POR UN 1° DE MAYO INTERNACIONALISTA

El 1 de mayo de 1886 los trabajadores de los Estados Unidos comienzan una huelga exigiendo la reducción de la jornada laboral a ocho horas. Fue en Chicago donde se dieron las mayores protestas, seguidas de una fuerte represión y el antaño sabotaje policial. Una bomba, falsos culpables, juicios basura, cárcel y muerte. Los mártires de Chicago sabían muy bien por qué se los condenaba, sabían que se enfrentaban a los fundamentos mismos de una sociedad que querían transformar radicalmente, y esto no sería perdonado. Pocos años atrás el “restablecimiento del orden” se había encargado de arrasar la comuna en París. La guerra no la habíamos provocado nosotros.
En el Perú, la conquista de las ocho horas se logra en 1919 en base a una gran huelga y años de organización. Las antiguas sociedades mutuales, de carácter asistencialista y sin una perspectiva revolucionaria, fueron dando paso al sindicalismo moderno de orientación ácrata. Es con este anarco-sindicalismo que se inicia una nueva etapa de las luchas sociales en la región, destacando la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú que en 1905 celebra por primera vez aquí el 1 de mayo, “la pascua roja”.

¿Pero cuánto realmente ha cambiado esta situación? Las ocho horas no se respetan. La negociación de las condiciones laborales no existe o se da solo individualmente. El sindicalismo no abarca ni a la mitad de trabajadores, y además naufraga en reformismos complacientes y domesticados por el sistema, o a la saga de proyectos políticos ambiguos. El trabajador se queda solo pues el capitalismo en cualquiera de sus versiones, promueve una idea vulgar del individuo, un falso autonomismo desentendido de lo social, una sociedad donde los asuntos públicos no son responsabilidad de nadie.

El 1 de mayo No es el día del trabajo, como fin. Es un símbolo de lucha por una vida digna y la transformación social como lo fue en la lucha por la jornada laboral reducida, que abarcaba también una comprensión del ocio como oportunidad de desarrollo individual y social. La sobrevaloración del trabajo y el empleo como fin y no como medio, es una tergiversación burguesa, capitalista, coherente con una voluntad de dominación y adormecimiento. El trabajo debe volver a su lugar, subordinado a los interese q beneficien a la sociedad y el individuo, y no instituido como una nueva fe, en la que no importa qué se haga con tal que se haga algo.
El proyecto socialista original aspiraba a la emancipación total del ser humano, a la construcción de una sociedad donde la capacidad creativa de toda persona podría desarrollarse lo más óptimamente posible. Un mundo sin la desesperada búsqueda de pan, y sin el vacío consumista que llena de mierda el espíritu. Un mundo realmente libre.

¡VIVA LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES POR SU EMANCIPACIÓN SOCIAL!

¡NO NOS HEMOS RENDIDO… SEGUIMOS LUCHANDO!

Link: http://grupoanarquistadeestudiossociales.blogspot.com/2010/05/por-un-1-de-mayo-internacionalista.html

Esta entrada fue publicada en Actualidad, Others, Textos. Guarda el enlace permanente.