Manuel Gonzalez Prada, ante la condiciòn humana

Por: Carmen Zavala.

Jueves 4 de diciembre de 2008

La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana. Tomo I, Lima, 2004 (Coordinadora M.L. Rivara de Tuesta)

Datos biográficos:

Manuel González Prada nace en Lima el 5 de enero de 1844, en el seno de una tradicional familia católica llegando su padre a ser Vicepresidente de la República por el partido conservador durante el gobierno del General Echenique. Abandona sus estudios en el Seminario de Santo Toribio y más tarde sus estudios de derecho en el Convictorio de San Carlos por enseñarse el derecho romano en latín, lengua de la iglesia, que González Prada rechazaba por ser parte esencial del clero. Se recluyó al campo donde se dedicó a la química y a la experimentación agrícola. Durante la guerra con Chile (1879-1883) promocionó la organización del Ejército de Reserva para defender Lima del ataque chileno quedando totalmente decepcionado de la cobardía y oportunismo de los grupos de poder enquistados en el Perú, cuando siendo designado segundo jefe del batallón de Reserva durante la defensa de Lima recibió la orden expresa del Presidente de no disparar. Esta amarga experiencia lleva a González Prada a encerrarse en su casa por dos años y marcará todo su trabajo posterior. En 1886 es proclamado Presidente del «Círculo Literario», el cual según él debía convertirse en un «Partido Radical de la Literatura».

En 1888 da su famoso Discurso del Politeama en el que en nombre de la ciencia y la libertad denuncia a los militares, al clero y al hispanismo como causantes de nuestra situación de opresión e ignorancia y de la consecuente derrota en la guerra. Esto le causaría la posterior censura de todas sus apariciones públicas y de sus publicaciones. En 1891 González Prada funda el partido «Unión Radical» levantando las banderas del descentralismo, laicismo y del indigenismo. Ese mismo año viaja a Francia donde permanece hasta 1898. También viaja a España donde de relacionó con el anarquismo, que marcaría su pensamiento por el resto de sus días. A su regreso al Perú es silenciado por el gobierno por propagar ideas anarquistas, cerrando todo periódico donde apareciera alguna huella de González Prada y encarcelando a sus colaboradores.

En 1907 González Prada publica «La anarquía» y Horas de lucha, una serie de ensayos críticos sobre la situación del indio, la iglesia católica y la situación social y política corrupta del Perú en todos los niveles.

Al final de su vida finalmente recibe el reconocimiento del Estado que lo nombra director de la Biblioteca Nacional de Lima cargo que mantuvo hasta el final de sus días, salvo durante el breve percance de un golpe de Estado de 1914 a 1915 en el que él mismo renuncia en protesta. Fallece en 1918.

Su obra literaria, así como su prestigio como activista librepensador son ampliamente reconocidos y difundidos por el sistema educativo peruano, aunque la difusión de su pensamiento filosófico y de la crítica a la influencia de Iglesia, que es central en su pensamiento, es más bien restringida y poco promocionada.

Concepciones de Gonzales Prada sobre la condición humana:

González Prada (1844-1918) fue uno de los más influyentes pensadores peruanos de inicios de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX y a pesar de haber nacido en el seno de una acomodada y poderosa familia conservadora y católica, las reflexiones sobre la condición humana de Manuel González Prada se mantuvieron siempre dentro del marco del pensamiento científico, y por ello, escéptico, aunque con declarada simpatía por el positivismo. En el aspecto de su pensamiento político, de una primera etapa nacionalista, que se derrumba cuando, durante la guerra con Chile (1879-1883), presencia la cobardía y oportunismo de los grupos de poder enquistados en el Perú frente a la propia población peruana, pasa a una etapa anarquista de reflexión más profunda.

La condición humana, según González Prada, depende únicamente de los propios hombres: “Lo que fuimos, lo que somos, nos lo debemos a nosotros mismos”. Esto debe entenderse por una parte, como respuesta teórica al determinismo religioso que sugiere que hay un Dios que determina nuestros destinos, y por otra parte, como arenga para la acción consciente y revolucionaria, contra la cobardía frente al ultraje y la humillación, disfrazada de tolerancia, por parte de la mayoría de los intelectuales peruanos de la época. Estos dos aspectos fueron gravitantes a lo largo de toda su obra y motivadores de su pensamiento.

En el aspecto de la argumentación teórica, tenemos que, a pesar de ser profundamente humanista, González Prada rechaza el antropocentrismo pues considera que los animales y las plantas poseen iguales derechos a la existencia en la tierra que nosotros y que “la Naturaleza no ajusta sus leyes a nuestras concepciones cerebrales, (porque) el Universo no fue creado para la Tierra ni la Tierra para el hombre, la Humanidad y el planeta desaparecerán un día sin que el Universo se resienta de la desaparición”. Con ello responde a las acusaciones que la iglesia hace a los ateos, en el sentido de que éstos creerían que el ser humano es todopoderoso e infalible y que pretendería reemplazar o superar la supuesta autoridad divina. Mas bien, González Prada destaca la necesidad de tomar conciencia de los límites de las certezas del ser humano y el absurdo de las posiciones dogmáticas e intolerantes, sin olvidar, sin embargo, que ”el no declararnos infalibles, el no imponer nuestras convicciones, implica el no someternos a las ajenas, ni reconocer derechos de autoridades individuales o colectivas. Lo que otorgamos a los demás, lo reclamamos para nosotros”, punto en el que opta por una alternativa más creativa y dignificante que la de los pseudoescépticos postmodernos contemporáneos que bajo la excusa de no poseer una verdad única, se someten y propagandizan asolapadamente el sometimiento de los intelectuales a los intereses de los grupos dominantes.

Así el aspecto teórico de su pensamiento cimienta el otro aspecto de su pensamiento: el práctico. Basándose entonces en el principio de que no hay nada natural o esencial en la naturaleza en general, ni en la naturaleza del hombre, Gonzales Prada afirma que, la libertad no nos es natural y que tenemos que luchar por ella, venciendo a “la ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados” a través de la ciencia pues, “los pueblos no cuentan con más derechos que los defendidos o conquistados con el hierro; y la libertad nace en las barricadas o campos de batalla”.

En cuanto al aspecto de la educación y la moral, González Prada consideraba que si bien los hombres individualmente podían perfeccionarse, “la elevación moral no parece un rasgo característico de la especie, sino más bien el don excepcional de unos cuantos individuos”. Este supuesto, resultado de la observación de la corrupción en todos los niveles de la vida institucional peruana, sin embargo no lo lleva a deducir que la educación debiera ser elitista, sino que más bien promueve la educación pública laica y científica para todos. Pues el origen de la ignorancia y la vileza en América Latina se debía, según González Prada sobre todo a la educación religiosa y a la influencia del clero en general. “Erradiquemos de nuestras entrañas los prejuicios tradicionales, cerremos nuestros oídos a la voz de los miedos atávicos, rechacemos la imposición de toda autoridad humana o divina, en pocas frases creémonos un ambiente laico donde no lleguen las nebulosidades religiosas, donde sólo reinen los esplendores de la razón y de la Ciencia. Procediendo así, viviremos tranquilos, orgullosos, respetados por nosotros mismos”. Porque, destaca González Prada ”la moralidad requiere más elevación del alma que la religiosidad, así, mientras en los hombres de gran cultura florece una moral sin religión, en las mujeres y los hombres incultos abunda la religión sin moral.”

Cabe recordar que para González Prada “La verdadera moral no veda sacar a la vida todo el placer y toda la felicidad posibles: tenemos derecho de chupar la fruta para extraerle el jugo, de respirar la flor para sentir toda su fragancia” y en ese sentido es una moral racional, con un toque de naturalismo nietzscheano, esto es, una moral que saluda a la vida y opuesta a la de la iglesia que profesa una moral basada en el sufrimiento autoimpartido, que para él sería una perversión moral..

No basta pues estudiar, para instruirse intelectual y moralmente, enfatiza González Prada, es necesario adquirir el modo de pensar científico, pues la educación religiosa, si bien puede instruir al hombre, lo mantiene “en la bajeza y la servidumbre, en vez de formar personas rebeldes y con firmeza de voluntad, que es lo que realmente libera al hombre.

Esta libertad, que para González Prada sólo se consigue con la ayuda de la ciencia, es fundamental en su pensamiento. Se refiere a ella no como la libertad de unos cuantos criollos y extranjeros, que era la libertad defendida y aceptada por gran parte de la intelectualidad dominante, sino a “la libertad para todos, sobre todo para los más desvalidos”.

En este mismo sentido en su publicación “Nuestros indios” afirma: “Nuestra forma de gobierno se reduce a una gran mentira, porque no merece llamarse república democrática un estado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley”. En este sentido no cree que la opresión del indio pueda combatirse con leyes, pues “mensajes, leyes, decretos, notas y delegaciones se reducen a jeremiadas hipócritas, a palabras sin eco, a expedientes manoseados. Las autoridades que desde Lima imparten órdenes conminatorias a los departamentos, saben que no serán obedecidas; los prefectos que reciben las conminaciones de la Capital saben también que ningún mal les resulta de no cumplirlas.” Aclara que la cuestión del indio ”que más que pedagógica es económica” sólo puede resolverse de dos maneras: “o el corazón de los opresores se conduele al extremo de reconocer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para escarmentar a los opresores.”< Como la primera opción es refutada de plano por toda la experiencia histórica González Prada propone que es necesario que el indio responda a la violencia con la violencia “escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le recluta en nombre del Gobierno, al montonero que le roba ganado y bestias de carga”, pues “el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la humanización de sus opresores”]. Por todo ello añade “al indio no se le predique humildad y resignación sino orgullo y rebeldía.”

Influenciado por la idea comteana de un progreso científico, González Prada divide la historia en cuatro períodos: “Período natural o primitivo: arreligiosidad absoluta; período medio: superstición pura; período actual: mezcla de superstición y ciencia; período futuro: exclusión de la superstición por la ciencia”, siendo este cuarto período la etapa más elevada del progreso humano y de su libertad. Avanzando hacia esta cuarta etapa viviremos una vida mas consciente y vislumbraremos “la organización científica de las sociedades” necesaria para llegar a “la etapa lógica de la evolución humana, que es como el denomina la organización racional de la sociedad que se debe dar en una sociedad anarquista.

Para aproximarnos a este ideal alienta a acudir a la Ciencia “ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la naturaleza” como un método de explicar la realidad libre de dogmatismos de todo tipo. Especifica que con “ciencia” no se refiere a “la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras universidades retrógradas: hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de la Ciencia con ideas de radio gigantesco, […] de la Ciencia positiva que en sólo un siglo de aplicaciones industriales produjo más bienes a la Humanidad que milenios de Teología y Metafísica”. Cabe notar que para González Prada, la ciencia es un modo de vida, una actividad práctica, por lo que algún momento entre 1871 y 1879 se retiró de la ciudad para dedicarse a la química y a la agricultura, experimentando con una nueva clase de almidón de yuca, sobre lo cual escribió un artículo publicado en “El tonel de Diógenes”.

Estas posiciones defensoras de la ciencia, siempre son criticadas por los representantes de la iglesia con el argumento de que la ciencia y, más aún los científicos, son falibles y que en última instancia la ciencia se basa en supuestos no probados, de modo que preferir a la ciencia humana, en vez de la fe religiosa, no sería más que una vana y absurda pretensión del ser humano de superar el conocimiento y poder de un supuesto dios. González Prada responde a esta tergiversación de lo que es ciencia, afirmando que sólo en las matemáticas hay certezas absolutas y que todas las demás ciencias son “una serie de conceptos aproximativos” por lo que debiéramos “considerar nuestras convicciones como un simple vestido que hoy usamos y mañana podemos cambiar”pues “los mismos sabios la miran (a la ciencia) como un cúmulo de verdades provisionales, no como un edificio inamovible y definitivo. Ellos no la juzgan infalible ni destinada a origen y fin de las cosas, sino a estudiar y explicarnos el cómo de los fenómenos ocurridos a nuestro alcance: listos siempre a cambiar de hipótesis cuando la antigua no satisface.”

Además, consecuente con su espíritu científico González Prada reconoce que en última instancia nuestra percepción es relativa a nuestros órganos sensoriales cambiantes y que en última instancia no se puede hablar de una “verdad” absoluta. Por ello aconseja que “para evitar el engaño, nada más cuerdo que mantener el juicio en suspenso. Donde faltan las pruebas irrefragables, la prudencia estriba en dudar: la duda representa la situación más luminosa del alma; el estado en que de todos lados recibe diferentes luces, no dejándose deslumbrar por ninguna…”.

Este escepticismo responde a una clara influencia nietzscheana en la obra de González Prada que se refleja no sólo en su crítica a la religión, al clero, a la ciencia mal entendida y en su propuesta moral y apuesta por la vida, sino también en su forma literaria, y en este sentido conscientemente elige diferentes estilos literarios en su obra, tales como el irónico, la denuncia, la poesía o el aforístico. Así por ejemplo, sus 261 aforismos recopilados póstumamente y publicados bajo el subtítulo Memoranda en El tonel de Diógenes, inmediatamente nos hacen recordar por su forma a los aforismos nietzscheanos. También se deja ver la influencia de éste filósofo cuando González Prada sugiere que la elección de la moral, puede, tratarse en el fondo de una mera opción estética. Así González Prada llega a declarar que “… mientras la metafísica, la teología, la historia, la jurisprudencia son mentiras graves, rastreras y enojosas, la poesía es una mentira alegre, alada, luminosa. Mentira por mentira, me declaro por la más bella”.

Sin embargo esta influencia nietzscheana no pasa a ser determinante en su pensamiento. Hay que tomar en cuenta que en realidad González Prada parte del supuesto, no explícito, platónico de que “lo bello puede llamarse una cristalización de lo verdadero”, y que por ello, al evaluar las dos “mentiras”, si bien opta por la belleza de la poesía, en base a una evaluación estética, también hay que tomar en cuenta que, de esta concepción resulta que la poesía es más bella, porque está más próxima a la verdad o, lo que en contenido es lo mismo, es menos mentirosa que aquellas. Y en esto último difiere totalmente con Nietzsche, pues para González Prada “la poesía no tiene por objeto conducirnos a la ciencia; pero no debe alejarnos de la verdad”.

Es más aclara, “la literatura que desdeña basarse en las deducciones de la Ciencia positiva puede constituir una restauración arqueológica, digna de archivarse en las galerías de un museo, pero no es un edificio viviente que arranque el aplauso de los contemporáneos y despierte la admiración de la posteridad (…) La Ciencia tiene flores inmortales de donde pueden las abejas extraer miel de poesía.” Esta compatibilidad entre escepticismo y el amor por la ciencia positiva es posible, en este caso, porque para él “escepticismo no significa negación absoluta, sino más bien, una triple serie de afirmaciones: afirmación del pro, afirmación del contra y afirmación de la igualdad de las razones contrarias.”

La constatación de que podríamos estar equivocados no tiene por qué llevarnos a la pasividad, ni se puede deducir de la probabilidad de que estemos equivocados, que los demás estén menos equivocados. Deducción falaz tras la cual suelen escudarse los intelectuales temerosos. Por ello González Prada aclara “el convencimiento de nuestra pequeñez no exime de la acción” y alienta a que “luchemos por nuestras convicciones actuales y hasta ofrezcamos la vida por ellas, sin dejar de esconder en lo íntimo del alma un escepticismo risueño, ni olvidar que, tal vez combatimos por una ilusión o nos sacrificamos por una bobería.“

A diferencia de muchos políticos y filósofos políticos, González Prada reconoce pues la posibilidad del error en la acción por la que se lucha y llega a decir que “como el hombre realiza el heroísmo y la santidad creyendo en falsedades y cometiendo injusticias, debe admitirse que la perfección moral no estriba en poseer la verdad ni en formarse un concepto preciso de la justicia, sino en profesar lo que estimamos verdadero y en hacer lo que nos parece justo. Encontramos así en González Prada un precursor del existencialismo del siglo XX, pues para él es la acción responsable la que determina lo que finalmente ES el hombre.

También podemos encontrar en González Prada un precursor de la crítica a los estudios culturales cuando denuncia ”que si Augusto Comte pensó hacer de la Sociología una ciencia eminentemente positiva, algunos de sus herederos la van convirtiendo en un cúmulo de divagaciones sin fundamento científico”. Y desmenuza una serie de estudios culturales y/o racistas que se venían difundiendo en la época y que, por una parte, hablaban de la historia como la lucha entre las razas, y por otra, ”reducen a tan poco el radio de las acciones étnicas, que repiten con Durkheim: No conocemos ningún fenómeno social que se halle colocado bajo la dependencia incontestable de la raza.”, yéndose al otro extremo y mostrando que la sociología no es más que “el arte de dar nombres nuevos a las cosas viejas sino la ciencia de las afirmaciones contradictorias”. Este ataque al sociología por parte de González Prada se debe principalmente al racismo implícito que la mayoría de estos estudios culturales y/o raciales difundía atribuyéndole determinadas características o modos de pensar a determinados grupos humanos, como inherentes a su cultura o raza y no como resultado de su educación o, dado el caso, falta de educación

En este sentido, denuncia los discursos basados en clichés xenófobos que hasta hoy se suelen escuchar, como que los ”crímenes y vicios de ingleses o norteamericanos son cosas inherentes a la especie humana y no denuncian la decadencia de un pueblo; en cambio, crímenes y vicios franceses o italianos son anomalías y acusan degeneración de raza” y más concretamente a intelectuales como Pearson, que “se refiere a la solidaridad entre los hombres civilizados de la raza europea frente a la Naturaleza y la barbarie humana. Donde se lee barbarie humana tradúzcase hombre sin pellejo blanco”. O a sociólogos como Gumplowicz cuando pretende establecer, como hecho científico que “ Todo elemento étnico esencial potente busca para hacer servir a sus fines todo elemento débil que se encuentra en su radio de potencia o que penetre en él.” Cuando, contesta González Prada, lo cierto es que en el caso de América no se ha utilizado a los pueblos americanos para servirse de ellos, sino que simplemente se los ha exterminado por la “imprevisión del blanco”, por lo que no se da ninguna analogía con esto de que “las hormigas que domestican pulgones para ordeñarlos” pues ellas “no destruyen a su animal productivo”. Más bien, considera González Prada, debería establecerse, en todo caso, como ley que “cuando un individuo se eleva sobre el nivel de su clase social, suele convertirse en el peor enemigo de ella. (Así) durante la esclavitud del negro, no hubo caporales más feroces que los mismos negros; actualmente, no hay quizá opresores tan duros del indígena como los mismos indígenas españolizados e investidos de alguna autoridad.

La justicia para González Prada consiste en que cada uno tome lo que le corresponde. “El nacer nos impone la obligación de vivir, y esta obligación nos da el derecho de tomar, no sólo lo necesario, sino lo cómodo y lo agradable.” Debemos tomar lo que es necesario para nosotros como individuos, para nuestras familias, para el pueblo en el que vivimos y para toda la humanidad. La resignación y e sacrificios innecesarios son un acto de injusticia con nosotros mismos. Este tomar no debe tomarse como la acumulación de propiedad privada. González Prada fue un predecesor de la crítica a la propiedad privada del pensamiento, hoy tan defendida con el nombre de “copyright”. Al respecto afirma que “Las verdades adquiridas por el individuo no constituyen su patrimonio. Forman parte del caudal humano. Nada nos pertenece, porque de nada somos creadores. Las ideas que más propias se nos figuran, nos vienen del medio intelectual en que respiramos o de la atmósfera artificial que nos formamos con la lectura. Lo que damos a unos, lo hemos tomado de otros.”

Siguiendo este hilo de pensamiento González Prada critica a aquellos intelectuales que guardan sus conocimientos para sí. “Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas del cerebro, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen a introducirse en los demás cerebros. Si todos los filósofos hubieran filosofado en silencio, la Humanidad no habría salido de la infancia y las sociedades gateando en el libro de supersticiones.”

De esta posición se desprende la visión de González Prada sobre el lenguaje: contrariamente a la posición postmoderna predominante hoy en día, parte del supuesto de que el pensamiento es anterior al lenguaje. El pensamiento es traducido al lenguaje para poder comunicarnos con los demás, pero de ninguna manera nuestro pensamiento está determinado por el lenguaje, como lo sugiere el esencialismo lingüístico-cultural postmoderno contemporáneo. Aclara González Prada que: “La palabra no es imagen exacta de la cosa o del pensamiento sino el signo convencional para representarla, y nadie dirá que el vocablo monte sea como la fotografía de un monte ni que la voz dolor sea una figuración del dolor. Mientras pintura y escultura son imágenes de una idea que concebimos o de una cosa que vemos, la palabra es sólo una representación arbitraria, un símbolo convencional: fuera de la interjección (más grito que articulación) la frase no tiene vínculo estrecho con el pensamiento . . .”

La no palabra es el silencio. El peor enemigo de la justicia es identificado no como la injusticia, sino como el silencio y la condescendencia frente a la injusticia. Tenemos así, que la cobardía y abyección de la Humanidad suele llegar tan lejos, “que en el fragor de la lucha suele unirse con sus torsionarios para combatir a sus defensores”.

La cobardía, queda claro, es uno de los mayores problemas de nuestra sociedad y causa de nuestro subdesarrollo. Esto es tan grave denuncia González Prada que cuando una persona se llega a expresar con independencia y sinceridad se le considera audaz. Gran parte de las supuestas virtudes de la gente como por ejemplo el cumplimiento de las leyes o la asumsión de religiones o supersticiones a la vejez, se basan en última instancia en “un oportunismo hipócrita y maleable”. La moralidad resulta siendo en el Perú la transigencia con las inmoralidades imperantes, no solo guardando silencio ante la injusticia, sino defendiendo a los que atacan a sus denunciantes. ”La perfección moral de casi todos los buenos señores de la nómina se condensa en tres palabras: Alma de lacayos.” La cobardía se devela también tras la aparente sabiduría de madurez. González Prada la denuncia con el nombre de “cefalismo”, pues sugiere que muchos librepensadores han tomado de modelo al Céfalo del que habla Platón, que “habiendo comenzado por reírse de las supersticiones vulgares, concluyó por tomarlas a lo serio cuando vio que le asomaban las arrugas y las canas.(…) Prueba que la reculada senil puede realizarse en todas las naciones y en todas las épocas.”

González Prada fue mal visto y aislado por la sociedad peruana, en su mayoría católica, por las denuncias y críticas a la iglesia católica y a la religión. La influencia de la presión social del catolicismo, que él denuncia, llegó a personajes que incluso se suponía deberían haberse opuesto a la religión como Juan Carlos Mariátegui, ideólogo fundador del partido comunista en el Perú, al cual, por temor al rechazo social hizo llamar en un primer momento “partido socialista”. He allí que Mariátegui le critica a González Prada su “antirreligiosidad” y su “anticlericalismo” supuestamente “burdo”[38], porque Mariátegui, considera que no se puede vencer la influencia de lo religioso en el pueblo peruano, y que por lo tanto más bien sería más conveniente apelar al supuesto sentimiento religioso del pueblo peruano, impregnando el discurso político revolucionario de una aureola religiosa.

En ese sentido a González Prada no sólo se lo trató de ningunear desde las canteras del conservadurismo religioso, sino también por parte de los revolucionarios temerosos, a los cuales él mismo denuncia: “A cuantos surjan con humos de propagandistas y regeneradores, no les preguntemos cómo escriben y hablan, sino cómo vivien: estimemos el quilate de las acciones indefectibles en lugar de sólo medir los kilómetros de las herejías verbales. ¿Existe ya una ley de matrimonio entre los no católicos? Pues úsenla sin embargo de toda su deficiencia. ¿Existen escuelas regentadas por seglares? Pues no eduquen a sus hijos en planteles fundados por congregaciones”.

Cabe destacar a todo esto, que el anticlericalismo de González Prada tuvo siempre un carácter de denuncia social, y que el propio González Prada opina que los librepensadores “merecen una grave censura cuando eliminan las cuestiones sociales para vivir encastillados en la irreligiosidad agresiva y hasta en la clerofobia intransigente”. La crítica a la iglesia es sólo parte de su crítica social, que resulta tal vez algo frondosa, por el peso específico que en el Perú tiene y ha tenido el poder del clero. Pero de ninguna manera se debe pensar que la lucha contra la opresión puede limitarse a “perseguir sotanas en las celdas de las monjas o sorprender enaguas en las alcobas de los presbíteros” pues aunque se probara que ningún cura es consecuente con sus propios mandatos esto no derrumbaría el catolicismo, afirma González Prada. La lucha contra el clero no es , entonces, una cuestión de principios simplemente, sino que está motivada por el poder que el clero ejerce en el Perú, y en que lo utiliza para preservar un régimen de opresión, ignorancia e injusticia. Por ello, “todo político de mala ley presiente un adversario en todo pensador de tendencia irreligiosa, presentimiento muy racional, pues quien hoy se subleva contra las autoridades que presumen bajar del cielo, mañana suele rebelarse contra los déspotas que surgen de la Tierra.” Y es por ello, que “el librepensamiento no debe renunciar a la política por una razón: los políticos no se olvidan de los librepensadores.”

La lucha contra la injusticia pasa pues por la lucha de la libertad del hombre. No la libertad de pensar en silencio, pues esa “no se discute, se consigna” ni la mera libertad de expresión, pues la revolución francesa y la comuna de Paris mostraron “que dar al hombre la libertad de pluma y de palabra sin concederle la de acción, es negarle lo principal y otorgarle lo accesorio”. Se debe pasar “del librepensamiento (que hasta hoy no ha significado sino irreligión y anticlericalismo) para entrar en el pensamiento libre que entraña la defensa por la total emancipación del individuo”.

En el aspecto político, González Prada, pasa en un primer momento por un nacionalismo chauvinista, resultado de su experiencia en la reciente guerra con Chile, y llega a decir que “ojalá que mis palabras se conviertan en trueno que repercuta en el corazón de todos los peruanos i despierte los dos sentimientos capaces de rejenerarnos i salvarnos: el amor a la patria i el odio a Chile”. Criticó en aquel momento el carácter premoderno y feudal de la sociedad peruana que era la causa de que los peruanos carecieran de un espíritu de cuerpo nacionalista y que en la guerra con Chile, no fuimos ”una patria unida y fuerte, sino una serie de individuos atraídos por el interés particular y repelidos entre sí por el espíritu de bandería. Por eso, cuando el más oscuro soldado del ejército invasor no tenía en sus labios más nombre que Chile, nosotros, desde el primer general hasta el último recluta, repetíamos el nombre de un caudillo, éramos siervos de la Edad Media que invocábamos al señor feudal.” Pero aún en esta etapa radical, González Prada, se muestra contrario a entender la nacionalidad de manera esencialista, como se hace hoy, cuando se pretende buscar un “ser peruano” o un “ser chileno”, y critica “cuando una pluma extranjera censura nuestros vicios sociales o descubre las miserias de nuestros hombres públicos, estallamos de ira i pregonamos a la faz del mundo que en los negocios del Perú deben mezclarse únicamente los peruanos, que nuestros hombres públicos no pertenecen al tribunal del jénero humano, sino a la jurisdicción privativa de sus compatriotas… afirmaciones de topo que nada concibe más allá de la topera”.

Las conversaciones con anarquistas, socialistas y comunistas que tuvo durante su estadía en Europa lo llevaron a dejar de lado totalmente esta etapa nacionalista. Influenciado por el filósofo comunista Karl Liebknecht hace una revisión de la situación del pueblo chileno frente a sus opresores en el texto “Las dos Patrias” y proclama que “las victimas de los odios internacionales empiezan a no dejarse alucinar por la grosera farsa del patriotismo y a reconocer que en el mundo no hay sino dos patrias, la de los ricos y la de los pobres. Si de esta verdad se acordaran dos ejércitos enemigos el instante de romper los fuegos, cambiarían la dirección de sus rifles. Proclamarían que sus verdaderos enemigos no están al frente”.

Este viaje a Europa fue motivado por el hecho de que las primeras dos hijas de González Prada, que en ese entonces ya había fundado el partido opositor laicista, indigenista y descentralizador “Unión Nacional”, sospechosamente murieron al nacer, por lo cuál su esposa Adriana, de origen francés, le exigió que su tercer hijo por nacer, no naciera en Lima y si sobrevivía no fuera bautizado. Efectivamente Adriana que se convirtió en una atea apasionada nunca permitió que su hijo Alfredo que nació sano y salvo en Paris fuese bautizado.

La militancia atea de Adriana, sin duda, influenció en la visión de González Prada sobre la condición de la mujer. Al respecto dice que si habría de considerar cuál de las religiones sería la más degradante en lo que respecta al modo de desarrollarse de la mujer ( aunque no sólo al de ella , sino de todo ser humano en general), esta sería, sin lugar a dudas, la religión católica. Pues es ésta quien convierte –hasta la actualidad- a aquella, cuando casada o soltera, como hija o como madre, en un objeto de propiedad del sacerdote ( y otras veces del hombre): en un individuo enajenado por el discurso performativo del irracionalismo eclesiástico. Y en desacuerdo con quienes piensan que la mujer necesita de una religión para darle sentido a su vida o que casada dentro de una comunidad eclesiástico-estatal puede encontrar ese sentido, se pregunta Si acaso “puede hoy llamarse emancipada la mujer de los estados oficialmente católicos? En ellos sufre una esclavitud canónica y civil.” Esto es que tanto las leyes de la iglesia como las leyes civiles, fundamentadas en última instancia en prejuicios religiosos prevalecientes en la época, consideraban a la mujer como a los niños o los incapaces, necesitada de que alguien ejerciera patria potestad sobre ella. Es decir prácticamente como propiedad del marido. Y por ello, añade González Prada: ”Al estatuir la indisolubilidad del matrimonio ,(…), la iglesia católica fomenta y sanciona la esclavitud femenina. Arrebata a la mujer una de sus pocas armas para sacudir la tiranía del hombre, (…obligándola a) rendir amor, respeto y obediencia al indigno compañero que sólo merece odio, desprecio y rebeldía. A la constitución de una nueva familia dulcificada por la buena fe, la ternura y la fidelidad, los católicos prefieren la conservación de un hogar envenenado por la hipocresía, el desamor y el adulterio” Esta situación, denuncia, ha llevado al menosprecio de la mujer y a la creencia en la superioridad del hombre, que persiste hasta nuestros días, “en el ánimo de las gentes amamantadas por la Iglesia (de modo) que muchos católicos miran en su esposa, no un igual sino la primera en la servidumbre, a no ser una máquina de placeres, un utensilio doméstico.

Gracias a su carácter libertario González Prada se convierte en un predecesor de la crítica del pseudofeminismo contemporáneo, que nos habla de características supuestamente “femeninas”, tales como las del “cuidado por los demás”, que tienen sus raíces en estas ideologías católicas ancestrales, y nos dice que “semejante creencia en la misión social de un sexo denuncia el envilecimiento del otro.” Pues la mujer para González Prada es un cerebro y un corazón y, en última instancia, sólo ellas, en su calidad de madres pensantes, pueden crear verdaderos seres humanos inteligentes y valientes, capaces de sentar las bases para una nueva sociedad.”

A pesar de todos los diferentes matices expuestos con anterioridad del pensamiento de González Prada, este gran pensador peruano ha pasado al imaginario colectivo contemporáneo, ante todo, como un precursor del anarquismo en el Perú. Definió la anarquía como sigue:

“Anarquía y anarquista encierran lo contrario de lo que pretenden sus detractores. El ideal anárquico se pudiera resumir en dos líneas: la libertad ilimitada y el mayor bienestar posible del individuo, con la abolición del Estado y la propiedad individual. Si ha de censurarse algo al anarquista, censúresele su optimismo y la confianza en la bondad ingénita del hombre. El anarquista, ensanchando la idea cristiana, mira en cada hombre un hermano; pero no un hermano inferior y desvalido a quien otorga caridad, sino un hermano igual a quien debe justicia, protección y defensa. Rechaza la caridad como una falsificación hipócrita de la justicia, como una ironía sangrienta, como el don ínfimo y vejatorio del usurpador al usurpado. No admite soberanía de ninguna especie ni bajo ninguna forma, sin excluir la más absurda de todas: la del pueblo. Niega leyes, religiones y nacionalidades, para reconocer una sola potestad: el individuo.”

Pensaba que la sociedad estaba regida por leyes y citando a Friedrich Engels, con el cual compartía la visión y explicación científica del mundo expuesta en la “Dialéctica de la Naturaleza”, suponía que “las fuerzas sociales obran lo mismo que las de la Naturaleza, ciega, violenta, destructoramente, mientras no las comprendemos ni contamos con ellas”. Por eso la fuerza del hombre consistiría en hallar dichas leyes y utilizarlas en su beneficio, esto es, modificando la voluntad y “actuando eficazmente en la producción de los fenómenos sociales, activando la evolución, es decir, efectuando revoluciones.”

La influencia de los pensadores marxistas y anarquistas en González Prada, no lo llevó a repetir los postulados del marxismo o del anarquismo de manera repetitiva y tediosa, ni a adaptarlo para que sea aceptado por las multitudes, adoctrinadas en la religiosidad o el complejo de inferioridad racial o intelectual, como sí sucedió con otros pensadores de la época. Con inspiración, ingenio y coraje adaptó algunos pensamientos de sus colegas de Europa a aquellos que ya había elaborado por cuenta propia en el Perú, y los expuso por escrito, casi siempre en forma de arenga, tomando en cuenta la realidad del lector u oyente peruano. A modo de ejemplo tenemos el siguiente párrafo de 1907: “Uno de los grandes agitadores del siglo XIX no cesaba de repetir: Trabajadores del mundo, uníos todos. Lo mismo conviene decir a todas horas y en todas partes, lo mismo repetiremos aquí: Desheredados del Perú, uníos todos. Cuando estéis unidos en una gran comunidad y podáis hacer una huelga donde bullan todos —desde el panadero hasta el barredor— ya veréis si habrá guardias civiles y soldados para conteneros y fusilaros.”

Se ha acusado a González Prada de teñir todo su discurso filosófico y moral de política, insinuando que ello desmerecería el valor de su pensamiento. Pero esto es justamente parte esencial de su pensamiento, pues para él “la verdad política no se diferencia de la verdad moral, porque si la política no es una moral en acción, (entonces) es el arte de engañar y explotar a los hombres.” La neutralidad política y la supuesta prudencia en el actuar, que fungen como frenos de la acción modificadora del hombre, son justamente los que según González Prada desmerecen todo discurso y lo convierten en verborrea intelectual. La prudencia, nos dice González Prada, no es más que el nombre con el que los políticos llaman al miedo, a la confabulación de callarse, (y) a la mentira sin palabras.” Son parte del motivo de que nada haya cambiado en nuestra sociedad y que la injusticia siga imperando. Si queremos eliminar la corrupción en el ámbito político, tenemos que cambiar en el aspecto moral, y esto implica, por una parte, una educación científica, ya que la moral va ligada a la ciencia, y por otra parte, debemos dejar de ser tolerantes frente a la injusticia, el abuso y la humillación, esto es, “romper con el pacto infame de hablar a media voz”.

Tal vez esta famosa frase de González Prada resuma lo esencial del pensamiento de este emblemático pensador peruano de inicios del siglo XX, cuyo mensaje hoy, en el umbral del siglo XXI, sigue aún tan vigente como en ese entonces.

Link: http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article2211

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Manuel Gonzalez Prada, profeta del humanismo

Resumen

Este breve texto trata del mensaje humanista, libertario y justiciero de M.G.P., anarquista pequeño-burgués.

Lo esencial del pensamiento de Manuel González es su mensaje libertario, que devuelve la dignidad del hombre y que puso al descubierto que nuestra pequeñez proviene de conceder al estómago la primacía sobre el corazón. Hoy más que nunca su mensaje sobre el desalojo del envilecido y cadavérico mundo burgués es más perentorio que nunca.

Prada es un político, un poeta, un filósofo, un ciudadano puntilloso, gran patriota, combativo escritor ateo, anarquista, anticlerical, antioligárquico y antimilitarista fue esencialmente un humanista.

Sin aquella fina y fiera sensibilidad humanista suya no seria posible concebir su combate contra todas aquellas fuerzas que oprimen la libertad del hombre. Aquella imagen romántica del Perú republicano sintetizada por Antonio Raimondi con su frase: «El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro» fue desplazada por la urticante frase pradeana: «En el Perú donde se pone el dedo salta la pus». Con M.G.P. la percepción que el país tenía de si mismo cambio. Sus lacras morales y materiales salieron a la luz. Su más alto mérito no es haber enseñado antagonizar razonando sino en haber corrido el velo de la miseria humana con Montaigne y Maquiavelo haciendo evidente que la cultura humana no tiene salida civilizándose sino moralizándose.

Para ello nuestro «Griego extraviado entre zambos» como lo llama Federico More, expondrá con una fraseología lapidaria cinco grandes ideas creadoras en en su libro Horas de lucha: (1) la misión propagandista e incitadora del intelectual revolucionario, (2) la alianza entre el intelectual y la clase obrera, (3) el imperativo de una revolución social antilatinfundista y antioligárquica, (4) el anticlericalismo contra el celestinaje de la curia romana, y (5) el desalojo del envilecimiento y cadavérico mundo burgués como requisito para regenerar moral e intelectualmente al país.

El radicalismo de estas tesis hizo que la oligarquía y el clero urdiera el mito de que fuera una nulidad, el anarquismo criollo háblese de un héroe sin defectos, los socialistas lo sindicaran como su mentor y profeta olvidado, y los comunistas lo vieran como precursor de Mariáteguí y patriarca de la revolución. Cierto que mientras no desaparezca la gangrena moral que corroe el Perú el odio a su obra y a su personalidad no se extinguirá.

En un país mimético desde la conquista de la originalidad anarquista de Prada es una excepción. Frente a un Vigil y un José Gálvez como auténticos representantes de la burguesía liberal criolla en violenta lucha contra la burguesía conservadora y su adalid Bartolomé Herrera, M.G.P. es consecuencia de una lucha de clases que quedó trunca y a mitad de camino. Tras los tira y afloja de constituciones liberales y conservadoras en 1850 con Castilla y Echenique, al final resultó un país andrógino que al no triunfar su sector liberal se quedó sin revolución industrial y anclado al gamonalismo feudal. Al Perú de 1850 le faltó una guerra civil, cruenta y la industrialización liberal. La derrota de 1879 evidenció todo el fracaso de un país que se quedó a medias por falta de radicalismo de sus hombres.

Este equilibrio de fuerzas sólo pudo romperse a favor de los liberales transitoriamente con Castilla, Leguía y Velasco, pero éste último subió al escenario cuando las fuerzas externas del imperialismo ya habían diseñado para nosotros un destino neocolonial y no industrial, Así con J. Velasco Alvarado sólo se pudo pasar del capitalismo semifeudal al capitalismo oligopólitico encabezado por el Estado y pocos grupos nacionales privados.

Prada encarna no sólo el fracaso del liberalismo plutocrático del S. XIX sino incluso del liberalismo oligopólico del S. XX en el Perú y del socialismo autoritario en el mundo. Como aristócrata venido a menos y burgués sin fortuna encarnó el descontento anarquista pequeño-burgués. Su desencanto por la incipiente burguesía nacional es notorio, desahucia el liberalismo por falta de liberales, condena el feudalismo retrógrada y clerical, y preconiza una revolución de los oprimidos contra los opresores.

Para Prada nuestra fealdad y pequeñez proviene de conceder al estómago la primacía sobre el corazón, los gobiernos saben que al asegurar la ración de pasto consigue del pueblo rocinante una mansedumbre evangélica, el fermento corruptor del hombre está en el hogar, matronas sanchopancescas crean seres glaciales y egoístas nacidos viejos, aplanadoras de toda dignidad e idea propia que ahogan todo impulso de erguirse moralmente apostrofándose el sonsonete «come y calla», el pueblo ayuna y calla sin averiguar el valor moral e intelectual de sus conductores (Bajo el oprobio, 1933), y sigue concluyendo en el mismo libro que en el Perú se vive una verdadera revolución, mandones semibárbaros, traidores y rapaces envilecen a todos con el servilismo y la resignación.

El mensaje humanista, libertario y justiciero de M.G.P. es lo esencial y permanente de su pensamiento, recuperando la dignidad del hombre la cual comienza con el desdén al poder y el ejercicio de la libertad de acción y pensamiento contra los gobiernos abusivos, Prada pertenece al futuro ácrata de la humanidad, de donde todos los individuos anden como él con gallardía y noble continente, posean la bondad del niño, la indulgencia del anciano, la serenidad, del cielo azul, la fortaleza de las montañas, la iracunda del rayo, y la eterna juventud de la energía del espíritu.

Abstract

Resumen

It is a brief paper on M. González Prada´s humanist, libertarian and justice´s message de M.G.P., an small-burgueois anarchist.

Gustavo Flores Quelopana, 26/01/93

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Isabelle Tauzin: González Prada quiso un Perú de todas las razas

Es francesa pero es una apasionada del Perú. Isabelle Tauzin es una de las principales especialistas en la obra del gran escritor y pensador Manuel González Prada, autor de textos fundamentales para entender el país como son Horas de lucha y Pájinas libres.

Tauzin acaba de publicar Manuel González Prada: escritor de dos mundos (Ifea, 2006), texto que reúne las ponencias de los académicos peruanos y extranjeros -desde lingüistas hasta historiadores, pasando por sociólogos y politólogos- que participaron en el congreso que, en 2004, la Universidad de Burdeos dedicó al autor de Baladas.

¿Cuál es el aporte de Baladas, el poemario de González Prada, a la literatura peruana?

Dentro de los hermosos textos de Baladas, hay una sección de Baladas peruanas que toca el tema indígena, algo nuevo en la literatura peruana, pues fueron escritos a finales del siglo XIX. Otra de las peculiaridades de este libro es que tiene poemas de temas europeos e, incluso, españoles. Esto es curioso porque, luego, González Prada se convierte en un antihiista notorio. También destacan la rebeldía y cierta vena satírica. Además, me ha sorprendido la cultura universal de González Prada: realiza algunas traducciones del alemán y demuestra su conocimiento del viejo y del nuevo mundo.

¿González Prada fue uno de los primeros modernistas?

Sí. Es uno de los primeros poetas que se aleja del sentimentalismo, de la exaltación del amor, de los temas románticos e, incluso, de los temas realistas, como hace, por ejemplo, en Minúsculas y en Exóticas. Es modernista porque busca liberarse de la rima, crea imágenes muy bellas y postula que la poesía es, ante todo, ritmo.

¿Su poesía es ampulosa?

Para mí, no. Sus versos son concisos, cincelados. Hay una búsqueda tersa, pulcra y precisa de la imagen, de la palabra, de la escritura.

González Prada plantea algunas modificaciones a la gramática española.

Así es. Quiso renovar la escritura, simplificarla. Sobre todo, la ortografía. Por ejemplo, propuso suprimir la g -como en su famoso texto Pájinas libres-, era un enemigo de las preposiciones, del relativo cuyo. Quería simplificar la sintaxis y adecuar la palabra escrita con la fonética, con el lenguaje oral. En el fondo, quería liberar a la palabra americana del molde español.

¿Qué tan original fue su pensamiento político?

Hay que situarnos en su contexto. Hasta la Guerra del Pacífico no participaba de la vida política. Se dedicaba a la agricultura y a la poesía. Como consecuencia de la derrota, se convence de que para reconstruir al Perú, hay que ser radical. Por entonces, estaba en auge el radicalismo francés -la extrema izquierda de la época- y el pensamiento liberal, muy distinto al de ahora: por entonces era, sobre todo, anticlerical. Sin embargo, a González Prada no solo le interesa luchar contra el poder de la Iglesia, sino construir un país con todas las razas.

¿Su ideario político fue coherente y permanente?

Lo es. Sin embargo, diré que su acercamiento al anarquismo es mayor la primera década del siglo XX. González Prada escribe cosas muy fuertes por la necesidad de ser oído. Sin embargo, él era muy tímido, nunca hablaba en público. Por ejemplo, el famoso Discurso del Politeama fue leído por otra persona. En 1891, se autoexilia en Europa. Siempre vio esta etapa como un viaje de estudios. Investiga mucho, se empapa de la poesía del momento y lee a los anarquistas europeos, muchos desconocidos hoy. Fue testigo de algunos atentados anarquistas, que no condena -y hasta respalda- porque no tuvieron víctimas mortales. Su pensamiento es nihilista: hay que destruirlo todo para comenzar de cero. Agregaré que, aunque en Francia y en España el socialismo estaba emergiendo, no leyó a Marx, desconocía su pensamiento y el ideario del socialismo.

fuente: Perù21

Link: http://peru21.pe/impresa/noticia/isabelle-tauzin-gonzalez-prada-quiso-peru-todas-razas/2007-04-02/44260

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Arguedas y González Prada frente a frente

Entrevista a Isabelle Tauzin, peruanista francesa experta en el siglo XIX. La reconocida investigadora nos habla de dos figuras claves de la cultura peruana.

Claudia Berríos Campos.

En el Perú ya empezó la cuenta regresiva para el 2021, año en el que celebraremos de manera oficial los 200 años de independencia y vida republicana. El siglo XIX está ahora en la mira de muchas disciplinas y agendas. En el caso de  Francia, los estudios decimonónicos hispanoamericanos se encuentran a la vanguardia en su rubro. La doctora Isabelle Tauzin-Castellanos, profesora de la Université Michel de Montaigne en Burdeos, conversó con La República sobre este y otros temas.

–El historiador Antonio Zapata mencionó la posibilidad de conmemorar el 2011 los 100 años del grito de libertad de Antonio de Zela. Las otras posibilidades son Machu Picchu y el centenario del nacimiento de José María Arguedas, pero también es probable que sea el año de Mario Vargas Llosa por el honor del premio Nobel.

– Si yo opinara diría que hay que celebrar el nacimiento de Arguedas. Arguedas es una figura universal, el más valorado entre peruanistas en el extranjero. Vargas Llosa es valorado como literato, como novelista, pero Arguedas tiene esa doble cara de ser antropólogo y escritor. Lo que pasa es que no es tan accesible.

–Para comprender la obra de Arguedas hay que esforzarse y  ponerse en el lugar del otro, pues Arguedas logra hacer una síntesis, lo que no se valora mucho ahora.

– Cuando yo escribí el libro sobre Los ríos profundos, descubrí que Arguedas va a España para hacer su investigación sobre las comunidades españolas y relacionarlas con las comunidades del Perú. Y también pasa a Argelia, y lo que me ha sorprendido es que en esos momentos de la guerra de Argelia él ve a los argelinos como más esclavizados, considera que viven una situación de feudalismo peor que los colonos del Perú, lo que es asombroso. Hay esa mirada de la otredad, ese acercamiento al otro a un mundo que ya no es el andino.

– Arguedas es una voz disidente, como Manuel González Prada, al que se le olvida mucho fuera del ámbito académico. ¿Cómo cree que se mantiene actual su mensaje?

– González Prada siempre es actual, como Arguedas. Es un hombre que no teme decir lo que piensa, pero que al mismo tiempo es sumamente tímido. Hay una parte importante de sus ensayos que es muy interesante y ha sido muy poco estudiada. Son los artículos que se publicaron en Los parias, que son de un tipo distinto a los reunidos en Horas de lucha, pues son artículos sobre la vida cotidiana, lo que está sucediendo en la calle, las huelgas, es otro acercamiento a la realidad.

– ¿Cómo es la mirada crítica de Manuel González Prada a esta Lima cotidiana?

–Él la quiso mucho, pero siempre lo mira todo con dureza. Lo que pasa es que todavía no se puede completar esa mirada sin un estudio de su correspondencia. Debería editarse su epistolario, que ofrecería testimonios muy interesantes. Él es un hombres de su época, no debemos verlo con ojos del siglo XXI, sino del contexto que lo rodeaba y motivaba. Tampoco podemos pedirles que sean más adelantados de lo que fueron.

El dato

Especialista en el Perú. La doctora Tauzin realizó un primer viaje al Perú en 1982 con el fin de  preparar una maestría sobre peruanismos. Desde entonces no ha dejado de trabajar sobre temas peruanos, sacando del olvido a autores y revistas del siglo XIX.  Se doctoró en 1990 con una tesis sobre las escritoras ilustradas y en 1999 defendió una “habilitación para dirigir investigaciones” sobre Ricardo Palma.

fuente: La Republica

Link: http://www.larepublica.com.pe/07-12-2010/arguedas-y-gonzalez-prada-frente-frente

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APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO  DE JOSÉ MANUEL DE LOS REYES GONZÁLEZ  DE PRADA Y ULLOA.

APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO  DE JOSÉ MANUEL DE LOS REYES GONZÁLEZ  DE PRADA Y ULLOA.

AUTORA:

MSc. Mirse Benita Rojas Vicente.
Universidad de Ciencias Pedagógica» Enrique José Varona »
Correo: mircerv@ucpejv.rimed.cu y rojasvicentemirse@yahoo.es

RESUMEN
El Pensamiento Educativo Latinoamericano Y Caribeño por las características de su origen, tanto cultural como geográfico, siempre  sorprende al investigador, más  cuando se trata de figuras del ámbito  cultural y educacional. Este es caso que nos ocupa  José Manuel de los Reyes González de Prada y Ulloa, más conocido como Manuel González Prada (Lima, Perú 5 de enero de 1844 – Lima, 22 de julio de 1918).
Aunque no fue un pedagogo, como tal, sí dejó un pensamiento educativo avanzado,  que tiene vigencia en el Perú del  siglo XXI. Desde su labor como poeta, pensador, ideólogo, periodista y reformador radical en todos los frentes y con una cultura amplia, adquirida de forma autodidacta expuso ideas en   favor de la educación de los obreros, del indio,  de la  mujer además con un alto concepto de lo que debía ser la moral del maestro. Es considerada una de las figuras más influyente en la sociedad peruana de finales del siglo XIX y principio del XX. Por lo que sería útil incorporar esta figura a su estudio como parte  Pensamiento Educativo Latinoamericano y Caribeño.

ABSTRACT
The Latin American and Caribbean Educative Thought, always surprises to the investigator because of the characteristics of its origin as cultural as geographic. Even more when its about important personalities from the cultural and educational area as José Manuel de los Reyes Gonzalez Prada y Ulloa (Lima Perú 5 de enero de 1844- Lima, 22 de julio de 1917)
Even though he was not a pedagogue, he left an advanced educative thought still into effect in the XXI. Perú Century. From his work as a poet, a thinker, an ideologist, and a journalist, he exposed several ideas defending the workers, Indians and women’s education. He had a wide culture acquired in a self-learning way and also had a high concept of what should be the teacher’s code of ethics.  He is considered one of the most influential reasons in the Peruvian society at the end of Xix Century and beginning of the XX Century. That ´s the reason why it would be useful to include his studies as part of the Latin American and Caribbean Educative Thought.

INTRODUCCIÓN
El adentrarse en el estudio de la historia y la cultura de la educación en  América Latina revela siempre sorpresa, y sobre todo, si es una figura del siglo XIX, por la  estrecha vinculación con el proceso cultural  y de independencia nacional que tuvieron casi todos esos hombres en ese momento histórico.
En ese sentido el Dr.c. Rolando Buenacilla señala: «Esos educadores merecen ser estudiados  a la luz de las nuevas concepciones que actualmente se desarrollan acerca  del papel de las personalidades pedagógicas en las luchas por el movimiento de liberación nacional, la formación de un hombre nuevo y el logro de la verdadera y definitiva independencia de nuestros pueblos de América.»  1
Aunque a priori  no podemos decir, que esta personalidad peruana que presentamos  constituye una figura relevante del pensamiento pedagógico latinoamericano de esta época, si es digno detenerse en su estudio.
Si tenemos en cuenta la definición  de la Dra.C Perla Cartaza Cotta de pensamiento pedagógico  veremos que se ajusta a la intenciones de este trabajo que es revelar las ideas educativas que refleja este pensador en su obra teórica y en su accionar práctico cuando ella dice: «El pensamiento pedagógico puede considerarse una forma teórica especial derivada de la actividad práctica de un maestro o de un pensador, encaminada a la transformación de la enseñanza, la educación, la escuela y el educando. Responde a las necesidades y motivaciones del hombre y está influido por la acción reguladora de las emociones pues sin éstas no ha existido ni existirá la búsqueda humana de la verdad «2

DESARROLLO
José Manuel de los Reyes González de Prada y Ulloa, más conocido como Manuel González Prada (Lima, Perú 5 de enero de 1844 – Lima, 22 de julio de 1918). Se desarrolla en el seno de una familia conservadora, acomodada, católica, fuertemente antiliberal e influyente en la sociedad peruana. Su educación influenciadas por un medio familiar difícil. De 1855 al 1857 estudia en Valparaíso, pues (por razones políticas su familia vivía en Chile). De vuelta a Perú estudia en el Seminario Eclesiástico de Santo Toribio, pero lo deja. Inicia  estudios de derecho, ante la  muerte de su padre abandona la carrera para comenzar su actividad de escritor. A pesar de este entorno familiar, González Prada se muestra anticlerical y librepensador en su comportamiento personal y en su obra.
También vivió un momento histórico complejo, la Guerra del Pacífico (1879-1883) Por el impacto que tuvo en él este hecho histórico quedaría marcada para siempre, pues González Prada participó como oficial del ejército.
A partir de 1884 participa activamente en la vida intelectual de Lima. Adopta por estos años una posición combatiente contra la visión conservadora y colonial que vivía Perú. Su crítica se dirige ante todo contra las fuerzas políticas que no tenían en cuenta los intereses del país y contra el clero. Nacido en la aristocracia limeña, se apartó de ella para acercarse al obrero.
Su estancia en Europa entre1891y 1898 permite conocer y relacionarse con los intelectuales más destacados de su época Zolá, Menéndez Pelayo, Campoamor, Unamuno. Este le permitió ampliar su universo en diferentes áreas de su pensamiento, en filosofía, en la literatura realista, y mayor libertad de ideas; al extremo que su afán por la literatura queda un lado para dedicarse a temas de índole esencialmente social y hasta educacional.
De regreso a Perú en 1898, deja la literatura y se dedica a dar conferencias a favor del proletariado. Por la prohibición de algunas de sus conferencias, funda los diarios Germinal y El Independiente para difundir sus ideas. En ellos mantiene su oposición al gobierno, a la política tradicional, a favor del pueblo, de los obreros y de los indios. En 1908 publica «La anarquía» y Horas de lucha, una serie de ensayos críticos sobre la situación del indio, la iglesia católica y la situación social y política corrupta del Perú en todos los niveles. Murió de un infarto cardíaco el 22 de julio de 1918 en Lima. Su influencia se quedó registrada en escritores y políticos como César Vallejo y José Carlos Mariátegui.
Es considerado la figura más discutida y relevante en las letras y la política del Perú en el último tercio del siglo XIX. Poeta, pensador, ideólogo, periodista y reformador radical en todos los frentes,  muchos de los autores de los  artículos consultados lo consideran una personalidad de relieve continental en un momento dominado por el Modernismo. Precisamente, el crítico español Federico de Onís lo define» el fundador de la ideología moderna de América,»3 asimismo, también es reconocido por otros, como el precursor de la corriente estética genuinamente latinoamericana.
Sus obras más valiosas fueron sus ensayos, que la mayoría fueron difundidos póstumamente: Discurso en el Politeama (1888), Páginas Libres (1894), Nuestros indios (1904), Propaganda y ataque (1939), El tonel de Diógenes (1945), Adoración (1946), Al Amor, Horas de Lucha, libro (1908), Anarquía, libro (1936).»Su ensayo  «Nuestros indios», que luego se incorpora en su libro Horas de Lucha (1908) es uno de los más leídos de González Prada y de los que causó más repercusión en su época. Forzó el inicio de una nueva aproximación a la situación del indio en las letras y en el debate nacional. Horas de lucha influyó mucho en la generación joven, como señalaría luego José Carlos Mariátegui.
«González Prada no interpretó este pueblo, no esclareció sus problemas, no legó un programa a la generación que debía venir después. Más representa, de toda suerte, un instante -el primer instante lúcido-, de la conciencia del Perú. Federico More lo llama un precursor del Perú nuevo, del Perú integral. Pero Prada, a este respecto, ha sido más que un precursor. En la prosa de Páginas Libres, entre sentencias alambicadas y retóricas, se encuentra el germen del nuevo espíritu nacional. «No forman el verdadero Perú -dice González Prada en el célebre discurso del Politeama de 1888- las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera» 4
En sus ensayos, divulgó las ideas positivistas de Auguste Comte. Aunque la mayoría de los estudiosos de esta figura consideran que  terminó convirtiéndose en partidario del anarquismo.
«Su obra literaria, así como su prestigio como activista librepensador son ampliamente reconocidos y difundidos por el sistema educativo peruano, aunque la difusión de su pensamiento filosófico y de la crítica a la influencia de de la iglesia, que es central en su pensamiento, es más bien restringida y poco promocionada.» 5
Como hemos señalado anteriormente en su obra  Horas de luchas (1908) recogió sus mejores ensayos, en el reflejó al aspecto de la educación y la moral, González Prada consideraba que los hombres individualmente podían perfeccionarse, «la elevación moral no parece un rasgo característico de la especie, sino más bien el don excepcional de unos cuantos individuos» 5
Para él, el origen de la ignorancia y en sufrimiento en América Latina se debía, principalmente, a la educación religiosa y a la influencia del clero en general. «Erradiquemos de nuestras entrañas los prejuicios tradicionales, cerremos nuestros oídos a la voz de los miedos atávicos, rechacemos la imposición de toda autoridad humana o divina, en pocas frases creémonos un ambiente laico donde no lleguen las nebulosidades religiosas, donde sólo reinen los esplendores de la razón y de la Ciencia. Procediendo así, viviremos tranquilos, orgullosos, respetados por nosotros mismos «6
Sus principales ideas estuvieron referidas a:
* Incesantes ataques al colonialismo tardío en América, a todas las formas de la injusticia social, a las instituciones que se prestan a los privilegios, el Estado, la propiedad y el ejército.
* La necesidad de incorporar al indio a la estructura social de su país sobre una base de redención por la educación, el pleno ejercicio de sus derechos cívicos y la regeneración espiritual. Temática de mucha actualidad en el Perú de hoy, pues es todavía un derecho  por el que luchan los pueblos originarios en ese territorio.
* Convoca a la lucha por el cambio social, contra las malas ideas y los malos hábitos, contra leyes y constituciones ajenas a la realidad peruana, contra la herencia colonial, contra los profetas que anunciaban el fracaso definitivo de América Latina.
* Era un enemigo de todo lo viejo y decadente en ideas y en la literatura. Defendió todas las libertades, incluidas la de culto, conciencia y pensamiento y se manifestó en favor de una educación laica.
* Propone que los indígenas construyan instancias comunitarias de autodefensa contra los latifundistas.
* Sobre la revolución dice: «Desde la Reforma y, más aún, desde la Revolución Francesa, el mundo civilizado vive en revolución latente: revolución del filósofo contra los absurdos del Dogma, revolución del individuo contra la omnipotencia del Estado, revolución del obrero contra las explotaciones del capitalismo, revolución de la mujer contra la tiranía del hombre, revolución de uno y otro sexo contra la esclavitud del amor y la cárcel del matrimonio; en fin, de todos contra todo » 7
* Pues la mujer para González Prada es un cerebro y un corazón y, en última instancia, sólo ellas, en su calidad de madres pensantes, pueden crear verdaderos seres humanos inteligentes y valientes, capaces de sentar las bases para una nueva sociedad.
* «La moral constituye uno de los temas favoritos de González Prada, en especial  polaca y la moral del maestro»8
* En este sentido en su obra El Tonel de Diógenes expresa… «Si queremos eliminar la corrupción en el ámbito político, tenemos que cambiar en el aspecto moral, y esto implica, por una parte, una educación científica, ya que la moral va ligada a la ciencia, y por otra parte, debemos dejar de ser tolerantes frente a la injusticia, el abuso y la humillación, esto es, «romper con el pacto infame de hablar a media voz». 9

CONCLUSIONES
Manuel González Prada, a pesar de que no fue un pedagogo, pues no ejerció el oficio como tal, sí dejó un pensamiento educativo avanzado, cuyo mensaje hoy para Perú, en el siglo XXI, sigue aún tan vigente como en ese entonces.. Poseía una cultura amplia, adquirida de forma autodidacta, como todos los pensadores de esta época en América; aunque lleno de contradicciones propia del momento y de su personalidad bastante rebelde. Sus ideas políticas estuvieron centradas  favor de la educación de los obreros, del indio, la mujer,  esta liberada de la tiranía del hombre, del amor, y además con un alto concepto de lo que debe ser la moral del maestro. Es considerada una de las figuras más influyente en la sociedad peruana de finales del siglo XIX y principio del XX.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1  Buenacilla Recio, R. Investigación de la vida y la obra pedagógica de destacados educadores. UCEJV ,C.de  La Habana, Cuba:; 2003, p 2
2 Cartaya Cotta P: José de la Luz y Caballero y la pedagogía de su época. Editorial de C.Sociales La Habana Cuba:., 1989, p 27
3. Chang-Rodríguez, E. «El ensayo de Manuel González Prada». Revista Iberoamericana 95, (Vol. 42 1976): 239-2
4. Mariátegui  J. C. El Proceso de la Literatura en 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Editora Amauta, Lima, Perú, 1996, p 56.
5. Zavala C. Manuel González Prada ante la condición humana  en La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana. Tomo I, Lima, 2004, p 1
5. González Prada. Librepensamiento de acción» en Horas de lucha, Obras» Ed. COPE en 5 Volúmenes, Lima, 1985, p 49
6. González Prada. Librepensamiento de acción» en Horas de lucha, Obras»: Ed. COPE en 5 Volúmenes, Lima, 1985, p 49
7. Ward, Thomas. La anarquía inmanentista de Manuel González Prada. Editorial Horizonte Lima: Universidad Ricardo Palma/, 2001, p 160-177.
8.  Robert Mead «Concepto de la moral en González Prada», Perspectivas interamericanas: literatura y libertad, Nueva York: Las América, 1967, p 169-175.
9. González Prada.» Memoranda», en El Tonel de Diógenes, Ed. COPE, en 5 Volúmenes, Lima1985, p  167

BIBLIOGRAFÍA

1-Chang-Rodríguez, E. «El ensayo de Manuel González Prada». Revista Iberoamericana 95,( Vol. 42 ,1976): 239-249.
2-González Prada, A. de. Mi Manuel. Cultura Antártica. Lima, 1947.
3. González Prada M… Librepensamiento de acción» en Horas de lucha, Obras»:Ed. COPE en 5 Volúmenes, Lima, 1985, p 49
4. Mariátegui, J. C. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Serie Popular, ERA México, 1988.
5 Muratta Bunsen, E. «El pensamiento filosófico de don Manuel González Prada». En Filosofía y sociedad en el Perú. Ed. Augusto Castro. : PUCP/IEP/Universidad del Pacífico Primera edición. Lima, 2003.
6. Mead R «Concepto de la moral en González Prada», Perspectivas interamericanas: literatura y libertad, Nueva York: Las América, 1967.
7. Ward, T. La anarquía inmanentista de Manuel González Prada. /Editorial Horizonte: Universidad Ricardo Palma, Lima 2001.
8. Zavala C. Manuel González Prada ante la condición humana  en La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana. Tomo I, Lima2004

Publicado en Manuel Gonzalez Prada, Textos | Comentarios desactivados en APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO  DE JOSÉ MANUEL DE LOS REYES GONZÁLEZ  DE PRADA Y ULLOA.

Algunos puntes sobre el pensamiento político de Manuel Gonzales Prada.

Daniel Loayza Herrera

Manuel Gonzales Prada es uno de los intelectuales referentes en la historia del Perú. Natural de Lima, cuya fecha de nacimiento fué el 5 de enero de 1844. Vino al mundo en el seno de una familia de origen colonial e importante poder económico. Como miembro de un sector privilegiado de la sociedad fue bautizado con un nombre que evidenciaba la posiciòn de su familia: José Manuel de los Reyes Gonzales de Prada y Ulloa.
Sus padres fueron Francisco González de Prada y Josefa Álvarez de Ulloa. Perteneció a una de las familias más aristocráticas de Lima, heredera de los más rancios blasones coloniales y muy identificada con la devoción religiosa. Pero Don Manuel nunca se sintió identificado con aquella herencia familiar y optó por mantener una postura más bien republicana y burguesa, renegando de los valores estéticos y religiosos familiares. Ello se hizo evidente en el hecho de que firmara simplemente como Manuel González Prada.
Fue un ensayista preclaro así cómo un prosista y poeta de vanguardia en su tiempo. Se caracterizó por mantener, a lo largo de su vida, una postura contestataria con respecto a la política y a la literatura. Sus ideas han calado poderosamente en las generaciones posteriores a él, especialmente a la generación de 1921, llamada del centenario, cuyas figuras más destacadas en el campo de la política ( José Carlos Mariátegui, Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez, entre otros), se sintieron herederos de su actitud crítica respecto de la realidad peruana.
Fue un hombre que siempre se sintió identificado con el Perú y sus problemas, Durante la guerra con Chile, defendió la capital de la invasión chilena, participando en las batallas de San Juan y Miraflores. Al saber que la defensa había sido incapaz de impedir la ocupación chilena de la capital se auto-recluyó en su casa en señal de protesta hasta concluida la desocupación de nuestra capital por el ejército invasor.La experiencia que recogió de la guerra lo convirtió en un duro crítico del sistema peruano, al que consideró decadente. Esta actitud lo llevó a abrazar el ensayo como instrumento de crítica política y literaria. La literatura pasó a ser, especialmente a partir de la post-guerra un instrumento con el cual poder desenmascarar la decadencia en la que estaba sumido el Perú. Esta fue su gran tarea, por ello cultivo el realismo como género literario.
Viajó a Europa a finales de 1891. Permaneció en el viejo continente alrededor de siete años. Esta experiencia europea fue sumamente rica para él pues le dio la oportunidad de conocer a intelectuales de enorme influencia en el campo de la literatura; como fue el caso de Zola, Renan y Unamuno. Al volver de Europa en 1898, empezó a divulgar el anarquismo en el Perú.
En su formación había gravitado poderosamente su experiencia en Barcelona. En nuestro país se convirtió en uno de los principales divulgadores del pensamiento ácrata, especialmente entre los jóvenes sindicatos obreros de la capital. Fue justamente a partir de la década de 1890 que su producción intelectual alcanzó la cúspide con obras de la talla de Pájinas Libres (1894), Horas de lucha (1908) y el artículo Nuestros indios (1904).
Desde el punto de vista literario sus obras están enmarcadas dentro del llamado realismo. Esta corriente surgió en Francia, durante la segunda mitad del siglo XIX, como un movimiento que describe y realiza una crítica de la realidad social para proponer su regeneración. Esta tendencia busca la reivindicación de la mujer. Las características más saltantes de este movimiento literario fue su radicalismo político y social de corte anti-hispanista, el nacionalismo, el indigenismo, la temática socio-económica y la orientación hacia la objetividad. Estuvo marcada por la sociología de Comte.Estas obras señalan el compás del desarrollo del pensamiento político de Gonzales Prada. Pájinas Libres marca la actitud contestataria en términos literarios al adoptar una ortografía que iba en franca oposición al tratado de Andrés Bello; Horas de Lucha es el resultado del rechazo de todo el pasado oprobioso del Perú, que a decir de éste pensador, era el resultado de las clases dominantes peruanas; el ensayo nuestros indios va a marcar un importante punto de inflexión en los enfoques sociales en nuestro país, pues fue el primero en plantear que el problema indígena es fundamentalmente de índole social y no racial, como solía enfocársele hasta entonces. De esta manera Gonzales Prada superó incluso a las tesis indigenistas, mantenidas en el Perú hasta bien entrada la década de los años 20´s que planteaban la protección del indígena, de un indígena idílico que poco tenía que ver con los hombres y mujeres de carne y hueso.
El ensayo nuestros indios tuvo una poderosa influencia en los enfoques de José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre. Estos intelectuales, a diferencia de los que le antecedieron, como Javier Prado y Alejandro Deústua, sostuvieron que eran las relaciones de explotación de carácter semi-feudal las que mantenían al indígena en la condición de atraso económico, social y cultural.
Su actitud siempre fue la de un libre pensador. Buscó la palabra frontal y directa para referirse al Perú y a sus problemas. Así él mismo mencionó.
No esperen ustedes de mis labios reticencias, medias palabras, contemporizaciones, ni tiros solapados y cobardes: expreso clara y toscamente las ideas; sin máscara ni puñal, ataco de frente a los malos hombres públicos. No hablo para incensar a los que mandan ni para servir de vocero a los que sueñan con arrebatar el poder, sino para decir cuanto me parece necesario y justo, hiera los intereses que hiriere, subleve las iras que sublevare.”[1]
En 1912 asumió la conducción de la Biblioteca nacional del Perú, en reemplazo de otro grande de las letras peruanas: Ricardo Palma.
Es considerado por muchos como el iniciador del anarquismo en el Perú, y el primero que buscó la unidad entre la actividad intelectual, la política y las luchas de los trabajadores. Fue además uno de los críticos más acerbos contra el caudillismo imperante en la política peruana de aquel entonces, representado por Don Nicolás de Piérola. Falleció en Lima el 22de julio de 1918.
El célebre Discurso del Politeama fue lapidario con respecto a las viejas oligarquías económicas y políticas del Perú; pero a la vez, y lejos de hundirse en el pesimismo irresoluto, renueva sus votos a la juventud llamándola a cumplir el rol de regenerar la república. El famoso y vibrante discurso pronunciado en el teatro Politeama empezò con estas palabras:
Señores:
Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo y algo de ironía; el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo defender con el hierro.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora y juez de la generación que desciende. De aquí, de estos grupos alegres y bulliciosos, saldrá el pensador austero y taciturno; de aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado; de aquí, el historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia.
Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas que satisfacer.
En la orgía de la época independiente, vuestros antepasados bebieron el vino generoso y dejaron las heces. Siendo superiores a vuestros padres, tendréis derecho para escribir el bochornoso epitafio de una generación que se va, manchada con la guerra civil de medio siglo, con la quiebra fraudulenta y con la mutilación del territorio nacional.
Si en estos momentos fuera oportuno recordar vergüenzas y renovar dolores, no acusaríamos a unos ni disculparíamos a otros. ¿Quién puede arrojar la primera piedra?
La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne y machacó nuestros huesos; pero los verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia y nuestro espíritu de servidumbre.”[i]


Para Gonzales Prada la situación de nuestro país era la consecuencia de una larga historia que venía desde el propio carácter de la dominación hispánica en nuestro país. Así, en el discurso del Politeama dijo lo siguiente:“La nobleza española dejó su descendencia degenerada y despilfarradora: el vencedor de la Independencia legó su prole de militares y oficinistas. A sembrar el trigo y extraer el metal, la juventud de la generación pasada prefirió atrofiar el cerebro en las cuadras de los cuarteles y apergaminar la piel en las oficinas del Estado. Los hombres aptos para las rudas labores del campo y de la mina, buscaron el manjar caído del festín de los gobiernos, ejercieron una insaciable succión en los jugos del erario nacional y sobrepusieron el caudillo que daba el pan y los honores a la patria que exigía el oro y los sacrificios. Por eso, aunque siempre existieron en el Perú liberales y conservadores, nunca hubo un verdadero partido liberal ni un verdadero partido conservador, sino tres grandes divisiones: los gobiernistas, los conspiradores y los indiferentes por egoísmo, imbecilidad o desengaño. Por eso, en el momento supremo de la lucha, no fuimos contra el enemigo un coloso de bronce, sino una agrupación de limaduras de plomo; no una patria unida y fuerte, sino una serie de individuos atraídos por el interés particular y repelidos entre sí por el espíritu de bandería. Por eso, cuando el más oscuro soldado del ejército invasor no tenía en sus labios más nombre que Chile, nosotros, desde el primer general hasta el último recluta, repetíamos el nombre de un caudillo, éramos siervos de la Edad media que invocábamos al señor feudal.”
Gonzales Prada planteó adecuadamente el problema de nuestro país en términos de nación. Realiza una crítica radical del concepto conservador de nación, propio de los sectores oligárquicos, consistente en identificar como lo peruano a lo blanco, occidental y costeño. Frente a ello, Gonzales Prada planteó lo siguiente:
…No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios, diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años ha que el Indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer y escribir, y veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, del gobernador y del cura, esa trinidad embrutecedora del indio.”
Filosóficamente Gonzales Prada se adscribió al Positivismo de Comte. Lo animaba una profunda fe en el potencial que la ciencia tiene para liberar al hombre de las cadenas de la ignorancia y la explotación. La ciencia positiva, era para él, el fanal que habría de alumbrar a las generaciones venideras. Su rechazo a España no nació de una vulgar xenofobia; sino de la metafísica e ignorancia que imperaban en ella. En éste sentido, Gonzales Prada veía la occidentalización del Perú como la posibilidad de ser benéficamente afectados por la ciencia europea. La ciencia era, para nuestro insigne escritor, nuestra tabla de salvación. Al respecto dijo:
Si la Ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores, acudamos a la Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la Naturaleza, adoremos la Libertad, esa madre engendradora de hombres fuertes.
No hablo, señores, de la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras universidades retrógradas: hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de la Ciencia con ideas de radio gigantesco, de la Ciencia que trasciende a juventud y sabe a miel de panales griegos, de la Ciencia positiva que en sólo un siglo de aplicaciones industriales produjo más bienes a la Humanidad que milenios enteros de Teología y Metafísica”.

Encontramos en Gonzales Prada una marcada postura voluntarista. Era un voluntarismo que, pese a todas las desgracias del Perú, le permitía avizorar para nuestro país un futuro mejor. Pero a la vez era consciente que las viejas oligarquías nacionales no eran capaces de redimir al indio, ni de sacar al país del atraso; por ello, se refugió en los jóvenes, habló y escribió para ellos. Al finalizar el Discurso del Politeama tuvo las siguientes palabras que han pasado como las más emblemáticas de este insigne pensador:

En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”

Pensamiento y acción política
Gonzales Prada es el crítico más radical y lúcido de finales del siglo XIX y principios del XX en el Perú y tal vez en toda América, Para él la república había fracasado porque se había visto arrastrada por los apetitos personales de una oligarquía decadente y sin visión de país y por una acción política que simplemente reflejaba esta realidad social. Esta situación, a decir de Gonzales Prada, encontró su consumación durante la guerra con Chile. Más allá de culpar a los indígenas por la derrota, como lo hacía la oligarquía peruana, él culpó a la oligarquía peruana y a sus políticos por tan desastrosos resultados. Al respecto mencionó lo siguiente:
“Sobre el Civilismo gravita una responsabilidad menos eludible que la bancarrota; dándose un nombre que implicaba el reto a una clase social, partiendo en guerra contra los militares, olvidó que si las capas inferiores de la Tierra descansan en el granito, las sociedades nuevas se apoyan en el hierro. Este olvido contribuyó eficazmente a nuestro descalabro en la última guerra exterior. Chile tuvo la inmensa ventaja de combatir, en el mar contra buques viejos y mal artillados, en tierra contra pelotones de reclutas a órdenes de militares bisoños, cuando no de comerciantes, doctores o hacendados8. Castilla, soldado sin educación ni saber pero inteligente y avisado, comprendió muy bien que al Perú le convenía ser potencia marítima. Cuando los chilenos construyan un buque de guerra, decía, nosotros debemos construir dos. Pardo prefirió las alianzas dudosas y problemáticas a la fuerza real de los cañones, y solía repetir con una ligereza indigna de su gran suspicacia: Mis dos blindados son Bolivia y la República Argentina. Con todo, puede también disculpársele de no haber aumentado nuestra marina: tuvo que malgastar en combatir contra Piérola el oro que debió invertir en buques de guerra.”[1]

Con respecto a los Partidos Políticos planteó lo siguiente:
¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros caudillos? agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de la República el último grado de la carrera militar.”[2]
Para Gonzales Prada la guerra con Chile nos había dejado una importante lección: la de prepararnos para la guerra; y un compromiso nacional: el de alcanzar la vindicta. Al respecto manifestó lo siguiente:
No se trata de lanzarnos hoy mismo, débiles y pobres, a una guerra torpe y descabellada, ni de improvisar en pocos días toda una escuadra y todo un ejército; se pide el trabajo subterráneo y minucioso, algo así como una labor de topo y de hormiga: reunir dinero, sol por sol, centavo por centavo; adquirir elementos de guerra, cañón por cañón, rifle por rifle, hasta cápsula por cápsula. Las naciones viven vida muy larga y no se cansan de esperar la hora de la justicia. Y la justicia no se consigue en la Tierra con razonamientos y súplicas: viene en la punta de un hierro ensangrentado. Cierto, la guerra es la ignominia y el oprobio de la Humanidad; pero ese oprobio y esa ignominia deben recaer sobre el agresor injusto, no sobre el defensor de sus propios derechos y de su vida. Desde las colonias de infusorios hasta las sociedades humanas, se ve luchas sin cuartel y abominables victorias de los fuertes, con una sola diferencia: toda la Naturaleza sufre la dura ley y calla, el hombre la rechaza y se subleva. Sí, el hombre es el único ser que lanza un clamor de justicia en el universal y eterno sacrificio de los débiles. Escuchemos el clamor, y para sublevarnos contra la injusticia y obtener reparación, hagámonos fuertes: el león que se arrancara uñas y dientes, moriría en boca de lobos; la nación que no lleva el hierro en las manos, concluye por arrastrarle en los pies.”[3]

El anarquismo de Gonzales Prada lo llevó a desconfiar de todo poder emanado de la autoridad. En éste sentido, desconfiaba de la revolución como medio de transformar las relaciones sociales. Al respecto sostiene que:
“Toda revolución arribada tiende a convertirse en gobierno de fuerza, todo revolucionario triunfante degenera en conservador. ¿Qué idea no se degrada en la aplicación? ¿Qué reformador no se desprestigia en el poder? Los hombres (señaladamente los políticos) no dan lo que prometen, ni la realidad de las luchas corresponde a la ilusión de los desheredados. El descrédito de una revolución empieza el mismo día de su triunfo; y los deshonradores son sus propios caudillos (3, 55).”[4]

Su anarquismo irá evolucionando progresivamente hacia el anarco-sindicalismo. El Perú, durante la república aristocrática asistió al surgimiento del movimiento obrero peruano:
El primer caso de acción reivindicativa que utiliza la huelga como medio de presión lo constituye el paro de los tipógrafos por mejoras salariales en diciembre de 1883. Pero fue probablemente la huelga de los panaderos de Lima, en enero de 1887, la que tuvo mayores repercusiones al conducir a la creación, en abril del mismo año, de la Sociedad Obrera de Panaderos “Estrella del Perú”, una organización que desempeñó un papel precursor en la formación de la conciencia de clase del proletariado. En 1896 ocurrió el primer gran conflicto industrial: la huelga los tejedores de Vitarte (agosto), seguida por los movimientos de los cigarreros (septiembre), los tipógrafos (septiembre) y los pasteleros de la capital.”[5]
Las luchas sociales proletarias en nuestro país tuvieron un notorio tinte internacionalista.
Los panaderos adoptaron como objetivo la jornada de ocho horas y celebraron en 1905, por primera vez en el país, la fiesta del Primero de Mayo.”[6]
En los orígenes del sindicalismo peruano podemos notar la emergencia de una gran cantidad de literatura anarquista de circulación entre los obreros. Uno de los animadores principales de todo ello fue Gonzales Prada:
En marzo de 1904 también empezó a ser publicado en Lima el mensual Los Parias, que fue la primera publicación ácrata importante del país. Principalmente animada por M. González Prada.”[7]denigrarnos i acometernos, porque persigue la obra sistemática i brutal de imprimirnos en la cara un afrentoso estigma, de clavarnos un puñal
La Uniòn Nacional
La apariciòn del Partido Uniòn Nacional se dió en el contexto de una marcada represión impulsada por el entonces presidente Andrés A. Cáceres. Este buscó la eliminación de toda oposición a su gobierno y a sus medidas. Los Liberales, con Quimper a la cabeza, debieron ir al exilio. Los radicales, entre los que encontraba Gonzales Prada, acordaron unificarse en torno a un partido que les permitiera resistir la arremetida Cacerista. Fue así que nació el Partido Unión Nacional.
Los radicales reunidos en torno a la figura de Gonzales Prada le encargaron a este la redacción de una declaración de principios programáticos. En ella, Gonzales Prada propuso la desconcentración del poder a través de un gobierno federal. Fue pionero al plantear el tema de la responsabilidad del presidente de la República y la creación de mecanismos de control ciudadno sobre los congresistas de la República. Buscó dotar al Estado de las rentas necesarias a través de una efectiva reforma Tributaria. En el campo social buscó la redención indígena a través de la devolución de las tierras que les habían sido arrebatadas por los hacendados. Asimismo fue el primer líder político que planteó mejores condiciones de trabajo para los obreros, así como la creación de milicias urbanas que reemplazaran al ejército.
Una crisis familiar, motivada por la muerte de su segundo hijo, lo hizo decidirse a dejar el país. Su partida a Europa presumiblemente iba en concordancia con su deseo de no ser un caudillo más en un país que estaba sobrado de ellos.
A su retorno al Perú la situación política reinante en el país había cambiado significativamente. Empezaron a surgir los liderazgos de Augusto Durand y Guillermo Billinghurst al interior del Pierolismo. La propuesta anti-caudillista de Gonzales Prada le permitió conducir eficazmente el Partido y muchos de sus miembros empezaron a desertar hacia las filas de Durand, motivando el alejamiento de Gonzales Prada del partido en 1902.
Esto va a marcar un punto de inflexión sumamente importante en la vida política e intelectual de Gonzales Prada. A partir de ese momento empezará a ser el maestro de la juventud obrera. Su lucidez intelectual alumbrará a los emergentes sectores proletarios del país.
Don Manuel, como solía referirse a él Luis Alberto Sánchez, pronunció un discurso el Primero de Mayo de 1905, conmemorando el día internacional del Trabajo, cuyo título era “El Intelectual y el obrero”. Esto ocurrió a propósito de la invitación que le hiciera la federación de Panaderos Estrella del Perú, cuyo líder era Manuel Caracciolo Lévano.
En éste discurso, y ya abrazando el pensamiento anarquista, Gonzales Prada propugnó por la eliminación de las barreras entre el trabajo intelectual y el manual, profetizó la muerte del mundo burgués junto con los valores “ hipócritas” que lo animaban. De igual manera se pronunció a favor de la lucha por la jornada de las ocho horas.

REFLEXIONES FINALES
El pensamiento y la acción política de Manuel Gonzales Prada estuvieron signados por los acontecimientos históricos que a éste le tocaron vivir. Fue el curso que éstos tomaron los que fueron forzando al insigne intelectual a tomar una postura frente a ello. Pensamiento y acción son indisolubles en él y forman una amalgama imposible de desagregar.
Un rasgo esencial en la personalidad de Manuel Gonzales Prada será su actitud crítica frente a la realidad y su disposición para enfrentar a la realidad críticamente, para “romper el pacto infame de hablar a media voz” y señalar todos los aspectos decadentes de la sociedad peruana para extraer de ello lecciones y esperanzas de superación en la juventud trabajadora y proletaria del Perú.
Su pensamiento siempre estuvo en constante ebullición. En los inicios de su adultez estuvo interesado en la ciencia y la fabricación de almidón en la hacienda familiar de Mala, más adelante y decepcionado por la derrota en la guerra con Chile, renegó de nuestra decadencia y abrazó el radicalismo literario, que daría origen al Circulo Literario y luego a la Unión Nacional.
Posteriormente, durante su viaje a Europa abrazará el anarquismo. De retorno al Perú y habiéndose alejado del Partido Unión Nacional, se acercó a los sectores proletarios urbanos adscribiéndose a posiciones más radicales.
Su pensamiento político está impregnado de una crónica actitud inconforme e iconoclasta. Derrumbó las viejas creencias y puso en evidencia el carácter incumplido de las promesas republicanas. Fue iniciador de la crítica clasista en el Perú, postulándose en defensor de los explotados. Transformó la reflexión histórica, alejándose de la visión histórica tradicional en la que exaltaban sólo a los grandes personajes y dueños del Perú, para pasar a ser un arma de debate.
Rehuyó la polémica, no porque le temiese sino por no perder el empuje respondiendo libelos insignificantes que se concentraban en personas y no en ideas.
Gonzales Prada es el escritor más vigente del Perú, incluso comparándolo con los contemporáneos. Fue un hombre singular porque a diferencia de todos los que han hecho política en nuestro país, tuvo un enorme desprecio por el poder. Siempre rechazó y enfrentó el caudillismo. Fue un hombre de su tiempo; pero también del nuestro. Sus críticas suenan hoy cómo dichas para enfrentar a los personajes que hoy siguen condenando a nuestro país a la miseria y el atraso. Sus sueño sigue estando pendiente: el de ver el renacimiento de la patria empezando por los más pobres.

[1] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional. Conferencia pronunciada el 21 de agosto de 1898.
[2] Manuel Gonzales Prada. Op.cit.
[3] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional.
[4] Manuel Gonzales Prada. Citado en : Sobrerilla, David. El anarquismo de Gonzales Prada.
[5] El movimiento obrero anarquista en el Perú.
[6] El moviemiento obrero anarquista en el Perú.
[7] Joël Delhom. Université de Bretagne-Sud. CRELLIC-LIRA. El movimiento obrero anarquista en el Perú (1890-1930) En: http://dwardmac.pitzer.edu/Anarchist_Archives/worldwidemovements/peru/Movimiento.html
Joël Delhom. Université de Bretagne-Sud. CRELLIC-LIRA

[1] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional. Conferencia pronunciada el 21 de agosto de 1898.
[i]

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