Delfin Levano (1885 – 1941)

Delfín Amador Lévano Gómez, (Lima, 4 de noviembre de 1885 – 23 de septiembre de 1941), fue un líder anarcosindicalista peruano, periodista, obrero panadero, además de poeta, clarinetista y conferencista.  Fue fundador y redactor de los periódicos La Protesta, que se publicó de 1911 a 1921, y El Proletariado, fundado en 1921, ademas de otras publicaciones y grupos anarquistas.

En 1908, funda el grupo literario Humanidad, que luego se fusiona con el Centro Socialista 1° de Mayo para asi crear el Centro de Estudios Sociales ° de Mayo y su periódico, El Oprimido.  Encabeza también en grupo «Luchadores por la Verdad», que a partir de 1911 devendría el principal núcleo anarquista en el país.  Influenciado por las ideas de Bakunin y Kropotkin, como también por Enrrico Malatesta, de quien poseía casi toda su bibliografía, Lévano dejó una vasta producción intelectual, artística, y revolucionaria en diversos periódicos, revistas y semanarios de su época, firmando sus artículos con nombre propio, pero también como Lirio del monte, Amador del Ideal, Amador Gómez, Amador, D. D., entre otros; contribuciones de suma influencia en su tiempo, pero poco disponibles hoy en día.

Junto a su padre, otro destacado activista anarquista, Manuel Caracciolo Lévano, – y a pesar de sufrir persecución y cárcel- fue un constante organizador y activista por la jornada de ocho horas, la cual los sindicatos limeños -liderados por la Federación de Obreros Panaderos «Estrella del Perú», del cual Lévano era dirigente- lograrían luego de ardua lucha en 1919.

Luego de esta fecha, se convirtió en el mayor crítico y adversario sindical de la dirección marxista y populista-partidista que José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre respectivamente proponían para el movimiento obrero peruano.

ARTICULOS

1913: Sobre el primero de Mayo

Escrito: 1913.
Publicado por vez primera: La Protesta, año III, No 21, Lima, Mayo de 1913.
Versión digital: Partido Comunista Peruano 2006.

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La aurora de este día con sus resplandores fortalecientes, nos saluda cariñosamente y besa con sus labios de fuego nuestras frentes erguidas ante el común enemigo, como un reto de desafío a los prepotentes que ultrajan nuestros derechos y escarnecen la dignidad humana.
Cuando los obreros de Estados Unidos, el 1º de mayo de 1886, se lanzaron a la huelga nada menos de ocho horas, no fueron a festejar días de paz y de fraternidad con sus explotadores, sino a luchar varonilmente afirmando como clase desheredada el derecho a una mejor vida y enfrentando a los favorecidos por el oro y el poder su pujante fuerza dispuesta a implantar la resolución aprobada por el congreso de la Federación de trabajadores en 1884.

Consecuencia de esta lucha fue que el 14 de mayo, mientras la política cargaba contra una indefensa multitud de huelguistas, estallara una bomba en las filas de los legales asesinos de casaca. ¿Se trató de buscar el autor de este hecho premeditado por capitalistas y autoridades, y ejecutado por una mano mercenaria? No- Estaba demás y era peligrosa toda investigación. Se quería sofocar el despertar proletario, y la autoridad se concentró a apresar a los que por su valentía, inteligencia y entusiasmo en la lucha se habían distinguido entre sus compañeros. La rabia patronal se ensañó contra ocho obreros que, por su verbo candente de luz y de verdad, habían sido el alma del colosal movimiento de reivindicación. Spies, Fischer, Engel, Parsons y Lingg fueron condenados a muerte y el 11 de noviembre de 1887 los cuatro primeros subían al patíbulo, siempre altivos, desafiantes y temibles hasta el ultimo momento de sus heroicas vidas. Lingg se suicidó en la prisión mordiendo un cartucho de dinamita. Fue rebelde al extremo, pues no permitió que sus verdugos saciaran sus cobardes venganzas, Viéndolo pender de la horca Schwab, Neebe y Fieldens fueron condenados a prisión perpetua.

Que los detenidos eran inocentes lo demostraron los trámites del proceso; lo dijo la prensa obrera del mundo entero; lo confirmó más tarde la investigación y revisión del proceso abierta por un gobernador integérrimo que puso en libertad a los que vivían en prisión, publicando además una memoria donde se probaba con miles de detalles y de pruebas que los ahorcados eran inocentes del delito que se les imputó por los que creyeron matar al anarquismo suprimiendo a sus pregoneros.

Todo este cúmulo de intrigas, componendas y soborno con que se fraguó este asesinato jurídico, tamaño crimen perpetrado por jueces venales, que procesaron y condenaron las ideas de los acusados, inspirados por el temor y el miedo, los discursos solemnes de los presos y la valentía y serenidad con que se subieron al patíbulo, produjeron una gran conmoción en el mundo obreros, y el 1 de mayo tomo cuerpo en el espíritu de las masas como fecha de lucha y rebeldía.

Desde entonces, cada mayo significa el comienzo de una nueva jornada hacia la sociedad ideal que forjaran las mentes robustas de los mártires por su amor infinito a la universal familia del dolor. Las horcas de Chicago son lumbreras que nos guían en el laberinto social y nos instan a seguir nuestra peregrinación de rebeldes voceros del rojo evangelio de la humana redención.

¡Mayo! Encarnación del entusiasmo y del coraje de la indómita e inmensa columna del trabajo, anhelante de renovar este armatoste social cimentado sobre la mentira y la ignorancia elevadas a virtudes y la explotación y la tiranía endiosadas como derecho indiscutible e inolvidable.

¡Mayo! Reconcentración de fuerza y revista de la falange proletaria que afirma el mismo derecho a la equidad económica social para todos los seres humanos.

¡Trabajadores! Afirmemos en este día nuestro pacto de solidaridad internacional, sin importarnos los límites de una patria que nos aniquila lentamente, y de un Estado que sienta sobre nuestras espaldas el peso de su brutal y represiva mano.

¡Adelante la columna de trabajo! Que no se detenga la marcha arrolladora de los que piensan y sienten el calor vivificante del ácrata ideal. El progreso está con nosotros. El porvenir nos pertenece. Somos los más, y el triunfo es de los fuertes y los rebeldes que no transigen con el Mal.

Escuche en este día, la casta parasitaria de curas, militares, patrones y gobernantes, el chirrido de cadenas que se rompen, el anatema del esclavo, la imprecación del luchador y el crujir de esta vieja sociedad que se derrumba.

¡Salve, Oh Mayo! ¡Salud proletarios de la Tierra!

La Protesta une su voz de lucha y rebelión al himno universal que hoy entornan los Gladiadores libertarios que apresuran la Revolución Social.”

Amador Gómez

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1923: Lucha de clases o »Acuerdo Nacional»

Escrito: 1923.
Publicado por vez primera: En septiembre de 1923.
Versión digital: La Protesta, no. 2, primer trimestre de 2004, http://www.laprotesta.freeservers.com/no2/index.htm.
Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de 2010.

Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de 2010.  El título con el que aparece aquí es nuestro.

Es innegable el antagonismo económico-social entre capitalistas y obreros, antagonismo cada vez mas acentuado por cuanto son dos fuerzas diametralmente opuestas en su funcionamiento, en sus propósitos, en su desenvolvimiento y aspiraciones.

Los capitalistas, por formar una casta dominante, son forzosamente conservadores, pues no de otra manera podrían perpetuar su régimen social que les favorece con honores, riquezas y poderío.
Los obreros, por el contrario, constituye una clase subyugada que sufre todo genero de exacciones. Por estar ineludiblemente sujetos al trabajo, vegetan en la servidumbre y carecen de libertad de acción, de independencia, de dignidad social, toda vez que la pobreza en que viven significa la esclavitud mas abaldonante.

Siendo el capitalismo una fuerza conservadora, sus componentes son parásitos sociales que succionan, que extorsionan y humillan a los obreros. Acostumbrados los capitalistas a las comodidades, al lujo, al derroche y al disfrute de todos los placeres, cometen el horrendo crimen del despojo social, acaparando el producto del trabajo ajeno y acumulando riquezas a fin de asegurar su propia dicha y la dicha de sus descendientes. Como es lógico, este despojo y codicia capitalista se fundan, primero, en la inveterada [vieja, arraigada] inmoralidad transmitida por los primeros hombres que usurparon la tierra y los productos labrados por otros hombres más débiles e ignorantes, inmoralidad que hoy la ley consagra como el derecho de la propiedad privada; y, segundo, por la fuerza brutal de que dispone el Estado, fruto y sostén del poderoso –despojo y codicia que siembran las privaciones y angustias que sufre la inmensa familia proletaria que, pese a mucho trabajar durante su vida, apenas alcanza para ganar el suficiente salario que le condena a vivir miserablemente-. ¡Contraste inaudito que nos llena de indignación!.

Colocadas frente a frente hay, pues, dos clases marcadamente distintas, producto del antagonismo del que hablamos arriba: de un lado los que holgan y nadan en la opulencia con su vida fastuosa y cómoda; del otro, los que nada tienen y carecen hasta del necesario alimento para alimentar su cuerpo desfalleciente y que, sin embargo, desgastan sus energías trabajando rudamente toda su existencia.
¡Contradicción flagrante! ¡Realidad pavorosa, que desmiente categóricamente [los supuestos] principios básicos de la democracia actual: libertad, igualdad, fraternidad!.

No cabe duda que el capitalismo, después de la Revolución Francesa, una vez destruido el feudalismo y la “aristocracia de sangre”, ha contribuido al progreso de las industrias y al desarrollo de la civilización, provocando el acercamiento comercial de todos los países. Pero ,¡a costa de cuantas lagrimas y hambres, de cuanta sangre, de cuantas vidas de proletariados sacrificadas en bien del triunfo de la pluto-autocracia de todas las naciones!. Sin embargo, los economistas y plumíferos defensores de la burguesía, y hasta ciertos “científicos” que teorizan desde sus poltronas sin hacer una disección investigadora de la estructura social presente a fin de aplicarle una critica justiciera, proclaman que el adelanto de la ciencia y el perfeccionamiento del maquinismo, así como el progreso de la química y el aprovechamiento de las fuerza o agentes naturales, producen un mayor bienestar social, pues arguyen que a mayor producción en menos cantidad de tiempo y energía humana corresponde mayor riqueza y, por ende, menos miseria.

Garrafal impostura puede tener visos de verdad para mentalidades rudimentarias o rutinarias, pero no ante los hechos que vemos, que palpamos, que sentimos; no ante las tremendas y oprobiosas injusticias y los contrastes sociales de este orden burgués, donde el progreso de las artes, de las industrias y hasta de las ciencias es en provecho de las clases acomodadas y en detrimento moral y físico de los trabajadores.

Siendo, pues, una verdad demostrable e indiscutible el antagonismo de las clases capitalistas y obrera; siendo otro hecho real que los capitalistas tienden a conservar sus privilegios y a perpetuar las actuales condiciones de vida; siendo también otro hecho histórico el que los obreros, hoy podemos decir parias, siervos, asalariados de quienes los explotan, tienden a libertarse de esa esclavitud, no comprendemos en que razones se fundan ciertos elementos tildados de “revolucionarios sociales” para pregonar la “armonía” entre el Capital y el Trabajo, entre los amos y los esclavos, entre el que despoja y el despojado.

¡No!; no puede haber tal armonía: esta alianza o colaboración con los que gobiernan y los que explotan con el objeto de “mejorar la triste condición de los desheredados” solo puede fundamentarse en un errado concepto de lucha de clases y de la misión histórica del proletariado organizado sindicalmente.
No se alegue que aquí los trabajadores todavía no están organizados ni, mucho menos, preparados para llevar a la practica una marcada tendencia sindicalista separadas de las demás clases opresoras económica y políticamente; no se alegue que hay que hacer algo mientras los obreros, con el tiempo, comprenden su misión eminentemente revolucionaria y libertaria; no se alegue que los obreros todavía son incapaces de recibir y comprender la generosa ideas libertarias. ¡Sofismas, nada mas que sofismas o medios de bastardear el legitimo obrerismo son todos esos alegatos!.

Precisamente por estar en su comienzo la organización obrera, por estar en gestión la tendencia sindicalista y las ideas anarquistas, conviene no comenzar mal ni dar una falsa orientación al movimiento obrero ni sembrar el confusionismo con ideas retrogradas o retardatarias,cuando la enseñanza de la historia, con claridad meridiana, con afirmaciones rotundas, con postulados incontrovertibles nos señala la verdadera senda que tenemos que seguir para conquistar lo que tanta falta nos hace: la libertad política, la independencia económica, la superación intelectual y moral.

Terminamos diciendo: entre la extrema e insulsa opulencia y holgazanería de los de arriba y la extrema miseria y servidumbre de los de abajo hay antagonismos irreconciliables; los primeros son dominadores, los segundos son esclavos hoy, libertadores mañana; los primeros representan una fuerza de opresión, de sujeción; los segundos son una fuerza de avance revolucionario, de irrupción libertaria. Por lo tanto, son fuerzas antitéticas.

extraido de: http://www.marxists.org/espanol/levano/index.htm


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