Por: Franz García U
El pensador anarquista y escritor peruano (ensayista, literato y poeta) , Manuel González Prada (cuyo real nombre fue José Manuel de los Reyes González de Prada y Ulloa) nació en Lima un 05 de enero de 1844 en el seno de una familia aristócrata, de la cual se alejó esclarecidamente para acercarse al movimiento obrero naciente en el Perú del siglo pasado. Del compañero Prada se han dicho y escrito tantas cosas (principalmente escritores apristas, marxistas, liberales, muchas veces carentes de rigor analítico o historiográfico) distorsionando su figura, su obra social y política, su pensamiento; alejándolo de las ideas radicales y transformadoras que él defendió a cabalidad.
Es común hallar datos sobre su figura tratando de encasillarle dentro de un marco meramente literario o como el gran precursor de una literatura propia que rompe los lazos del colonialismo español. O como el positivista crítico y el anti-clérigo desenfadado que aportó mucho a la conciencia nacional, entre otros calificativos. Sin embargo, los estudios y ensayos sobre su vida y obra plasman claramente las intenciones de una clase social interesada en despistar a todo aquel lector o lectora que llegué hasta sus escritos incólumes y se interese por la problemática social en nuestro país. Desde los sectores más reaccionarios de la derecha que se empeñan en fustigarle su posición contraria al clero y a las instituciones políticas, hasta sectores de la izquierda marxista y social demócrata que se empeñan en mostrarlo como un pensador limitado en sus concepciones socio-políticas y filosóficas. Como un primer instante lúcido en la conciencia del Perú, en palabras de J. C. Mariátegui, pero que cuya obra fue luego «superada y relegada» por el pensador marxista peruano.
Lo cierto es que a Prada (“el compañero Prada” diría él mismo, dejando a un lado la reverencia del “don Manuel”) no se le lee ni se le entiende, no al menos quienes dicen ser sus «críticos» y se basan en puros subjetivismos y prejuicios de tinte ideológico para intentar sepultar su innegable labor en el Perú. Ni que decir de sus pretendidos discípulos o seguidores que conforman estructuras partidistas, quienes han deformado toda figura del anarquista al encadenarlo a un supuesto parangón con el aprismo autoritario y antipopular.
Si bien, es válido y tangible citar el proceso de evolución en la formación de Manuel González Prada en el plano ideológico, pues inicia sus labores de estudio, propaganda y acción como liberal principista (crítico de la jerarquía eclesiástica y las funciones del Estado en perjuicio del pueblo) y funda en 1891 el partido Unión Nacional el cual dirigía y desde cuya seno ya avizoraba una postura de librepensador con marcados rasgos antiautoritarios y con una vocación de servicio a los sectores populares.
Por otra parte, su rigurosa formación literaria y académica, se centra en los clásicos españoles, los simbolistas franceses y algunos autores alemanes como Goethe, Schiller, Körner que él mismo tradujo muchas veces. Sobre esta base, llevó a cabo una renovación métrica y rítmica de la lírica en castellano, que expuso en el tratado titulado Ortometría. Apuntes para una rítmica (publicado en 1877), e introdujo estrofas métricas provenientes de la lírica medieval francesa e italiana, y composiciones persas que conoció en su adaptación inglesa. Deslumbrando a la crítica nacional e internacional por su pluma prodigiosa.
Su producción intelectual está llena de grandes obras como Pájinas Libres (1894) en su etapa liberal, del cual Miguel de Unamuno, gran admirador suyo, dijo que «es uno de los pocos, de los muy pocos libros latinoamericanos, que he leído más de una vez; y uno de los pocos, de los poquísimos, de los cuales tengo un recuerdo vivo» , luego vendría Horas de Lucha (1908) que contiene su famoso discurso del 1ero de mayo de 1905, o el póstumo Propaganda y ataque, entre otros.
Como poeta, publicó Minúsculas (1901), Presbiterianas (1909) y Exóticas (1911), que son verdaderos catálogos de innovaciones métricas y estróficas, como los delicados rondeles y triolets que adaptó del francés. Sus Baladas Peruanas (1935) recogió tradiciones indígenas y escenas de la conquista española que fueron escritas a partir de 1871. También reunió una colección de sus epigramas y sátiras en Grafitos, París, 1917; en este género se muestra un gran escritor, ulgurante e inteligente, a causa de su poder de síntesis y la precisión de sus ataques contra politicos e ideas.
En tanto, el escritor peruano dejaría estas tierras y junto a su esposa Adriana de Verneuil haría un recorrido por Europa, asentándose primero en Francia (donde luego nacería su hijo Alfredo). Después de su estadía en el viejo continente entre 1891 y 1898 (en España tiene los primeros contactos directos con el movimiento anarquista) vuelve al Perú con nuevos aires y cargado de esperanzas revolucionarias para las clase trabajadora y oprimida de esta parte del mundo. Vuelve siendo ya un anarquista convicto y confeso, un propagandista del ideal libertario que tendría eco en fábricas, sindicatos, talleres y en el campo por la masa proletaria que le escuchaba y le acompañaba.
Como se sabe, es en Barcelona donde había tenido acercamiento estrecho con grupos anarquistas del lugar, se había relacionado con los gremios obreros, sindicatos revolucionarios y había conocido la obra del francés P. J. Proudhon a través de Franciso Pi y Margall, republicano de izquierda y difusor del pensamiento del socialista antiautoritario francés. Se había empapado de la tradición de la I Internacional obrera, adscribiéndose a los postulados de su ala bakuninista. Ahora ya concebía una lucha cabal contra el Estado y el Capitalismo como factores socio-políticos y económicos negadores de una humanidad distinta. Es clara su posición cuando en sus artículos publicados en periódicos obreros anarquistas, denunciaba a la maquinaria estatal como regulador y represor del avance popular y las luchas de liberación social y política. Comprendió al sistema capitalista como modo de producción y reproducción de la división de clases.
Se declara enemigo acérrimo de la autoridad política coercitiva, basta recordar sus palabras: «Odiemos, pues, a las autoridades por la única razón de serio: con el solo hecho de solicitar o ejercer mando, se denuncia la perversidad en los instintos. El que se figura tener alma de rey, posee corazón de esclavo; el que piensa haber sido creado para el señorío, nació para la servidumbre. El hombre verdaderamente bueno y libre no pretende mandar ni quiere obedecer: como no acepta la humillación de reconocer amos ni señores, rechaza la iniquidad de poseer esclavos y siervos», recopilado en el libro póstumo Anarquía, publicado en 1936 por la Editorial Ercilla de Chile y en una segunda en 1938 edición a cargo de Editorial Tierra y Libertad de Barcelona, para la lectura de los obreros milicianos que combatían en plena Revolución Española (1936-1939).
Así mismo, es notorio que Prada se nutre de los grandes revolucionarios anarquistas como M. Bakunin. E. Reclús. P. Kropotkin, S. Faure; que le sirve para analizar la situación que atraviesa el Perú de su época,para entender y dar respuesta al problema del indio y de la tierra, el problema del salario y del trabajo mismo, el problema de la organización sindical ajena a los partidos políticos, de la sociedad de clases, de los postulados del socialismo anarquista y del marxismo y vuelve convencido de que solo una organización proletaria de planteamientos anárquicos puede dar solucióna los problema s y contradicciones de la sociedad contemporánea.
Ya en Lima publica ensayos y artículos en las páginas de Germinal, órgano que difundía el grupo de librepensadores en el Perú. Luego funda el primer periódico anarquista en el Perú en 1904, llamado Los Parias, junto a otros libertarios que seguían su andar libertario como el periodista Glicerio Tassara, el joyero Carlos del Barzo, entre otros.
Su voz firme y clara llega hasta los obreros ávidos de armas para defenderse el patrón y el ideal libertario se hace carne en el pueblo, siendo los más condiscípulos y propagandistas ácratas más destacados los obreros Manuel C. Lévano y su hijo Delfín Lévano, Leopoldo Urmachea, Montany, Ismael Gacitúa, Julio Reynaga (dirigente anarquista en las haciendas azucareras del norte del país), Gumercindo Calderón y luego Nicolás Gutarra, Carlos Barba, Adalberto Fonkén, etc., y de lado de las sectores intelectuales progresistas también le siguen y se hacen anarquistas defendiendo la causa popular, figuras como el médico Cristhian Dam, Erasmo Roca, luego vendrían compañeros y compañeras notables como la abogada y oradora libertaria, Miguelina Acosta cárdenas. El compañero Prada participa en la conmemoración del primero de mayo en Lima,que se hacía por primera vez allá por el año 1905 y que fue organizada por la Federación de Obreros Panaderos » E s t r e l l a d e l P e r ú » , d e c o r t e anarcosindicalista, que acababa de romper con el mutualismo reformista por acción de sus dirigentes anarquistas entre ellos los Lévano. Ese día, por la noche pronuncia su vigoroso discurso El intelectual y el obrero, que fuera toda una declaración de principios entre los trabajadores manuales e intelectuales y su unificación en pro del porvenir emancipador, que se une con el discurso también esclarecedor del obrero libertario Manuel C. Lévano, titulado Los gremios obreros en el Perú y lo que debieran ser.
Año tras año, su vínculo con la clase obrera era más íntimo. Participa de las veladas socio-culturales organizadas por los elementos ácratas en los sindicatos obreros y ateneos culturales de la época.
En este contexto es que en 1911 que se funda el periódico anarquista La Protesta (la más importante y conocida publicación obrera y anarquista en el Perú) y Manuel González Prada apoya activamente con
los medios que le son posible. Allí publicas artículos los cuales a veces firmaba como “Luis Miguel” (en honor a la anarquista y communard francesa, Louisa Michel) o con su propio nombre. Es decir sus textos eran difundidos y leídos entre los obreros y por estos llegaba el mensaje hasta los campesinos que ya empezaban a organizarse y a luchar en federaciones o agrupaciones campesinas. Sus textos también son publicados en los periódicos obreros y anarquistas de la época como La Lucha, El Nivel, El Obrero Organizado, La Voz del Panadero, El Libertario, Armonía Social, etc., los cuales eran leídos por los anarcosindicalistas que se dotaban de armas de clase contra la burguesía y sus instituciones de poder.
Este compañero tuvo una biblioteca muy grande y especializada en temas sociológicos, económicos, sindicales, políticos, filosóficos y por supuesto ideológicos. Al cual acudían jóvenes de la época como Mariategui, Vallejo, Haya de la Torre (este úl t imo luego usaría descaradamente la figura del pensador anarquista para sus fines políticos con el APRA) ávidos de las enseñanzas del maestro, del hacedor de rebeldías, incansable y adelantado a su tiempo.
Podríamos detallar mucho acerca de su anarquismo y su visión del Perú de aquel entonces y que cuyo análisis aún hoy no ha perdido vigencia. Su posición política libertaria no es para nada aquella postura idealista y romántica que le han querido dar, no es un individualismo pequeño burgués, no es un liberal radical, sino un revolucionario conocedor del panorama social en la ciudad y en el campo y demás sectores oprimidos, viendo en esto un lucha más humana que meramente política.
Este personaje político vital para la comprensión de la estructura social en nuestro país y los primeros antecedentes de luchas emancipatorias, es aún hoy negado y subestimado. Con sus frases fuertes y chocantes, con análisis lúcidos, con ideas de cambio social, que aceptó ser director de la Biblioteca Nacional en 1912 por cuestiones estrictamente culturales y de desarrollo social (pero que al poco tiempo dejaría el cargo al no estar de acuerdo con el gobierno de turno), que se le atañe un supuesto patriotismo antichileno jamás superado, sin saber de su verbo internacionalista, al que se le levantan uno que otro monumento, colegios e instituciones con su nombre, del que se habla mucho y poco a la vez, aún hoy y de seguro mañana tiene y tendrá compañeros que levantaran las mismas banderas que él levantó y seguirán sus pasos conscientes y críticos.
Quienes le conocieron y apuntaron en sus memorias, saben que este compañero no fue para nada un retórico, sino un hombre de ideas y de acciones, es por ello que invocamos a todos los luchadores sociales e hijos del pueblo a no olvidar a este precursor del ideal revolucionario en nuestro país. Alguna vez se dijo que sin Prada no hubieran existido un Mariátegui, un Vallejo , un Arguedas , etc . Desempolvemos su memoria y su obra de los claustros teóricos, estudiémoslo y analicémosle y recordémosle luchando. Nuestras tierras latinoamericanas también han parido hijos del pueblo.
Físicamente nos dejaría un 22 de julio de 1918, con la tranquilidad de quienes saben que morir luchando es vivir para siempre. Posteriormente por los círculos libertarios le hacían homenajes en el recuerdo de su muerte o natalicio y esa es una costumbre que aún hoy no se ha perdido, pues sabemos que quienes alzan la voz y el puño contra la opresión viven en el recuerdo de los y las que luchan.