por José Carlos Mariátegui, la división de profundizó.

Para las intelectuales y las activistas feministas las consecuencias fueron aún más drásticas: en primer término porque la opción política partidaria las dividió –la polémica entre ambos partidos fue agria y frontal- en especi8al cuando el Partido Socialista se transformó en Comunista luego de la muerte de Mariátegui.

En segundo lugar, las intelectuales pioneras de la teoría política feminista optaron por su autonomía y hasta el distanciamiento cuando cayeron en la cuenta que en estos espacios no tenían cabida sus puntos programáticos. Debió ser ésta la razón por la que las nuevas militantes decidieron silenciar las demandas feministas.

En el APRA este proceso fue vivido directamente por la poeta Magda Portal, fundadora del partido y miembro de su Ejecutivo Nacional, encargada junto con Carmen Rosa Rivadeneira de organizar la sección femenina, responsabilidad que mantuvo hasta que se separó definitivamente en 1948. Para entender la posición del partido Aprista en esta etapa con respecto a la mujer, habría que distinguir entre lo que fue el interés de las militantes y los objetivos de los dirigentes varones. Así se explica que se retracten de los planteamientos aprobados en su Primer congreso Nacional de 1931 en los que se aboga por la igualdad de derechos políticos, el voto femenino desde los 18 años de edad y su derecho a desempeñar cargos públicos en función de sus cálculos políticos y de intereses del partido.

Su propuesta del femenino universal fue sustituida por la del voto calificado, entendiendo que estaban aptas para éste las mujeres que realizaban un trabajo manual o intelectual, descalificando para ejercer este derecho a las mujeres “parasitarias” (léase amas de casa) de las clases altas y medias a la que se les atribuía un aposición política conservadora.

El sustento economicista en que se basó la posición del APRA fue tan convincente que las mismas integrantes de la sección femenina justificaron dicha postura siendo éste precisamente el punto de ruptura de las feministas con las apristas.

Las socialistas y comunistas

Las mujeres que participaron de la fundación del Partido Socialista (1928) convertido posteriormente en Partido comunista (1930) fueron artistas e intelectuales que desde 1926 se habían congregado alrededor de la revista “Amauta”.

La amplitud ideológica de este grupo se manifestó entre otros aspectos en la recepción que tuvieron las mujeres para desplegar sus habilidades literarias y expresar sus ideas feministas, políticas o sencillamente modernas sobre la condición femenina. Opiniones vertidas fundamentalmente en relación al impacto del capitalismo sobre la vida de las mujeres como su incorporación al trabajo productivo o “fuera de casa”, sus efectos sobre la maternidad y la crianza de los hijos, la relación entre los sexos en los nuevos espacios de la actividad pública en que incursionaban: trabajo, política, deporte, etc.

La apertura del núcleo de “Amauta” se mantuvo incluso después de fundado el partido Socialista, pero se estrechó completamente al modificarse en Comunista pues una vez que se afilió a la Tercera Internacional, se cerró doctrinariamente a la posición oficial.

La categoría de “clase” como el eje de análisis y de la praxis política se volvió hegemónica, la problemática de la mujer fue entendida bajo esta categorización, se la asumió entonces exclusivamente como trabajadora y, aunque a los comunistas la incorporación de las mujeres al trabajo les parecía nefasto en sus consecuencias para la familia, consideraban que, al menos en su calidad de proletarias 8, se organizarían para luchar contra el capitalismo.

De esta manera, todo el espacio del ámbito privado fue excluido y hasta ignorado el rol de la mujer como madre – educadora; la mujer no existía como género sino en su calidad de trabajadora, aún así, la atención que se le brindó como tal, fue mínima.

De otro lado, en el plano político se descartó toda lucha y movimiento que no partiera del principio de la lucha de clases y que no tuviera por finalidad la revolución socialista. De esta manera el movimiento feminista que nacía de reivindicaciones de género y abogaba por el sufragio femenino fue relacionado como una expresión burguesa en el seno del proletariado y como tal descalificado.

En consecuencia, las mujeres que se adscribieron al proyecto comunista debieron silenciar sus inquietudes para permanecer en el partido. Aún así debe recordarse a la periodista Angela Ramos, conocida por su defensa de los derechos humanos y a Adela Montesinos, poetisa arequipeña, quien mantuvo solidariamente su postura feminista.

3.2.2 Enfoque Feminista

Enmarcada por la inusitada aparición de las mujeres en diversas esferas sociales – educación, profesionalización, trabajo, etc., y por la multiplicidad de iniciativas femeninas en el campo artístico – cultural, profesional, asistencial y político- el movimiento feminista de está época tuvo dos momentos importantes en su desarrollo.

A. Primer Feminismo Moderno

El 28 de octubre de 1911 María Jesús Alvarado Rivera dio lectura a su conferencia titulada “El Feminismo”, con la cual dio nacimiento a la primera expresión moderna y política del “Movimiento Feminista en el Perú”.

El carácter de su propuesta, eminentemente política, la emparentó con el planteamiento liberal acerca de la emancipación social de al mujer del siglo pasado y con los movimientos sufragistas que coetáneamente se desarrollaban en Europa y Estados unidos.

Sin desdeñar el bagaje acumulado por las intelectuales peruanas en su lucha por la educación femenina, ella incorporó esta demanda al interior de un ideario que la diferenció de sus antecesoras y de las corrientes ideológicas mutualistas y anarquistas.

Basándose en el principio fundamental de la ”igualdad de la potencialidad mental y de la habilidad para el trabajo del hombre y de la mujer”, planteaba que la llamada “inferioridad femenina” se debía a causas históricas, por tanto deberían cambiarse esas condiciones externas a la naturaleza. Para ello, proponía brindar trabajo para conseguir independencia económica y educación para lograr autonomía de conciencia. Bajo esta nueva situación, la mujer se convertía en sujeto activo del progreso y de la integración nacional.

Como resultado de estas condiciones, exigía también igualdad de derechos civiles y políticos, de allí que una de sus demandas centrales fue el derecho al sufragio femenino y a la ocupación de cargos públicos.

En su enfoque, el Estado aparecía como el ordenador de las relaciones sociales, por ende también sustentaba las bases que mantenían la discriminación de la mujer, de allí que su discurso apelara al Estado y al poder formal. El carácter reivindicatorio de su propuesta la llevó a considerar la necesidad de la acción concertada de las mujeres para obtener esas demandas. Así surgió la idea de la organización y nació “Evolución Femenina” en 1914 constituyéndose en la primera organización feminista del Perú.

A.1 Evolución Femenina

Organización de mujeres que desplegó una amplia labor a favor de las mujeres, particularmente de aquellas pertenecientes a los sectores urbano – populares aunque su radio de acción alcanzó también a la población de las comunidades indígenas.

Entre el conjunto de actividades que expresaron el carácter político feminista de esta institución cabe destacar la cre3ación de la Escuela Taller Moral y Trabajo y la campaña por la obtención de cargos públicos en las Sociedades de Beneficencia Pública.

Evolución Femenina desde su posición feminista adoptó un actitud diametralmente opuesta, vio las causas de la prostitución en las condiciones económico – sociales que colocaban a las jóvenes pobres sin educación y sin trabajo en las “garras” de la prostitución para poder subsistir, a las que sumaban las relaciones de dominación que los hombres ejercían sobre las mujeres y la situación de abandono en la que se encontraban numerosas madres solteras.

Desde esta perspectiva inició una campaña de denuncia entrando en polémica con las posiciones conservadoras y alzando como alternativa la educación femenina para el trabajo a fin de brindar a las mujeres la oportunidad e obtener recursos sin atentar contra su dignidad.

Para redondear su campaña se propusieron ellas mismas abrir una escuela con este fin dirigida específicamente a “aquellas que habían caído en desgracia”. Para ello Evolución Femenina con María Alvarado a al cabeza consiguió la participación de algunos sectores políticos especialmente de los liberales, de medios de información como “El Comercio”, de las intelectuales y políticos anarquista y de las “damas de la alta sociedad”.

A.2 Feminismo peruano

Fue la segunda organización feminista creada en 1924 por iniciativa de Zoila Aurora Cáceres. Le correspondió a este movimiento activar en el momento más difícil para las iniciativas femeninas y feministas autónomas. Para esta fecha los medios democráticos se reducían aceleradamente, toda oposición al régimen del presidente Augusto B. Leguía era respondida con represión, especialmente aquellas que procedían o se identificaban con las demandas populares.

Fue este motivo el que arguyó el régimen para encarcelar y luego deportar a María J. Alvarado, lo que constituyó un duro golpe al movimiento feminista de la época. Fue así que Feminismo peruano resultó siendo una voz solitaria en condiciones altamente adversas.

Este desencuentro se evidenció nítidamente hacia 1930 cuando Zoila Aurora Cáceres retornó al Perú y reactivó Feminismo peruano bajo sus postulados primigenios en una coyuntura en que la polarización social se plasmó en fuerzas político – partidarias opuesta entre el campo oligárquico terrateniente y el campo obrero sindical.

En este contexto, la confrontación de dichas fuerzas se trasladó momentáneamente a la Asamblea Constituyente (1932), uno de los temas en debate fue precisamente el sufragio femenino.

Zoila Aurora Cáceres que desde 1924 abogaba en su favor a través de artículos periodísticos y conferencias dirigidos a diversos sectores sociales de mujeres, en este período orientó sus esfuerzos a ganarse la voluntad de los distintos partidos.

3.2.3 Enfoque Urbano Popular

Su constitución y desarrollo estuvo directamente ligada a la transformación del proceso económico, principalmente al crecimiento industrial, diversificando los oficios de la mano de obra femenina.

Los cambios operados en las condiciones materiales de existencia de un grueso sector de la población residente en la ciudad, impulsó la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo como a la extensión y creación de ciertos oficios que les generaron ingresos y medios para la subsistencia.

Si tomamos en consideración que las mujeres de origen popular siempre han trabajado: servidumbre indígena, esclavitud negra, oficios menores, etc., el proceso ocurrido en las tres primeras décadas del presente siglo trajo algunos cambios fundamentales que echaron los gérmenes para la modificación de su estatus social y político.

Uno de esos cambios fue la aparición de la mujer obrera cuya repercusión social e ideológica no se debió tanto a la novedad de observar mujeres realizando un trabajo productivo directo sino más bien el que lo hicieran en la fábrica por jornadas de 8 á 12 horas diarias que le restaban presencia en el hogar y en la vida familiar.

De otro lado, aunque el salario femenino fue interior al masculino, su condición de asalariada evidenciaba sin mediaciones un ingreso económico.

Ambas consecuencias fueron una amenaza para el sistema patriarcal de la época y de la autoridad ejercida por el jefe de familia.

Al cuestionamiento de las jerarquías patriarcales se sumó el hecho que por primera vez la mujer, en su calidad de trabajadora, viviera y compartiera el proceso de organización del movimiento obrero sindical.

Si bien es cierto que, por su situación objetiva, las obreras pudieron ser la punta progresiva del bloque femenino popular, lo real fue que las protagonistas del movimiento femenino asociado a las históricas jornadas de lucha del sindicalismo peruano fueron las esposas, hijas, parientes y familiares de los obreros.

En efecto, en el período de su gestación, el movimiento femenino popular estuvo estrechamente ligado a las primeras huelgas sindicales, es más, se podría afirmar que dependió de éstas a lo largo de los seis años que duró este período.

En su origen el papel de la participación femenina en las huelgas sindicales fue el de brindar la infraestructura para el sostenimiento de la huelga, si embargo, el carácter prolongado y la radicalización de las medidas de fuerza provocaron una reacción solidaria inusitada.

Pero fue en el segundo período (1918 – 1919), que el movimiento femenino popular evolucionó hacia un perfil propio y se dotó de formas organizadas específicas. Este período se inició con la lucha por la jornada de 8 horas y se cerró con una huelga general contra el alza del costo de vida en mayo de 1919.

En enero de 1919 se realizó un paro general, producto de la acción concertada de diversos sectores obreros de Lima y alrededores que tuvieron como unto central la jornada de las 8 horas, reinvidicación que ya en 1918 había sido conquistada para las mujeres y los niños.

Cuando la jornada de las 8 horas es extendida para los hombres, la dirección obrera decidió suspender el paro pero que no se beneficiaba directamente del decreto en mención y se encontraba fuertemente afectado por la carestía de los productos de primera necesidad que habían elevado considerablemente el costo de vida.

Dentro de este sector se hallaba el contingente femenino, que en relación a las movilizaciones anteriores, había diversificado su composición social; ya no se trataba únicamente de las familias de los obreros sino que se había extendido a una amplia gama de mujeres con ocupaciones diversas, las cuales se sintieron sin embargo, más afectadas por su condición de amas de casa. Fue precisamente esta condición, la que dio unidad a sus intereses.

Al formarse el comité Pro – abaratamiento de las subsistencias en abril de 1919, casi inmediatamente se constituyó su Comité Femenino el cual tuvo como antesala la primera asamblea de mujeres de la historia social peruana y organizó el primer mitin femenino el 25 de mayo del mismo año. A los pcocos días se produjo un paro general demandando el abaratamiento de las subsistencias; la protesta popular fue sumamente radical y violenta.

El nivel combativo de las mujeres fue destacado ampliamente por los medios de prensa. Transcurridos algunos días, el paro se debilitó sin que el Comité Pro – abaratamiento obtuviera ninguna reivindicación.

El tercer período de este movimiento fue representado por el movimiento sindical popular y por los intelectuales de clase media.

Este fue básicamente un momento ideológico en que el movimiento estudiantil tomó la posta del protagonismo social, liderando a la capas populares. Este cambio de hegemonía ideológica y política, tuvo profundas consecuencias en el campo femenino popular.

Así, al finalizar la década del 20, el movimiento femenino popular que en el período anterior había logrado articular sus interese y su unidad en este período, quedó dividido entre dos liderazgos políticos procedentes de las capas medias: la Unión Revolucionario y el APRA.

IV. Conclusiones

1. El feminismo es un conjunto de teorías sociales y políticas prácticas en abierta crítica de relaciones sociales pasadas y presentes, motivadas principalmente por la experiencia femenina. En general, el feminismo invoca una crítica a la desigualdad entre mujeres y hombres, y proclama la promoción de los derechos e intereses de la mujer. Las teorías feministas cuestionan la relación entre sexo, sexualidad, y el poder social, político y económico.

A pesar de que muchos líderes feministas han sido mujeres, no todas las mujeres son feministas y no todos los feministas son mujeres. Algunas feministas consideran que los hombres no deberían tomar posiciones de liderazgo dentro del movimiento, pero la mayoría aceptan o buscan el apoyo de los hombres.

El feminismo ha sido principalmente un movimiento de las sociedades occidentales en el siglo XX. Las feministas esperan que su movimiento obtenga el mismo impacto en el resto del mundo durante el siglo XXI.

2. El Movimiento Feminista es una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo.

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1 Entre las sociedades obreras que impulsaron las escuelas estuvieron la “Sociedad Progreso Feminista” , creada en 1916; la Sociedad Labor Feminista” en 1917; la Sociedad de Empleados del Comercio bien del Hogar, 1917; la Sección Femenina del Comité Obrero de Lima; y la Sección Femenina del Centro de Confraternidad y Defensa Obrera; casi todas de orientación mutualista.

2 Nos referimos a las huelgas de los Sindicatos textiles de Vitarte (1914-1915) y a la Huelga de los jornaleros de Huacho (1915-1917).

3  Las esposas y familiares de los obreros en huelga, buscaban a las esposas de los patrones estableciéndose una red entre las mujeres de carácter inter – clasista.

4 Con este nombre se denominaba y aún hoy en dia se denomina a la preparación colectiva de alimentos de la cual se beneficiaban todos los trabajadores en huelga con sus familiares.

5 Los primeros mártires del movimiento obrero sindical fueron las esposas y familiares de los jornaleros de Huacho.

6  Dora Mayer de Zulen (1868-1959), inauguró el movimiento indigenista de reivindicación de la población campesina indígena. Al lado de Pedro Zulen fundaron la Asociación Pro Indígena cuya labor fue promover la defensa legal de las comunidades indígenas y difundir un pensamiento a favor de su reivindicación social.

7 El partido político es un grupo organizado de ciudadanos constituido para defender y hacer triunfar sus opiniones y sus intereses y para obtener la realización de un programa de reformas.

8 Término marxista que se refiere a un tipo moderno de clase baja, formado por asalariados que no poseen los medios de producción, sino que venden su trabajo o fuerza de trabajo. El término no se usa ampliamente en sociología general, porque tiene un significado restringido.

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