Memoria Historica: Obreros y anarquistas en el Perù

Marco. A

Dos cosas me traen a escribir estas líneas sobre el proletariado peruano, antes y des-pués de 1919 con la conquista de las 8 horas de trabajo. La primera es una urgencia académica y la segun-da, para no aburrirme, una necesi-dad política.

Me refiero a la academia porque, estoy seguro de que pocos saben lo que paso el 15 de enero de 1919, lo que paso realmente, porque esos pocos si saben algo, lo heredaron, como si fuera un mito, del aprismo o del socialismo tradicional, impe-rante en nuestros días.

Y es que “el capitalismo y el socialismo domesticado no quieren hablar hoy de las luchas obreras que incluso han sido saca-das de los textos de historia por los ejem-plos de combatividad, heroísmo y solida-ridad”(1). Por esto y porque no existe texto alguno, salvo el que se publico el año pasado por Cesar Lévano(2) donde se le da la debida importancia y la nece-sidad de estudiar hoy en día la teoría revolucionaria del anarco-sindicalismo, desde sus formas primeras hasta el comu-nismo libertario frente a la globalización. Así mismo se exige una memoria históri-ca que responde a una necesidad política, la de acrecentar los esfuerzos revolucio-narios a la conquista del socialismo liber-tario.

EL ANARCO-SINDICALISMO PE-RUANO

Tres son los libros(3) que a pesar de sus esfuerzos ideológicos, no han podido explicar, ni describir siquiera lo que fue capaz de construir el anarco-sindicalismo peruano, porque sépase que antes de caos o terrorismo, los obreros de comienzos del siglo XX se organizaron disciplina-riamente, crearon bibliotecas, teatros, grupos musicales, periódicos, estrategias y tácticas sindicales, pero su importancia radica en haber superado al sindicato patronal (mutualismo de estado), contra-diciéndolo y destruyéndolo, garantizán-dole al proletariado peruano (que empe-zaba a brotar) la victoria sindical, y no conformándose en ello trazar el sendero luminoso a la revolución que antes había pronunciado González Prada. No como dice Sulmont o Piedad Pareja, apoyada en una vieja tesis marxista, que el anar-quismo solo daba cabida en el artesana-do, en la pequeña burguesía, esto es fal-so, revisemos sino lo que comprobaron Lenin o Mao, cuando afirmaron en sus tesis que el campesinado (que poseen pequeña propiedad) era fuerzas principa-les que darían luz a la revolución rusa y china respectivamente. Bakunin ya había acertado “los campesinos –decía-, opri-midos y siempre en rebeldía constituyen un poderoso ejército en pro de la revolu-ción social; conducidos estos, por los proletarios de la ciudades, formaran una fuerza invencible.”(4) Esta tesis fue puesta en acción por Makhno cuando inicio la revolución de los campesinos de Ucrania, que fueron aniquilados por el ejército bolchevique.

Los anarco-sindicalistas formaron mu-chos gremios como la federación de obreros panaderos “Estrella del Perú”, en este grupo estuvieron Manuel Caracciolo Lévano y su hijo Delfín Lévano entre otros zapateros, artesanos, textiles indus-triales, etc, inician el movimiento sindi-cal y organizan por primera vez el 1º de mayo en 1905, en homenaje a los anar-quistas muertos en Chicago. En esa vela-da que tenía como ponentes a Manuel González Prada con su discurso “El inte-lectual y el obrero” y a Manuel Caraccio-lo Lévano con su discurso “Que son los gremios obreros en el Perú y que deber-ían ser”, es en estos actos donde se cons-tituyo el primer programa proletario de nuestra historia, aquí se llamaba a la or-ganización y a la lucha por la jornada de ocho horas y otros derechos.

Por otro lado los anarquistas crearon, lo que fue, el periódico obrero mas difundi-do en el medio popular, periódico odiado por los presidentes de la república, “La Protesta”, que junto a otras publicaciones como “Las Parias”, “El hambriento”, “El oprimido” que crearon un estilo propio de escritura de palabras y verbos busca-dos, que agradaban mucho al proletaria-do, en sus páginas se reivindicaban las acciones laborales, denunciaban el problema de la mujer, se manifes-taba la miseria de los indígenas pe-ruanos. La parte cultural no fue olvi-dada, los obreros asistían a los tea-tros, interpretados también por obre-ros. Mariátegui habría intentado se-guir el estilo periodístico y cultural en “Labor” y “Amauta”, pero se en-camino hacia la defensa del socialis-mo autoritario, del marxismo.

Desde 1905 hasta 1918, los anarco-sindicalistas, dice Sulmont, habrían crecido y al fin formaron la Federa-ción Obrera Local de Lima (FOLL) en reemplazo de la Federación Obre-ra Regional del Perú (FORP) de 1913 (que tuvo problemas por su consti-tución centralista). Es así que Los anarco-sindicalistas ya habían instaurado en su programa la conquista de las 8 horas, antes que nadie.

LA JORNADA DE LAS 8 HORAS

He aquí un recuento editado por el perió-dico anarco-comunista “Quipikay” publi-cado el año pasado sobre dicha jornada “El 8 de Enero de 1919 el Presidente Pardo suprime las garantías individuales y disuelven violentamente las manifesta-ciones y concentraciones obreras espe-cialmente en Vitarte, ordenando también la detención de los dirigentes sindicales demostrándose una vez más que el Esta-do solo representa a la clase capitalista y que no le interesaban las demandas obreras. Esta provocación estatal es respondida unitariamente por la clase trabajadora que el 13 de Enero decreta un Paro General siendo su Comité de Huelga Central presidido por el obrero textil Fausto Navarrete y conformado por Carlos Barba, Nicolás Gutarra, Ju-lio Portocarrero y César Fonkén, todos ellos obreros. El diario el Comercio in-formaba que todas las mociones eran aprobadas a las 4 de la mañana:

1º Proclamar el Paro General por 48 horas.

2º Siendo el Paro General una significa-ción moral, incluidos en ésta la libertad incondicional de los apresados en Casa-palca, como también de todos los compa-ñeros que por motivo del movimiento fueron reducidos a prisión;

3º La Asamblea protesta contra la fuerza brutal del militarismo por derramar san-gre de los trabajadores, en su necio afán de sostener el estado normal de cosas.

4º la Asamblea al proletariado nacional hace un llamado para la conquista de las 8 horas por la acción directa”

Comisiones obreras salieron ni bien cul-minó la Asamblea. La solidaridad con esta lucha no se hizo esperar en El Ca-llao, pese a que los Jornaleros ya goza-ban de las 8 horas por su lucha de 1913. Allí los delegados de los huelguistas, Julio Portocarrero y Julio Campos. Este último, según narra Portocarrero, “se acercó a José Avante, el presidente de los Jornaleros… Les habló. El Presiden-te se trajó una banquita que tenía ahí. Dio la voz para que pararan todos y no ingresara ningún trabajador al muelle. El muelle Dársena quedaba frente a la plaza Grau. En la reja de entrada habló a los compañeros: aquí hay una delega-ción que ha venido de Lima, a poner en conocimiento que se ha decretado el Paro General. Así es que ya saben Uste-des lo que hay que hacer. !Vamos al Pa-ro General! ” Nada más. Yo no tuve que pronunciar una palabra más. Cada uno dejó de entrar al trabajo, y se fue.”

Pero el trabajo de solidaridad de los jornaleros no quedó allí. En el relato de Portocarrero hallamos una muestra de lo que es el poder obrero que sin pedir nada a cambio expresan solidaridad de clase: “Cada uno dejó de entrar al tra-bajo, y se fue. A dónde se fueron? Se fueron primero a hacer parar a los tran-viarios; luego a hacer parar a los del Molino Santa Rosa y Cogorno; se fueron a hacer parar a los del Vulcano; se fue-ron a hacer parar a los de la factoría El Águila y Guadalupe, y así a todos los centros de trabajo. Nosotros dimos una vuelta por ahí y dijimos, “vamos a Li-ma”. Cuando nosotros quisimos ir a Li-mas, ya no encontramos ningún tranvía, ya no había tranvía. Todo estaba parali-zado. La gente emprendía la marcha hacia Lima a pie. Nosotros también nos vinimos así.”

Lima y Callao, incluyendo sus Balnea-rios, entonces, estaban paralizados total-mente el dia 13 de Enero. Las clases dominantes, los capitalistas, el gobierno, su gendarmería, todos estaban a la ex-pectativa luego de ese día y temerosos tuvieron que ceder a la exigencia obrera. Así el 15 de Enero de 1919, el Ministro de Fomento Manuel Vinelli fue enviado por el Presidente José Pardo a leer en el local de la Federación de Estudiantes, donde hoy es el Museo de Arte en el Pa-seo Colón de Lima, El Decreto con el que se oficializó las 8 horas de Jornada laboral en el Perú. El Director de Fo-mento, Sr. Figueroa fue comisionado por el Gobierno para dar a conocer a los Huelguistas en el Local donde se concen-traban en el Parque Neptuno que estaba totalmente cercado por el Ejército.

El 15 de enero de 1919 se logró la con-quista de 8 horas laborales después de años de espera y luchas constantes, el pueblo salió a las calles de Lima feste-jando su victoria.

Asi se convertirian en los primeros en conquistar en América la jornada de ocho horas. (Franz García – Grupo Quispikay Llaqta, 2007)”

Sobre esta historia escribieron Cesar Lévano (5) y José Barba Caballero, un marxista y un aprista, su discusión-debate se prolonga aun a estos días. Lo cierto es que el aprismo no pudo enfren-tar al socialismo de Mariategui, encarna-do en Lévano, ni en lo teórico ni en lo práctico, por ello este señor Barba Caba-llero que en su libro Historia del movi-miento obrero” confronta al anarquismo teórico con el marxismo occidental que para su publicación en 1981 ya había avanzado bastante, pero lo recalcitrante de este asunto es que el aprismo, dice Barba, tiene como una de sus bases prin-cipales al anarquismo, eso es absurdo, sino preguntémosle al señor Alan García Pérez, que manda a arrestar hasta a los “bolivarianos” (reformistas) que iba pues a soportar a un anarquista. Cesar Lévano escribe “La verdadera historia de la jor-nada de las 8 horas” en ella su espíritu marxista pone todo el peso sobre Haya de la Torre, acusándolo de oportunista, de haberse vanagloriado de la jornada de las 8 horas cuando no fue así, cosa que no discrepamos con Lévano, sin embargo esta visceral confrontación tacho, discri-mino y mutilo de la historia el logro con-junto de obreros anarco-sindicalistas. Es cierto, muchos de los anarquistas pasaron a las filas del partido socialista (de Ma-riátegui) e incluso al aprismo, pero esta crisis tiene su explicación en los triunfos soviéticos, de aquella época de “dictadura del proletariado”, que dieron confianza y emularon a las masas obreras de Rusia, en el Perú el pago es grande, dicha emulación trajo consigo la banca-rrota del sindicalismo peruano, muerto Mariátegui la CGTP se fue a la decaden-cia como vemos hoy.

CONCLUSION

Las primeras líneas del libro de George Woodwock, el anarquimo, dicen: -“Todo aquel que rechaza la autoridad y lucha contra ella es anarquista”, dice Sebastián Faure. Esta definición es tentadora por su simplicidad. Pero la simplicidad es, pre-cisamente lo primero que debe evitarse al escribir una historia del anarquismo-. La afirmación es cierta, las tradiciones anar-quistas en el mundo y en el Perú han sido enormes, exitosas como la España de 1936, como las guerrillas revolucionarias de 1917 en Ucrania; pero no todas las luchas obreras como la FORA en Argen-tina, las guerrillas de Uruguay, la FORP en el Perú han sido exitosas, es que para el anarquismo las derrotas, las experien-cias son pequeñas evoluciones, que cons-tantemente están nutriendo al pueblo, generando principios de lucha en dialéc-tica, hasta llegar a consolidar una teoría científica, revolucionaria y de clase. Chomsky mencionaba, haciendo referen-cia a un historiador conocido, el anar-quismo es como el papel lo aguanta todo.

NOTAS:

(1)Mauricio Quiroz Torres, profesor coordinador del movimiento magisterial “Germán Caro Ríos”

(2)“La Utopía Libertaria, Manuel y Delfín Lévano”, Editorial congreso del Perú-2006.

(3) PAREJA PFLÜCKER, Piedad (1978) Anarquismo y sindicalismo en el Perú (1904-1929), pról. de César Lévano, Lima, Rickchay Perú, 120 p.

SULMONT SAMAIN, Denis (1980) El movimiento obrero peruano: 1890-1980, reseña histórica Editorial Tarea. 238p.

BARBA CABALLERO, José (1981) His-toria del movimiento obrero peruano, Lima, Signo, 298 p.

(4)BAKUNIN, Mijail “Escritos políticos-filosóficos.”

(5)LEVANO, Cesar “La verdadera histo-ria de la lucha por las ocho horas en el Perú”

sacado de: Utopias y Hechos, edicion insurgente n°61, pag 4-5, mayo 2008

Boletin Informativo del C.E.S »Manuel Gonzalez Prada»

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